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Sábado, 11 de junio de 2016
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Una sede para la artesanía de diseño

Brasil tiene un Servicio de apoyo a la micro y pequeña empresa, que acaba de inaugurar en pleno centro histórico de Río un Centro de Referencia de la Artesanía Brasileña. Y lo hizo con una espectacular muestra de lo nuevo y lo tradicional.

Por Luján Cambariere
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En Brasil es un tema instalado porque es un tema en el que se trabaja hace años. Entre nuestros vecinos, artesanía y diseño no son ya cuestiones a discutir, ni descubrimientos de arribistas, ni posibles marcas de identidad. Lo que explica que exista allá algo llamado Sebrae, Servicio Brasileiro de Apoyo a la micro y pequeña empresa, y que ese Sebrae acabe de inaugurar un Centro de Referencia de la Artesanía Brasileña, CRAB. El Centro es un espacio con galería y ámbitos para exponer, auditorio y un creciente archivo de consulta, y está específicamente dedicado a valorar el objeto artesanal local. Para variar, la inauguración consistió en una bella muestra.

La exposición se llama Origen Vegetal, nombre que le dieron los curadoras Adelia Borges y Jair de Souza, y reúne piezas de autores de 27 estados de la unión. La idea fue facilitar el casi imposible recorte, la selección que hay que hacer en un país de tantas tipologías, técnicas y materiales, y de tanto espacio y gente. Entonces, la muestra se concentra en objetos creados con maderas, fibras, semillas, pastos y resinas, y termina siendo un atlas biológico con más de cuarenta especies como açaí, arumã, babaçu, balata, buriti, café, carnaúba, dendê, jarina, jequitibá, mandacaru, miriti, pariri, pupunha, sisal, tucum y tururi.

En la muestra está bien representada la artesanía de tradición, la que conserva y respeta estilos transferidos de generación en generación y es particularmente rica en Brasil. Y le suma la innovación contemporánea de experiencias con diseñadores pioneros en estos nuevos escenarios como Renato Imbroisi y Heloisa Crocco, a los que se fueron sumando Jum Nakao, Marcelo Rosenbaum, Paula Dib, Ronaldo Fraga y Sérgio Mattos. En la selección predominan trabajos de autoría colectiva elaborados por cerca de cincuenta asociaciones y cooperativas de artesanos, rurales y urbanas, y de más de diez diferentes etnias indígenas. También hay piezas concebidas por diseñadores de la talla de los reconocidos internacionalmente Fernando y Humberto Campana, y Rodrigo Ambrósio, que utilizan elementos artesanales. Y creaciones de maestros artesanos de la talla de Veio de Sergipe, Cunha de Pernambuco, Antônio de Dedé de Alagoas y Getúlio Damado de Río de Janeiro.

Las tipologías de los objetos seleccionados incluyen individuales, todo tipo de luminarias, muebles, cestas, bolsas, bowls, telares, adornos, joyas, instrumentos musicales, paneles decorativos, flores, juguetes, tejidos, alfombras, utensilios, almohadas, mantas y esculturas. La organización de la muestra es clarísima y bonita, con cinco salas de 920 metros cuadrados con más de 200 objetos, en grupos por temas como “Utilidades y desutilidades” o “Seres reales e imaginarios”, con animales y talismanes, y “Balones” para ubicar desde bolsos a cestería. Como si esto fuera poco, la iniciativa suma fotografías de las lentes más sensibles en la materia que captan manos, procesos y gestos desde hace tiempo, como Lena Trindade, el joven y brillante Lucas Moura, y Fábio Del Ré.

El CRAB

El Sebrae actúa en el segmento productivo de la artesanía desde 1997, a partir de la convicción de que es un negocio que crea empleos y genera ganancias, permite que las personas puedan vivir en su lugar de origen y expresar su cultura. Por eso, son referentes desde hace años en oportunizar el diálogo, sobre todo a partir de talleres en todo el país para capacitar a los artesanos en los aspectos técnicos y gerenciales de la producción artesanal. La decisión de crear un centro apunta a contribuir de manera aún más efectiva creando una plataforma altamente cualificada. Para eso destinaron un bello conjunto histórico de tres predios centenarios con un total de 4500 metros cuadrados en la Plaza Tiradentes, en el corazón de Río, y fueron altamente exigentes en la calidad de las piezas. “Queremos aumentar el valor de mercado de la artesanía brasilera transformándola en un objeto de deseo a través del reposicionamiento de su imagen”, explica Juárez de Paula.

