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Jueves, 27 de diciembre de 2007
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Esclavos de nuestras palabras VII > EL INDIE EN SU LABERINTO

“Santaolalla tendrá un Oscar, pero es un ladrón”

El nuevo rock argentino indie habla sin red (en este caso Peter de Los Alamos) y dice lo que piensa sin medir, ni importarle las consecuencias. Los tiempos están cambiando.

Por Juan Manuel Strassburger
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¿Resentimiento, clarividencia o incontinencia verbal? La frase que lanzó Peter, el cantante de Los Alamos, en un informe sobre nuevo indie argentino, es representativa de los claroscuros que vive la escena hoy. Orgullosamente divorciados del circuito masivo al que consideran “estancado” o repleto de “fórmulas para triunfar” (Marce Blanco de Doris y Chivas Agüero de Norma, en el mismo informe), la movida no se salva, tampoco, de sus propios clichés: bandas que predican su genialidad en el desierto (a pesar de contar con el amplio apoyo de la crítica especializada); obras maestras que termina reproduciendo el buen gusto de la época (y luego quedan viejas); rencillas pueriles entre bloggers y comentaristas anónimos que lo único que logran es desnudar aún más la miseria... Como en UPA! –la peli que ridiculiza las mezquindades y manierismos del Nuevo Cine Argentino– los indies del dos mil también parecen cargar con su cuota equivalente de autoparodia.

“Trabajé de telemarketer y me echaron a la semana, pinté casas y me decían que lo hacían mal, soy periodista y nunca nadie me pidió una nota... En el rock argentino, salvo que seas el hijo de alguien o tengas sello, tenés que laburar de otra cosa”, tiraba la posta Billordo –la quintaesencia del indie argentino que asume su subdesarrollo y se promociona a puro fotolog y youtube– en otro informe que ahondó en la doble vida de muchos indies de acá: referentes del under a la noche y modelos publicitarios de día. “¡Soy la Pancha Dotto de la música!”, reconocía Laura Ciuffo, cantante y compositora de Hamacas al Río. E insistía en la tesis: “Para hacer música independiente tenés que tener padres con guita o te la tenés que rebuscar”. El panorama no pinta mejor este año: además de la consabida falta de lugares para tocar, se suma ahora la duda sobre la continuidad de los ciclos del Gobierno de la Ciudad (Estudio Abierto, Lo Nuevo San Martín, ciclo Parque Centenario, Planetario, etc.), verdaderos bastiones de la difusión indie.

Pero no todo es bajón para la escena. De hecho, las buenas noticias son muchas. Ahí están Juan Stewart y Manza Esaín, viejos batalladores de los ‘90, que a demás de sacar dos muy buenos discos (Oui! y Folk, respectivamente) se han ido convirtiendo en verdaderos parteros de la movida: casi no hay banda o artista indie que no haya pasado por sus manos a la hora de legar la producción de un disco. Ahí está el sitio Zonaindie, ejemplo de diversidad y rigor en la información, además de generosidad para difundir propuestas más allá de amiguismos. Y ahí están las gratas sorpresas de Juanito El Cantor y las Kumbia Queers (ambos festejados con bastante antelación por el NO), más la confirmación de Gabo Ferro con Mañana No Debe Seguir Siendo Esto (¡el tercer disco en tres años!). Sin olvidarse, claro está, de los veteranos dentro de la movida; los que resisten pese a todo, y no defraudan: el gran salto de Massacre con El Mamut (disco del año en la encuesta del NO), la sensibilidad sinuosa de Bochatón (cada vez más libre y contagiosamente feliz en Tic-Tac). Y, por supuesto, El Otro Yo, que sacó Fuera del Tiempo, un disco impecable (y van...), y que cada año que pasa, envejece mejor. Así da gusto.

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