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Jueves, 15 de noviembre de 2007
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Beck is back // Beck es Beck

“Soy como un perro mestizo”

Y de pronto nos enteramos de que la frutilla era tan grande como el postre: Beck telonero de The Police. ¿En qué anda el güerito de Los Angeles? ¿El hombre cut & paste? Bueno, se lo preguntamos a él: música, religión, misterios y mercado, en una larga conversación con alguien que sabe olfatear por dónde andan los sonidos.

Por Roque Casciero
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Durante la primera década de su carrera, Beck fue tan camaleónico como David Bowie. Pensalo un poco. Apareció con Mellow Gold como un slacker que pedía que lo mataran de tan perdedor que era, cuando en realidad ganó como loco con su original cruza entre folk y hip hop, y al mismo tiempo publicaba en sellos indies un disco de folk y blues (One Foot in the Grave) y otro de noise de baja fidelidad (Stereopathetic Soul Manure). Más tarde, cuando parecía que en las grandes ligas sólo podía repetir la fórmula del hit Loser, se juntó con los Dust Brothers y pergeñó un Odelay lleno de temazos posmodernos, cut and paste y ruiditos a pleno. De ahí mutó a Mutations, con su folk luminoso y cierto toque tropicalista. Luego se disfrazó de Prince rubio (así lo vimos en Buenos Aires a principios de 2001) para Midnite Vultures. Y finalmente hizo su Blood on the Tracks privado, Sea Changes, en el que su corazón roto encajaba perfecto con los influjos de Nick Drake y Bob Dylan. Pero a partir de entonces el rubiecito descubrió una influencia bastante particular: Güero y The Information muestran a Beck haciendo de Beck, como si se hubiera dado cuenta del valor de lo que había construido en esa primera década despareja pero siempre arriesgada. Y ahora, ¿qué onda, güero? ¿En qué andará Beck, a punto de regresar a Buenos Aires como telonero de lujo de The Police? Bueno, nada mejor que preguntárselo a él mismo, que levantó el teléfono de su casa de Los Angeles para atender al NO y hablar de música, religión, misterios y mercado. ¿Por qué no, si él mismo dice que no encaja en los estereotipos? Pasen y lean:

—¿Tenés algún recuerdo especial de tu única visita a la Argentina?

—Me acuerdo muy bien de todo. Fue un momento interesante porque estaba pasando algo con la economía del país, creo que pasó algo en esa semana que estuvimos ahí. La gente fue fantástica con nosotros y me acuerdo del concierto como si hubiera sido ayer. No sabíamos qué esperar porque nunca habíamos estado antes, y a veces sucede que llegás a un lugar y tu sensación es de que al público no le importa si estás ahí o no. Pero en Buenos Aires fue todo lo opuesto, el público fue una explosión, y eso fue una agradable sorpresa.

—Vas a abrir los conciertos de The Police. ¿Te gusta su música?

—Sí, me gusta The Police, sus canciones serían clásicas en cualquier género musical. Aunque había crecido con las canciones que pasaban por la radio, no conocía muy bien su música, la descubrí tarde en mi vida, hace unos ocho años. Recuerdo una conversación con Nigel Godrich (productor de Mutations, Sea Changes y The Information, además de Radiohead y Air) acerca de cuáles eran nuestras bandas favoritas cuando éramos chicos, en la que él me dijo que era un fanático total de The Police. Entonces me conseguí los primeros discos y hubo un período en el que los escuchaba todo el tiempo. Siempre me fascinó lo que puede hacer un grupo de tres personas, me encanta la idea del trío, porque es como un ensamble.

—¿Estás acostumbrado a abrir shows de otros artistas a esta altura de tu carrera?

—Sí, todo el tiempo. Si nos lo piden y es el momento adecuado, lo hacemos. Hace un par de años salimos de gira con los Rolling Stones y abrimos los shows de Radiohead el verano (boreal) pasado.

