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Jueves, 2 de agosto de 2007
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CRONICAS: LA MUERTE DE EZEQUIEL “EL CHINO” ZARZA

Un suicidio equivocado

El Chino era hincha de Platense, merodeaba la disco Bella Roma y había participado de la murga Los Magos de Saavedra. Una noche cualquiera lo persiguieron a la salida del boliche y apareció pisado por un auto en la General Paz. Qué pasó en el medio.

Por Facundo Di Genova

Hay algo peor que morirse joven y de manera trágica, y es que se diga que esa muerte fue producto de un suicidio, cuando en realidad pudo ser un homicidio sin intención o, peor aún, un linchamiento cuyo origen puede rastrearse en los colores de una camiseta, en la calles de un barrio, en las penumbras de la noche.

La noticia errónea del suicidio de Ezequiel Zarza, conocido como “El Chino”, un vecino de Saavedra y fana de Platense, decía que “deprimido por un desengaño amoroso” y cerca de las 6 del penúltimo domingo de julio, “se suicidó tirándose bajo las ruedas de un auto” que pasaba por la autopista General Paz, entre Constituyentes y Balbín. Además: “Una fuente cercana a la policía informó que el suicida habría dejado una carta en la que explicaba el motivo de su determinación”. El Gol azul que atropelló a Ezequiel se dio a la fuga. El impacto fue de tal magnitud que en un principio los federales que llegaron al lugar, que hacían guardia en el control policial a cien metros de allí, a metros de la estación Shell, creyeron que se trataba de dos personas distintas. El Gol lo había partido al medio.

¿Por qué dijeron que se había suicidado? ¿Por qué se habría suicidado? Los policías encontraron en uno de los bolsillos del jean de Ezequiel dos estampitas de amor, de esas que se reparten en trenes y subtes, con la cara de Mafalda en el frente y en el reverso, un texto de su puño y letra dedicado a su novia de dieciséis años, Belén, con quien estaba distanciado y pensaba encontrarse ese domingo a la tarde, para hacer las paces. De cómo una estampita con referencias de amor incondicional se convirtió en la carta que un suicida deja antes de morir, sólo la policía lo sabe, pero lo cierto es que fue la primera prueba de la cual se agarraron para lanzar la versión del suicidio. Ni la familia, ni los amigos, ni los vecinos del Chino compraron esa versión; antes bien se pusieron a investigar y a rastrear los últimos pasos del joven hincha de Platense y antiguo integrante de la murga Los Magos de Saavedra, que trabajaba limpiando una oficina en el centro y que estaba a punto de comprarse una moto, para empezar a trabajar de otra cosa.

Los últimos pasos del Chino se pierden en la oscuridad de la Plaza Parque Saavedra, entre las rejas del Parque Sarmiento y la parroquia del extinto padre Lombardero, a metros de donde encontró la muerte de un tiro en el corazón Patricio Sanbianchi, a manos de Maldad, un pibe chorro que vivía en el barrio Melo, al otro lado de la autopista, como consignó el NO el año pasado. El parque de día es muy bonito, de noche es otra cosa. Ese sábado, en realidad en la madrugada del domingo, el Chino fue a encontrarse con alguien, todavía no se sabe quién, adentro del boliche Bella Roma. Fue solo. Ubicado en el lado oeste del parque, a una cuadra de la General Paz y del control policial de la colectora, Bella Roma es el único boliche bailable de la zona. Ahí se junta gente de todos los barrios cercanos, de provincia y Capital: simpatizantes de Platense, Excursionistas, Defensores de Belgrano, Chacarita, de la barra de River, gente de barrios como Martelli y Saavedra, de Drago, Villa Urquiza y San Martín.

El jueves pasado, familiares y amigos de Ezequiel Zarza hicieron una marcha en el lugar del “suicidio”. Foto: Sandra Cartasso

Desde el punto de vista antropológico, en Bella Roma, diversidad es lo que sobra, y es quizá la razón para exacerbar “las rivalidades de siempre”, como le dijo a este suplemento Mariano Fernández, uno de los tíos del Chino, mientras marchaba junto con casi doscientas personas hacia Bella Roma primero y a la General Paz después, para cortar ambas vías durante 20 minutos y llamar la atención de algún testigo que pudiera aportar datos. “Todos nos conocemos las caras —ha dicho Mariano— y no hace falta tener puesta la camiseta para saber quién es quién.” Un día antes de que Ezequiel fuera solo a Bella Roma y se perdieran sus rastros, en el Día del Amigo hubo una trifulca dentro del boliche, alguien salió lastimado, otro habría ido a ajustar cuentas el sábado, y el Chino se habría comido un garrón que no le correspondía. “Los viernes, ese boliche es un quilombo, hay muchos pendejos que se maman y hacen cualquiera. Los sábados no tanto”, dice al NO un ex colaborador de Bella Roma.

