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Jueves, 1 de marzo de 2007
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FUTUROLOGIAS

Abrir el debate

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”El futuro ahora”, prometía el título de la nota, allá por mayo de 1994. En la mesa de un bar frente a la redacción del diario se habían sentado juntos Andrés Ciro (Los Piojos), Adrián Dárgelos (Babasónicos) y Mosko (Los Brujos). Y habían discutido, claro. Dárgelos había abierto el fuego al decir que no se consideraba parte del rock (“el rock hoy es algo masivo, no es parte de una expresión juvenil”) y Ciro devolvió que él sí estaba dentro (“cuando volvía del colegio, ponía a los Stones porque no me fallaban; y hoy también pasa algo así, se busca al músico como referente”). “La realidad indica que el proceso de asimilación del rock nacional por el conjunto de la sociedad ha culminado”, decía la nota, a años luz (una década hoy son años luz) de la esponsorización festivalera y el Estado como promotor del rock al que le clausura otras posibilidades.

La producción se completaba con testimonios de Gustavo “Chizzo” Nápoli, cantante de La Renga (“en el rock actual, algunos pelean por cambiar algo y a otros no les importa nada”, se quejaba), Félix Gutiérrez de Todos Tus Muertos (“el rock está estandarizado y se convirtió en una especie de show hollywoodense”), Emmanuel Horvilleur de Illya Kuryaki (“las banderas a levantar son personales, ya no se puede cambiar nada a nivel institucional”), Andrés Giménez de A.N.I.M.A.L. (“nuestra pelea es para abrirle los ojos a la gente”) e Iván Noble de los Caballeros de la Quema (“me pregunto si Fito Páez o Pappo tienen necesidad de sobreexponerse como lo hacen, entrando en contradicción con su historia y su ética”).

Repasar hoy esa nota es tener ante los ojos el abanico de diferencias ideológicas del rock argentino de la última década (¿hasta Callejeros?), y resulta más que interesante pensar en los caminos que siguieron cada uno de los entrevistados. Esa capacidad de anticipación siempre motivó al NO: por ese entonces a nadie se le ocurría prender una bengala en un concierto de rock, Los Piojos no conocían siquiera el estadio Obras, los Babasónicos sólo podían soñar con cerrar un festival y La Renga era “uno de los grupos underground con mayor convocatoria”.

Anticiparse... ¿Por qué esperar a que Franz Ferdinand se consagre si su primer EP está que hierve? ¿Por qué no poner a El Otro Yo, Arbol o Las Pastillas del Abuelo en la tapa antes que nadie? ¿Por qué esperar al casamiento de Pablo Echarri para hacerle una nota en serio a Balas Perdidas? O contar las historias de Paz Lenchantín, marplatense devenida bajista de A Perfect Circle (y luego de Zwan); de Javier Weyler, el argentino-venezolano que toca la batería en Stereophonics; de Federico Aubele, porteño mimado de los Thievery Corporation; o del hijo de mendocinos José González, estrellita del nuevo folk... Lo bueno de anticiparse a los hechos —ver los frutos en las semillas, dice un proverbio chino— no es perderse en las vanas ilusiones de creerse formadores de tendencias ni los más vivos de la cuadra: es poder compartir una mirada periodística y abrir el debate.

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