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Sábado, 4 de diciembre de 2010
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San Telmo sin domingos

Por Patricia Barral *

Cerca del mediodía comienzan a llegar. Son enormes y blancos. Son decenas. Estacionan en las avenidas San Juan e Independencia. Y las risas y las cámaras de fotos se activan. Son extranjeros. Un poco antes asoman los de acá. Turismo interno, argentinos, la enorme mayoría porteños, que vienen a visitar San Telmo porque está muy cool para unos y muy fiestero para otros. Pero hay aún un antes para otro sector. Los vendedores callejeros. Manteros, artesanos, revendedores y oportunistas que por cientos, y más cada semana, llegan a las 5 de la mañana para ocupar un lugar en la calle Defensa, ilegalmente peatonalizada.

Luego, desde media mañana, músicos con altoparlantes o instrumentos de alto impacto se instalan debajo de ventanas y balcones de edificios y casas donde vive gente. El súmmum es cuando promediando la tarde grupos de batucada, afro y candombe comienzan a tocar tambores recorriendo y deteniéndose en la angosta calle Defensa. Los visitantes festejan a los gritos. Algunas veces los vecinos explican a esos festejantes el incordio que significa para el residente semejante espectáculo. La respuesta, invariable, es “mudate si no te gusta”. Esa parece ser la consigna del Gobierno de la Ciudad: que la gente identificada con el barrio se vaya y a cambio se pueble de habitantes eventuales, sin compromiso con la histórica vecindad. Por eso se cree que el ministro Hernán Lombardi entregó el ex Centro Cultural Plaza Defensa a un grupo cuyas actividades no pueden articularse con la residencialidad de la zona. La Asociación Afrocultural Bonga debería contar con otro sitio acorde a sus necesidades.

Ocurre todos los domingos desde hace tres años, en Defensa y sus alrededores entre Plaza de Mayo y San Juan. Todo es ilegal, exagerado y abusivo. Incluso la utilización del espacio público por parte de bares y restaurantes. Fue denunciado cientos de veces ante la Fiscalía, la Defensoría y las dependencias de la administración Macri que tienen competencia en el área. En el Gobierno de la Ciudad no tienen ningún Plan de Gestión del Casco Histórico habitado. No tienen idea de cómo organizar diez cuadras y por lo tanto descargan la responsabilidad en la policía.

Fueron los vecinos, por pedido de los funcionarios, quienes les acercaron propuestas de circuitos alternativos, levantamiento de la peatonalización ilegal y prohibición de la música de alto impacto. Ellos, los vecinos, aseguran que también quieren disfrutar otra vez de las tradicionales “llamadas”, el arte y las artesanías de San Telmo. Pero en este contexto, sólo padecen. Les acercaron ideas para planificar la actividad comercial, productiva e inmobiliaria. A esta altura, la mayoría cree que las autoridades prefieren dejar que las cosas sigan estallando y decanten solas: cambiar el perfil de habitantes, convertir la zona en paseo turístico, inundado de hostels, sin residentes permanentes. Museo y mercado a cielo abierto. Y paraíso inmobiliario. Bingo.

En San Telmo y Montserrat no es posible tener “domingos” como el resto de las personas. Allí en ese día de descanso no se puede descansar, ni estudiar, ni enfermarse, ni trabajar. No puede haber bebés, ni adultos mayores. La zona, pequeña y delicada, difícilmente resista mucho tiempo más que 20 o 25 mil personas la transiten todo un día. Después de diez horas de jarana, es un verdadero asco. Un espectáculo no apto para menores.

Se extiende la creencia de que Macri y sus funcionarios ni siquiera saben cuánta gente vive en forma permanente en Defensa y su zona de influencia. Las últimas políticas de su administración convirtieron a estos barrios históricos pero tradicionalmente habitados por gente común y trabajadora, en un circo desmadrado, un mercado invadido de baratijas que no permiten destacar el arte y las artesanías que se ofrecen desde siempre. Que deterioran día a día el comercio vecinal y los talleres y atelieres que le dieron impronta. Y que, contrariamente a lo que anuncia el jefe de Gobierno, deteriora día a día la calidad de vida del vecino y la integridad del Casco Histórico de Buenos Aires y su entorno. Aquí se preguntan a quién se referirá el alcalde cuando dice que vino a la política para que la gente viva mejor.

La promoción del turismo, la especulación inmobiliaria y el comercio sin planificar ni articular con la vida barrial impulsados por el macrismo, aceleran el final de la impronta arquitectónica y patrimonial, y de la red social del barrio fundacional de Buenos Aires. Por eso será recordado.

* Periodista y activista barrial.

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