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Sábado, 29 de octubre de 2016
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Lissoni entre nosotros

Piero Lissoni, el ícono del diseño italiano, visitó esta semana por primera vez nuestro país invitado por Dara a su Quinto Encuentro Internacional de Interiorismo y Diseño.

Por Luján Cambariere
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Una vez más, la gente de Dara, Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados, logró traer al país a un referente de la disciplina para su Quinto Encuentro Internacional de Interiorismo y Diseño. Esta semana en el Centro Cultural del Bicentenario CCK, destelló un absoluto ícono del diseño mundial, el italiano Piero Lissoni.

Este arquitecto se desenvuelve con soltura en todas las ramas de la disciplina -producto, gráfica, diseño interior- lo ha hecho todo y para empresas emblemáticas: vajilla para Kartell, baños y cocinas para Boffi, camas y sofás para Cassina y Living Divani, mesas y sillas para Porro, luminarias para Flos, muebles de oficinas para Tecno y Knoll. La lista sigue con hoteles, restaurantes, fábricas, oficinas y hasta un acuario en los cuatro rumbos del mundo. Entre sus premios están el Good Design Award, el Red Dot Award y el histórico Compasso d’Oro de ADI (la Brújula de Oro). Los trabajos de arquitectura más recientes incluyen el Conservatorium Hotel de Amsterdam (2012), el Mamilla Hotel de Jerusalén (2009), la reestructuración del histórico Teatro Nacional de Milán (2009) y las sedes de producción de Kerakoll Design Lab (2014), Matteograssi (2011), Glas Italia (2010) y Living Divani (2007), empresas de las que es director de arte, en Italia. Mientras, están en finalización The Oberoi Al Zorah Resort en los Emiratos Arabes, dos torres en Shangai, doce hoteles en Corea del Sur, una boutique en las márgenes del Lago d’Orta y un nuevo centro comercial en Moscú, entre muchísimos otros.

–Es considerado un ícono del diseño italiano. ¿Hoy qué es lo que disfruta más de proyectar?

–Uh, no, ícono suena a muy viejo. A metal o cemento. Con respecto a la pregunta, para ser honesto, no lo sé. Descubro eso cada mañana. No sé qué pasará mañana, pero seguro es bueno. Realmente disfruto de todo. Soy un privilegiado. Hago lo que me gusta. Diseño piezas muy diversas, de relojes a torres, pasando por sillas, mesas, vajilla, hoteles, restaurantes, hasta una biblioteca y un acuario. Decidí y traté de ser un buen arquitecto y tomé las enseñanzas que aprendí en mi formación en el Politécnico de Milán donde siempre nos exigían hacer un acercamiento a las personas. Ser antes que nada un humanista. Lo mismo que como diseñador de producto o gráfico. Y he experimentado en todas las áreas, siempre rodeado de equipos excelentes.

–¿Cuando empezó tenía en mente o como meta esta trayectoria?

–Ni por casualidad. He sido muy afortunado pero no por la aparente fama, notas en revistas o premios, sino por hacer lo que me gusta cada día de mi vida. Siempre agradezco eso.

–¿Cómo es el estilo Lissoni?

–Minimalista. Me gusta lo simple y lo difícil consiste en reducir. Lo minimalista llega al final de un largo proceso. Lo fácil es ser complicado. Y para añadir un punto picante me gusta jugar y experimentar con el color. Además, intento ser flexible y también busco la elegancia y la belleza natural, aplicar la última tecnología cuando viene al caso y conectar con la historia y la cultura. Es imposible sobrevivir sin tradición. Vivimos en un mundo moderno, pero siempre tengo en cuenta el pasado para tratar de transformar la tradición en algo nuevo.

–¿Le gusta el momento que está atravesando el diseño?

–Nunca es un buen o mal momento. Diseño es diseño. Todo es posible. Depende de la capacidad, la calidad de persona y profesional de cada cual. De la conciencia que tenga cada uno al trabajar o proyectar. Nunca me gustó juzgar.

–¿Es su primera vez en Argentina?

–Sí, he estado en Brasil y en Perú, pero es la primera vez en Argentina. Entiendo que es uno, sino el país más interesante de Latinoamérica. Obviamente el más europeo. Me llamó mucho la atención la ciudad. Me gusta disfrutar y conocer las ciudades no como un turista, sino como un habitante más, así que ya tuve oportunidad de caminar por varias calles y tomar varios cafés y me gustó muchísimo lo que vi.

–¿En qué proyectos está embarcado en este momento?

–Demasiados. Todos entre la arquitectura y el diseño. En lo que es diseño industrial sólo trabajo para marcas italianas. No por prejuicio o algo elitista, sino porque obviamente es una cultura industrial que conozco y me siento cómodo. Pero hoy entre mi oficina en Milán y la de Estados Unidos cubrimos proyectos desde hoteles, a restaurantes, y hasta exhibiciones por todo el mundo.

–¿Dónde se siente más cómodo dentro de todo lo que hace?

–Estoy cómodo en todas las situaciones de mi trabajo. De nuevo, me gusta pensar que soy un humanista. No me considero ni arquitecto ni diseñador ni ingeniero ni carpintero. Soy todo ello a la vez. Cuando hablo de una perspectiva humanista lo contrapongo a la visión anglosajona, que tan poco me gusta, de la especialización extrema. Resulta muy aburrido.

–¿Tiene grandes equipos?

–Sesenta personas en Milán, más de diez entre Nueva York, Miami y Tokio.

–¿Qué cosas disfruta más?

–No sé, descubrir chicas hermosas como las argentinas que son como las de los países del Mediterráneo. He descubierto tanta belleza por acá. Puede decir sin equivocarse que continúo en la búsqueda de la belleza siempre.

–¿Qué siente al ser uno de los diseñadores más copiados?

–Es un gran honor, y el precio que tenés que pagar si pretendes marcar tendencia. Obvio que en un primer momento te enoja y duele, por toda todo el trabajo que le pusiste al proyecto y ellos no y sobre todo por todas las cosas que sacrificaste en pos de eso. Pero a la larga se impone ser tolerante y cambiar de perspectiva. Que te copien sólo demuestra que sos bueno.

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