Adelia Borges explica que curar una muestra de esta envergadura fue “una enorme satisfacción”. Es como si me hubiera estado preparando a lo largo de tres décadas para conseguir tener un mapeamiento tan grande. No me refiero a un mapeo sólo externo, de informaciones acumuladas, sino más bien interno, de relación casi personal con esos objetos y sus creadores. Me hizo muy feliz que los gestores del Sebrae me invitaran a curar esta muestra, pues fue realmente un enorme privilegio. El día de la apertura, fui caminando por la plaza Tiradentes, mirando el predio desde lejos, y me emocioné mucho pensando en que personas como Aloisio Magalhães, Lina Bardi y Janete Costa hubieran estado felices con esta iniciativa. Me da mucha tristeza por Janete, la única de los tres con la que conviví y que tanto hizo por la revalorización de la artesanía, y me imaginé como ella hubiera vibrado con la creación del CRAB.

–¿Cómo fue la elección del tema, teniendo en cuenta la basta producción brasileña?

–Sebrae nos encomendó un panorama de la producción artesanal brasilera con la inclusión obligatoria de 27 estados. A algunos ya había ido decenas de veces, pero otros no los había pisado nunca, entonces fue un gran esfuerzo para conseguir tener una visión amplia para la que tuvimos la ayuda de gestores locales y también de amigos con los que trabajamos a lo largo de dos años. El recorte en objetos hechos con materia prima de origen vegetal surgió del análisis de nuestra investigación. Era preciso definir un foco, porque era imposible incluir todo. Curar implica excluir. Una actividad dolorosa cuando se tiene mucha cosa buena entre manos, pero siempre necesaria, porque la depuración siempre es positiva. Algunas personas próximas pensaron que ese recorte sería restrictivo y limitador, pero insistí que así lograríamos poder dar cuenta de nuestra diversidad de la producción artesanal brasileira. Los coordinadores del proyecto por el Sebrae al principio hasta lo vieron como una osadía. Vale recordar que Brasil es considerado el país con mayor biodiversidad del mundo.

–Son muy bellos los subtemas. ¿Cómo fue su creación?

–La creación fue muy compartida con Jair de Souza, diseñador carioca que fue el co- curador y también el responsable del diseño expositivo e gráfico de la exposición. El predio del CRAB tiene salas de tamaños variables, por eso fuimos haciendo los agrupamientos y la distribución sala por sala. La elección del recorrido es de él. Yo fui poniendo los nombres.

–De todos los materiales y tecnologías ¿cuál consideras la más original brasileña?

–Pregunta difícil... pienso que que no es posible elegir un material o tecnología. Lo que destacaría son dos ejemplos de dos vertientes que suma la exposición abraza. Una es la de tradición, objetos que son hechos de la misma manera hace mucho tiempo. Como por ejemplo el cesto hecho de fibra de burití por el pueblo indígena xavante que tiene una estructura constructiva de extrema sofisticación, y que los indios hacen en diferentes tamaños, para transportar y guardar víveres y también sirve de objeto para transportar bebés. Y otra es la corriente de innovación. En esa línea me gustan mucho las iniciativas hechas en Amazonas (más precisamente en Acre) en el sentido de capacitar o las personas que trabajan con caucho vegetal para que además de extraer la leche puedan transformarla en un producto acabado en su propia región. En la expo hay desde individuales a zapatos con esa tecnología.

–¿Por qué es importante la creación del CRAB?

–La gente que no reconoce es la que no conoce. Brasil no conoce su artesanía por eso no le da valor. Las piezas suelen ser vendidas amontonadas en ferias donde no es posible distinguir la sofisticación de sus técnicas productivas o el esmero del trabajo bien hecho. Además del preconcepto que existe en varios países en relación a los objetos hechos a mano diferente a varios países del hemisferio norte que visité. El CRAB tiene la misión justamente de aumentar el valor, algo muy importante y extremadamente urgente.

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