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Sábado, 4 de junio de 2016
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Una idea para el Palacio Paz

El espectacular edificio en plaza San Mart铆n ya no va a tener de vecino una torre de treinta pisos, gracias a un acuerdo firmado con la Comisi贸n Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Hist贸ricos. La idea es hacer viables estas grandes piezas y preservarlas de males mayores.

Por Sergio Kiernan
De izquierda a derecha, el pabell贸n original sobre la calle Esmeralda, el anodino cubo que lo reemplaz贸 en los a帽os 40 y el proyecto de reemplazo, enrasado con sus vecinos.

El Palacio Paz, sede del C铆rculo Militar desde hace d茅cadas y una de las piezas patrimoniales m谩s valiosas del pa铆s, se acaba de salvar de tener de vecino una torrezota de 30 pisos. El estropicio fue evitado por una cadena de eventos que termin贸 en un convenio entre el C铆rculo y la Comisi贸n Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Hist贸ricos que preside Teresa de Anchorena. Esta aventura es relevante porque no solo se salva una pieza individual de gran valor y cuida el entorno de la plaza San Mart铆n, sino que se crea una herramienta de negociaci贸n. Lo que se evit贸 en el Paz fue el extremo de la m谩xima explotaci贸n de un lote 鈥揳 cara de perro, con el c贸digo en la mano鈥 y la prohibici贸n lisa y llana de todo cambio.

El C铆rculo Militar ocupa la espectacular residencia de Jos茅 C. Paz, due帽o entre muchas otras cosas del diario La Prensa y un constructor a lo grande. El palacio de diez mil metros cuadrados fue pensado para impresionar y para funcionar como una suerte de Casa Rosada privada para un proyecto pol铆tico que, al final, no funcion贸. En 1941, el palacio se transform贸 en el C铆rculo Militar y en estos 75 a帽os vio varias restauraciones e intervenciones, algunas mejores que otras, algunas dignas de ser revertidas, otras que habr铆a que repensar. La m谩s dura y radical fue la transformaci贸n del edificio del fondo, el que da a la calle Esmeralda, en un gimnasio y pileta de interiores.

Como se puede ver en las tres fotos que ilustran esta nota, el edificio original era tan hermoso como el palacio en s铆. Originalmente, este pabell贸n, separado del principal por un jard铆n, alojaba las caballerizas y ese flamante 谩mbito, el garage de autom贸viles. Arriba hab铆a varias dependencias de servicio y alg煤n escritorio. Para los transe煤ntes, este sector permit铆a ver el jard铆n, porque la entrada de carruajes se abr铆a de la calle al verde. Y sobre el jard铆n, el pabell贸n luc铆a un espectacular alero de herrer铆a y vidrio reforzado, digno de un hotel de lujo. Pero desde hace casi setenta a帽os, todo lo que se ve desde la calle Esmeralda es un cubo ciego, con ventanas abajo y una muro liso arriba, un peculiar dise帽o que m谩s parece una instalaci贸n sobre la alienaci贸n de la vida urbana que un edificio.

Fue este cubo lo que puso al palacio en el centro de una tormenta hace algo m谩s de dos a帽os, cuando se anunci贸 una suerte de coproducci贸n por la cual se iba a construir una supertorre de treinta pisos en el m谩s anodino estilo curtain wall corporativo posible. La mole iba a asomar por encima del palacio como un clavo, descalabrando el entorno de la plaza y la bajada de Santa Fe, un APH protegido desde el a帽o 2000. Los vecinos y varias asociaciones patrimonialistas pusieron el grito en el cielo, con lo que el Paz fue catalogado con el grado m谩s alto por la Ciudad en 2013 y fue declarado monumento hist贸rico-art铆stico por la Comisi贸n Nacional en 2014 (sorprendentemente, no lo era).

