Este miércoles se inaugura la muestra del Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana dedicada a la obra y también a las ideas del arquitecto argentino Ernesto Vautier. El Centro que dirige Ramón Gutiérrez busca “rescatar en la arquitectura latinoamericana del siglo XX estos testimonios silenciados, estas voces reducidas a murmullos, estas prácticas tan alejadas del doble discurso que hoy exhiben los ‘lápices de oro’ de una arquitectura al servicio del negocio inmobiliario y del lucro personalâ€. Es que lo que impresiona de Vautier es su altura moral y su preocupación por temáticas infrecuentes entre nosotros, como la vivienda rural.
Vautier murió a los noventa años en Buenos Aires, la ciudad en la que habÃa nacido en 1899 de un matrimonio de inmigrantes franceses acomodados. En 1921 se recibe de arquitecto en la vieja escuela de Ciencias Exactas, ya dejando rastros de impaciencia ante el dogmatismo del estilo Bellas Artes, de inquietudes sociales tÃpicas de un estudiante de la época de la Reforma de 1918 y de la buena formación técnica y estilÃstica de esos tiempos. Su abuela le regala un pasaje de primera clase a Francia y dinero para un año, que el joven Ernesto transforma en pasaje de tercera y dinero extra para tres años más bohemios. Parte con su amigo y compañero de estudios Alberto Prebisch y en alta mar conoce a la que será su esposa de 44 años.
ParÃs significa una aventura intelectual que rápidamente deja afuera a la escuela “convencionalâ€, que poco agrega a la porteña (qué tiempos, ¿no?) y Vautier y Prebisch se dedican más a conocer a Le Corbusier, empaparse de la nueva arquitectura de la época, trabajar con Toni Garnier en Lyon y frecuentar la estupenda colonia argentina de artistas. En 1924, de regreso en Buenos Aires, presentan en conjunto un proyecto de Ciudad Azucarera para Tucumán que les vale el EstÃmulo del Salón Anual de Bellas Artes. Vautier comienza a trabajar en la Comisión de Estética Edilicia que capitanea el Plan Noel para la ciudad de Buenos Aires, empieza a colaborar en MartÃn Fierro y se instala como un joven talento renovador.
Hasta 1953, Vautier se dedica a la arquitectura privada y pública, con incursiones en el urbanismo y el paisajismo, y a la docencia. Son años en que comienza a pensar y trabajar en vivienda social urbana y rural, y a formar equipos de trabajo, algo raro en la época, con colegas como Prebisch, Olezza, Bereterbide. Sus obras más importantes de este perÃodo son el sanatorio Anchorena, el edificio de Ugarteche y Las Heras, el barrio Sargento Cabral y el paisajismo de la avenida General Paz.
Para 1953, el arquitecto estaba en la ruina económica, aislado por un régimen que no tenÃa espacio para alguien que no era precisamente paciente con las ortodoxias burocráticas. Ese año lo salva una oferta de trabajo en Colombia: a los 54 años, vuelve a empezar en otro paÃs y realiza un fascinante trabajo de creación de vivienda popular con experiencias de autogestión rural. De esos tiempos data su libro inédito Ruralismo.
Vautier vuelve al paÃs sólo en 1962 y por vÃa indirecta. Instalado en Montevideo, espera un nombramiento de la Unesco para trabajar en el Africa de habla francesa, que nunca llega. Es entonces que su viejo amigo Prebisch, flamante intendente porteño, lo convoca como asesor y secretario de una comisión con el exótico nombre de “de Eliminación de Tuguriosâ€. Al año siguiente renuncia, convencido con razón de que en realidad no existe la menor intención de eliminar tugurio alguno.
Los años que siguen son intensos, con mucho trabajo en provincias mejorando comunidades rurales y mucha actividad académica. Con una vitalidad llamativa, Vautier sigue activo a edades en que muchos se jubilaron hace rato, de hecho insatisfecho por no ser considerado para ciertas posiciones para las que él no consideraba problema alguno sus ochenta años.
La muestra se inaugura este miércoles y seguirá abierta hasta el 19 en la ya habitual base del Cedodal, el Museo del Banco Provincia en Sarmiento 362. Como siempre, la muestra viene acompañada por uno de esos libros bien cuidados y exhaustivos del Cedodal.
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