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Sábado, 2 de julio de 2016
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Todo reglamento se disuelve en el aire

Un edificio en Dorrego y Amen谩bar vuelve a la vida, aunque dos fallos lo paralizaron. Las posibles razones de la reactivaci贸n, que van de lo c贸mico a lo burocr谩tico.

Por Sergio Kiernan
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El actual gobierno porte帽o tiene todo un discurso de verde que te quiero verde, pero ya nos cost贸 muchas hect谩reas de espacios p煤blicos y nunca, ni en la gesti贸n Macri ni en la actual, puso un vint茅n para crear una plaza nueva. Ni siquiera espacios como la Manzana 66, en Once, que piden a los gritos ser plaza conmovieron al solemne cocodrilo del bolsillos municipal. Parece que para los socios y entenados del macrismo no es negocio construir plazas, con lo que el verde queda para otra vida.

Lo que ocurre es que se aplica a nuestra ciudad una estricta l贸gica de negocios, donde se busca el 鈥減rogreso鈥 expresado en facturaci贸n y se le da toda la ayuda posible a la industria amiga en estos momentos de crisis y pocas ventas. La zona de los Silos de Dorrego re煤ne como una s铆ntesis estas dos l铆neas de trabajo larretista, con la p茅rdida de la placita Biro -transformada en un vulgar mercadito privado- y con una muestra de impunidad para los especuladores que tiene a los vecinos conversando.

La historia comienza hace un par de a帽os, cuando comenz贸 una gran obra en la esquina de Dorrego y Amen谩bar. Los vecinos pidieron y consiguieron un amparo porque la obra se iba de reglas en dos aspectos. Por un lado, promet铆a usos prohibidos por la zonificaci贸n de un barrio residencial, y por el otro se iba de altura ferozmente. La idea era construir un inmenso bloque de cien metros de largo y once pisos de altura, un Muro de Berl铆n en un rinc贸n porte帽o todav铆a m谩s de casas.

Por supuesto, el emprendimiento tiene un nombre tont贸n creado por alg煤n marketinero, el Quartier Dorrego, y por supuesto tiene subsuelos de cocheras. El terreno es un sector del colegio salesiano que se alza ah铆 desde hace much铆simos a帽os, cuando ese barrio era obrero, mucho antes de su gentrificaci贸n actual. El amparo result贸 en una orden de paralizaci贸n de la obra, con la justicia permitiendo s贸lo cuatro pisos, los que ya se hab铆an construido, de acuerdo a la zonificaci贸n y al FOT que rige. La empresa constructora discuti贸 con un bizantinismo llamativo: iban a 鈥渞eunificar鈥 las parcelas con el colegio y usar el FOT de toda la manzana. La jueza del caso nunca entendi贸 c贸mo se 鈥渞eunificaban鈥 parcelas de due帽os distintos -salesianos y privados- y c贸mo esa maniobra garantizar铆a que no se superara el FOT de toda la manzana. Como para que todo terminara en comedia, en medio del caso los salesianos empezaron a ampliar su colegio, usando m谩s FOT...

El caso fue apelado y la C谩mara porte帽a sostuvo en septiembre del a帽o pasado el fallo original, diciendo tersamente que el FOT -la superficie a construir- debe calcularse s贸lo sobre el terreno en cuesti贸n y no sobre una manzana que no le pertenece al emprendimiento. Tambi茅n repite que si hay cambios de alg煤n tipo, como que compren otro terreno vecino como para poder aumentar el FOT, tienen que volver a hacer el tr谩mite de rehabilitaci贸n. Y recuerda que las costas del juicio y los gastos de adaptar el edificio a la legalidad, 鈥渋ncluyendo posibles demoliciones鈥, corren por cuenta exclusiva de la empresa.

Aparentemente y en una ciudad donde se respeta la ley, eso ser铆a el final del tema, con un edificio inaugurado con cuatro pisos, cocheras y locales que respeten la zonificaci贸n. Pero esta la Buenos Aires en su noveno a帽o de macrismo, con lo que en estos d铆as se est谩 volcando hormig贸n, ya no se ven los carteles de clausura y los obreros van y vienen agrandando el edificio. Los vecinos empezaron a preguntar qu茅 hab铆a pasado y recibieron respuestas que rozan el surrealismo.

La primera fue que la empresa hab铆a comprado 鈥渓os derechos a茅reos鈥 de la iglesia y con eso le alcanzaba. El instrumento, llamado FOT virtual, existe de hecho pero no de derecho: fue tratado por la Legislatura exclusivamente para edificios catalogados, pero el macrismo mat贸 la idea. De hecho, nunca se cre贸 el instrumento legal para comprar y vender ese aire que pasaba a ser escriturable y transable, negocio que le hab铆a interesado mucho al Banco Ciudad. Con lo que es simplemente imposible que el edificio de Dorrego y Amen谩bar se construya comprando el aire de una iglesia que ni siquiera est谩 catalogada. La segunda explicaci贸n fue que varios vecinos hab铆an desistido de la demanda, cansados o comprados. Los vecinos se preguntaron entre s铆 si hab铆an cobrado algo y todos lo negaron, y de hecho la titular de la demanda sigue indignada con el tema y no desisti贸 de nada.

La explicaci贸n del caso es posiblemente m谩s simple y burocr谩tica: alguien volvi贸 a poner en marcha un tr谩mite, aprovech贸 para reactivar la obra entretanto, cosa de crear un hecho consumado, y ley贸 bien la blandura del gobierno municipal, muy reacio a mandar inspectores y hacer clausuras. Si los vecinos no denuncian ante la justicia que se sacaron las fajas y se volvi贸 a trabajar, se pueden construir un par de pisos m谩s. Y digan lo que digan los jueces, hasta ahora nunca nadie tuvo que demoler un piso de m谩s.

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