—Hace rato que no tocás en vivo. ¿Estos conciertos son el comienzo de una nueva gira?

—No, sólo vamos a hacer estos shows.

—¿Habrá algo especial, entonces?

—Eso creo, va a ser diferente, entre otras cosas porque la banda es totalmente nueva. Y Nigel Godrich va a ser parte de la banda.

—¿En serio?

—Sí, él es quien armó la banda, así que es como el curador. De hecho, vamos a empezar a ensayar hoy, así que en este punto no sé cómo va a sonar. Vamos a tocar mis canciones viejas, pero supongo que será muy artístico, casi como un remix. Lo que es seguro es que será algo único, no será como los últimos tours. Tenemos a Jerry Waronker en batería y a Justin (Meldal-Johnson) en bajo, que son una de las mejores secciones rítmicas de mi generación, y en guitarra está Jason Falkner, que es un gran artista por derecho propio, un gran compositor de pop-punk que fue parte de Jellyfish y que tocó con Air.

—Tenés un single nuevo, Timebomb, que se puede descargar de tu página y de iTunes. ¿Cuál es la bomba de tiempo de la que habla la canción?

—Es ambiguo, podría ser cualquier cosa. Es como “submarino amarillo”: ¿qué es eso? Lo de la bomba de tiempo es una imagen simple que puede aplicarse a muchas cosas: un sentimiento, un sonido, al mundo en que vivimos...

—A la política, al medio ambiente...

—Seguro. Son todas esas cosas que estamos haciendo en nuestro mundo sin pensar en la repercusión. ¿Qué va a pasar a largo plazo? Incluso lo que nos hacemos a nosotros mismos. Los celulares, por ejemplo: ¿qué les harán a nuestros cerebros para cuando tengamos 70 años? No lo sabemos, pero es otra de esas cosa en las que no queremos pensar.

—¿La canción va a ser parte de un nuevo álbum o sólo se conseguirá en formato digital?

—Creo que vamos a publicarla como single, no es parte de un disco. La grabé hace unos cuantos años y no era realmente parte de The Information, no tenía sentido que la incluyera ahí, así que la dejé esperando hasta que decidí sacarla: me pareció que era una buena canción para publicar en verano (boreal).

—Te preguntaba lo del nuevo álbum porque dijiste que te gustaría sacar uno por año. Y ya pasó más de un año desde The Information.

—Sí, me gustaría, absolutamente, pero me tomé mucho tiempo libre, lo cual fue positivo porque había trabajado sin pausa durante cinco años. Además, con mi mujer tuvimos otro bebé, así que traté de estar ahí para ayudar a este bebé a llegar al mundo y a que vea cómo sucede todo.

—Vos intentaste con formatos diferentes al CD convencional. ¿Qué opinás de lo que hizo Radiohead con In Rainbow, su nuevo álbum?

—Durante años he hablado con otras bandas sobre hacer algo así, pero es cuestión de cómo y cuándo, de cuál es el momento correcto. Es todo un gran signo de pregunta, una de esas cosas que todas las bandas están mirando con atención. Los Radiohead estaban en una posición de hacerlo porque no tenían contrato discográfico, pero además fueron suficientemente arriesgados como para ser los primeros en meter los pies en el agua. Nadie quería ahogarse, así que ellos se merecen el crédito: hicieron el sacrificio por otros músicos que la pelean. Hay otras bandas haciendo cosas similares, pero no son de su estatura ni de su influencia. Veremos qué pasa. Porque muy fácilmente podés quedar en el exilio, ya que existe un sistema para publicar música y promocionarla, y salirse de eso... El tema es que ellos están más allá de cualquier reproche en lo artístico, cualquiera que los critique queda como un estúpido. Por eso eran la banda perfecta para hacerlo, quizás otra hubiera sido marginada o no la hubieran tomado en serio.

—Pese a que hacés muchas entrevistas, sos una especie de misterio. ¿Cuidás tanto la privacidad porque creciste en una ciudad como Los Angeles, donde impera el culto a las celebridades?