“A las 5.20, Ezequiel llamó a mi abuela para pedirle el teléfono de un remise. No sabemos el teléfono de quién, porque no tenía celular. De la remisería no salió ningún auto. Después de ese llamado hay un hueco y no se sabe nada hasta las 6.30 que alguien llamó a una ambulancia avisando del accidente”, dice Carlos Fernández, otro de los tíos del Chino, que completa: “No se suicidó, no tenía motivos, estaba lleno de vida; y además lo venían corriendo, por eso cruzó como cruzó”. En el Juzgado de Instrucción Nº 5, donde fue citada a declarar la abuela del Chino, en la carátula sobre “homicidio culposo” quedó asentado que “en el examen forense se determinó que Ezequiel no tenía alcohol ni drogas encima”, dice Carlos, con lo que se descarta un cruce de la autopista fuera de sí, intoxicado. “Ezequiel murió por Platense en una noche que sólo buscaba divertirse”, escribieron al unísono todos los blogs calamares, dando cuenta de que los colores de la camiseta que amaba, el marrón y el blanco, de que el escudo que amaba, que tenía tatuado en una de sus pantorrillas, habrían sido determinantes en el trágico desenlace.

¿Quiénes lo corrieron? ¿Y por qué? ¿Qué daño previó el Chino para escapar y cruzar la autopista desesperadamente? “No podemos acusar a alguien sin pruebas, de última nos lo reservamos nosotros. Que lo corrió una bandita es seguro: un playero de la Shell dijo que lo venían corriendo”, dice Adriano, uno de los mejores amigos del Chino. “No queremos involucrar el tema de la tribuna para no armar quilombo. Sabemos que hay una chica de un barrio cercano y que hay una bandita de un barrio cercano que tuvieron que ver, pero no podemos decirlo porque son sugerencias. No hay uno que venga y diga ‘sí, loco, fue así y así y yo estaba’. No, nadie se mete.”

Otra de las “sugerencias” que recibió Adriano dice que al Chino “lo sacó un patovica y de ahí salió y lo empezaron a correr, y en la desesperación de que lo corría una bandita, algunos dicen que a los tiros, otros que no, eso tampoco se sabe, cruzó la General Paz”. El auto que lo atropelló “venía muy fuerte y se dio a la fuga —dice Claudio Mazaira, abogado de la familia—, y a las seis horas el conductor se presenta en la comisaría 49ª. Después de ese tiempo no hay ninguna posibilidad de realizarle un examen de alcoholemia; si estaba ebrio nunca lo vamos a saber”.

El hombre quedó detenido por homicidio culposo, y al otro día quedó en libertad. “Ahora dicen que no cruzó él, que lo tiraron a la General Paz —dice Belén, la novia del Chino—. No puedo creer que alguien tenga tanta maldad de tirar a una persona a la autopista.” A Belén esa hipótesis no le entra en la cabeza, pero sí otra: “Que lo estaban corriendo a los tiros es lo más creíble, más sabiendo cómo era él, que no le hubiera importado que le peguen entre veinte, no hubiera arriesgado su vida y cruzar como cruzó por unos golpes”. Belén ahora guarda las dos estampitas de Mafalda que el Chino le había dedicado, las mismas que el Chino le mostró el Día del Amigo a su amigo Adriano, las que encontró la policía cuando el Gol lo atropelló y se dio a la fuga. “Habíamos hablado el sábado y nos íbamos a ver al otro día; me iba a dar las tarjetitas, nos íbamos a arreglar. No hubo otro día.” Belén se guarda las estampitas, con la certeza irreversible de que no fue un suicidio, ni un simple accidente; con la duda sobre si fue un homicidio sin intención o, peor aún, un linchamiento cuyo origen puede rastrearse en los colores de una camiseta, en las calles de un barrio, en las penumbras de la noche.

* Mañana a las 19, en Balbín y Larralde (Saavedra), habrá una nueva marcha para buscar testigos. La familia y los amigos dejaron estos teléfonos para quien pueda aportar información: 4521-0305, 4545-1909 y 15-6856-2429.

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