Una mujer y un hombre intentan asesinarse entre sÃ. Viven adentro de un cubo de acrÃlico, en una realidad insoportable, que no les da respiro. La eliminación fÃsica del otro es la salida. Será mejor matar que morir, aunque morir también podrÃa ser un resultado decente. Estamos en vivo y el episodio es hiper-multi-mediatizado en directo, todo merece ser registrado. Las escenas más violentas son registradas, los detalles sonoros más insignificantes son registrados; los protagonistas son registrados, el más lejano de los testigos es registrado y hasta el mismÃsimo espectador de la última butaca es registrado. Asesinos y testigos y espectadores y personal de maestranza y radiosescuchas e internautas y cronistas y lectores: todos en la sala son registrados por dispositivos de seguridad multimediales, pues de eso se trata Auguste o Jenny la Rouge, una obra escrita por el pintor, poeta y dramaturgo argentino Rodrigo Malmsten, quien le da forma a una deformada instalación multimedia inspirada en la idea del panóptico que un tal Michelle Faucault desarrolla en su libro Vigilar y Castigar, a la que el treintañero autor le una vuelta de rosca. El control se vuelve opresión, pero quien lo ejerce esta vez no es un Estado ni una agencia de inteligencia y ni siguiera un canal de tevé, sino la misma sociedad vigilante en su conjunto que se vigila a sà misma, mirando en el mismÃsimo interior del agujero de su propio culo, recibiendo la deformación previsible de toda transposición multimedial. Con el sonido en vivo del músico Nano Durand y la colaboración de la artista multimedia francesa Dominique Fury, Auguste o Jenny la Rouge se estrena en junio en el 6º distrito de ParÃs, en el teatro Nesle, y será dirigida por el francés Jean Luc Miranda. Malmsten, quien reside en Bruselas pero ahora se encuentra en Buenos Aires, dice que antes o después la quiere estrenar en Argentina. El autor y director de la impactante Kleines Helnwein (protagonizada por Belén Blanco en el Centro Cultural Konex, 2004) cree que no le será fácil conseguir el apoyo de los organismos de cultura porteños, más teniendo en cuenta que el gobierno de la ciudad pretende inundar la ciudad con camaritas vigilantes por lo que quizás el argumento de la obra no les haga mucha gracia a los funcionarios y escritores rentados que responden al bigotudo hombre de la policÃa propia y la seguridad absoluta. Habrá que ver si están dispuestos a trasmitir en vivo lo que sucede en el mismÃsimo interior del agujero de su propio culo.
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