Todo esto evit贸 la megatorre, pero no las razones por las cuales se la quer铆a construir, que son econ贸micas y simples: el C铆rculo no puede mantener el palacio y mucho menos restaurarlo, que ya le hace falta. 鈥淓l mantenimiento de estos grandes palacios es hoy pr谩cticamente inviable鈥, explic贸 a m2 Teresa de Anchorena, presidente de la Comisi贸n Nacional. 鈥淪i no encontramos maneras de mantenerlos y revitalizarlos, est谩n condenados a venirse abajo por la falta de medios. Nuestro deber es encontrar maneras innovadoras para preservar estas partes de nuestra identidad con los recursos actuales, que no son los de la opulencia con que se construyeron estos edificios. En resumen, tenemos que ayudar a que el patrimonio se gane la vida鈥.

Con esta idea fue que se consensu贸 un proyecto integral de preservaci贸n y de puesta en valor a tres bandas, entre la Comisi贸n Nacional, la Ciudad y el C铆rculo, que termin贸 en un acuerdo firmado entre los due帽os del palacio y la Comisi贸n. La parte nacional no s贸lo controla, como le corresponde, sino que gu铆a lo que se va a hacer, mientras que el C铆rculo se compromete formalmente a usar los fondos derivados del emprendimiento inmobiliario a la conservaci贸n del palacio. Esto parece simple, pero implic贸 un demorado estudio del palacio y su entorno, un proyecto concreto de intervenci贸n y preservaci贸n, y un largo di谩logo sobre el edificio a construir. El primer resultado es que ya no hay ni remotamente treinta pisos, sino que el nuevo volumen se va a enrasar con sus vecinos, formando una suerte de L. La parte alta, a mano izquierda, tendr谩 la altura exacta de su vecino sobre Esmeralda, y la parte baja va a seguir a la bonita esquina de Marcelo T. de Alvear, una espa帽olada modernista ya catalogada por la Ciudad. De este modo, el nuevo edificio no agrega al caos urbano del lugar y hasta acomoda un poco la volumetr铆a general.

El edificio fue largamente discutido en cuanto a su aspecto y la calidad de los materiales y el dise帽o, y tambi茅n en cuanto a la neutralidad de su contacto con el palacio por adentro de la manzana. Como eco del original, el nuevo edificio tambi茅n va a permitir ver el jard铆n desde la calle Esmeralda, y tambi茅n tendr谩 una marquesina de metales y vidrio de ese lado. Esto funcionar谩 como una entrada para socios al gimnasio y las instalaciones deportivas, pero no para que se pueda pasar del edificio al jard铆n, que ser谩 exclusivo del palacio.

Un tema que se est谩 discutiendo ahora es justamente el dise帽o del jard铆n, hoy bastante borroneado. Los dise帽adores del nuevo edificio presentaron una propuesta muy moderna que fue rechazada por la Comisi贸n, ya que talvez combinaba con el modernismo irredento de la nueva pieza pero no con el palacio. Una idea simple podr铆a ser que se reconstruya el sencillo y elegante jard铆n original, una pieza en nada complicada. No s贸lo hay documentaci贸n fotogr谩fica detallada del lugar como era, sino que se conservan pr谩cticamente todos los 谩rboles de 茅poca, con lo que es b谩sicamente una cuesti贸n de senderos y de parterres.

Si el manejo a futuro de este convenio funciona como est谩 planeado, se estar谩 creando una herramienta poderosa para otros casos por el estilo, mezclando actores p煤blicos y privados. La Comisi贸n Nacional cre贸 en este caso un mapa de intervenciones de todo el palacio, marcando lo que es intocable y lo que puede intervenirse con delicadeza. Este es un instrumento m谩s sutil y flexible que la 鈥減uesta en valor鈥 de una mano de pintura y listo, o la quietud de no hacer nada por falta de medios. Si el C铆rculo Militar usa los fondos de su emprendimiento sobre la calle Esmeralda con tino, puede literalmente hacer escuela en esto de preservar ciertos grandes patrimonios.

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