—Hay un problema, pero es con los periodistas. Cualquiera que escribe una historia está buscando un arquetipo: deben existir unas diez categorías para los músicos, o para las celebridades, y todos tienen que entrar en una de esas cajas. Y yo simplemente no encajo en ninguna, ¿entendés? Hay cosas que no les cierran: ¿cómo puede ser que yo haya crecido en el barrio (en español), y haya leído a Rimbaud y Borges mientras escuchaba el blues del delta del Mississippi? No sé, pero gracias a Dios que existen las bibliotecas, lugares a los que podés ir a explorar si tenés 14 años y sos curioso, aunque no tengas un centavo en los bolsillos. Ahora es todavía más fácil con la internet... Así que, en cierto sentido, soy una mezcla de razas, como un perro mestizo. Durante los años que llevo haciendo música me volví más aceptado porque ahora hay más personas que crecieron con internet y que tiene un collage de ideas e influencias, y ninguna de ellas encaja en los arquetipos. Antes, o eras heavy o punk, una de dos; ahora podés ser ambas o ninguna. No sé si eso responde a tu pregunta...

—No estoy seguro, pero te hago otra, ya que mencionaste internet: hay una página web en la que hablan de cómo convencerte de abandonar la Cienciología, ¿la viste alguna vez? Parece salida de Los Expedientes Secretos X, está llena de teorías conspirativas.

—No la leí. Hay tanta basura en internet... Obviamente, todos sabemos que no se apegan a los hechos, sino que dicen lo que quieren. Eso está bien, cualquiera puede decir lo que quiera, pero ahí está escrito y entonces tiene cierta legitimación. He leído montones de cosas muy locas con cero basamento en la realidad, pero para mí es como ruido blanco, como esos comerciales de televisión que te venden la máquina de ejercicios para conseguir los abdominales perfectos: simplemente no les presto atención.

—Vos dijiste que pertenecés a la Cienciología y que también sos judío. ¿Cómo influye la religión en tu forma de hacer música?

—No lo sé, supongo que en un sentido son cosas separadas... Pero no, porque lo que a uno lo influye es vivir la vida. Cuando escribo una canción, la música es sólo música, es parte de una tradición: estoy contribuyendo a un sonido que se está haciendo desde hace cientos de miles de años. Y lo que lo influye son Bo Diddley, Mozart, la música tribal africana... Todo lo que es parte de ese sonido. Lo que pasa en mi música es que en parte es lo que tengo adentro, cómo veo algo o lo que quiero decir sobre un tema, pero también es simplemente hacer arte. Y eso es misterioso y nadie sabe de dónde viene. Definitivamente, cuando era chico me influyó mucho la imaginería religiosa del blues del delta del Mississippi. Canciones como las de Skip James y Son House, esos viejos bluseros, son tan ancestrales... El rock and roll viene de la música de las iglesias, del gospel sureño, así que ese sentimiento está ahí: podés ponerle un nombre o decir que sale de cierta fuente, pero está ahí. De todos modos, nunca me siento metódicamente a escribir sobre mis creencias. Quiero decir, crecí celebrando la Pascua judía, pero nunca me senté a escribir sobre eso. Nunca se me ocurrió. Y la Cienciología no está basada en la fe, no hay nada a qué adorar, sino que es como un cuerpo de conocimiento, algo más intelectual basado en cómo funcionan las cosas. Es académico, no un misticismo. En cierto sentido, la música es nuestra conexión con eso, porque vivimos en un mundo tan estructurado y plástico que no hay real conexión con nada más alto o misterioso. La música es como nuestro último vínculo con la “otredad”, la parte de nosotros que no podemos explicar: podés llamarla espiritualidad o como se te ocurra. Aunque, sinceramente, ¡prefiero no ponerme tan metafísico!

* Beck toca como telonero de The Police el sábado 1 y el domingo 2 de diciembre en River Plate. A las 21.30.

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