Imaginen a un pibe que a los 14 años entra a Los Auténticos Decadentes. Directo. Sin escalas. Su prima tiene un flechazo en Brasil con uno de los integrantes de la banda y él pasa a compartir discos, shows, giras y toda esa alegrÃa que sólo puede surgir de un grupo como los Deca. El pibe crece, la pasa bárbaro, se vuelve un par y empieza a tallar fuerte en el interior de la banda, al punto de potenciar algunos de sus momentos más importantes. Por ejemplo, en Mi vida loca, a partir de su arenga incansable y de su indiferencia total hacia todo lo que fuera sentar cabeza y llevar una vida rockera algo más responsable. Sin embargo, Nico Landa, que de él se habla, un dÃa dice: “Listo, bárbaro, estuvo buenÃsimo, pero hasta acá lleguéâ€. Están en Francia, a la vuelta de una gira por el Mundial ‘98. Y el guitarrista, bajista, cantante o corista (porque para estar en los Deca hay que hacer de todo) se baja de ese gran sueño que prácticamente lo habÃa formado como persona para lanzarse solo y ver qué onda. ¿Por qué?
Landa a veces se encoge de hombros, otras ofrece una respuesta más honda, pero a lo largo de la entrevista no puede evitar volver sobre el mismo tema. Hace diez años lidera Los Animalitos, con quienes logró cierta notoriedad a partir de Vendrá la muerte y tendrá sus ojos, un tema coescrito con Andrés Calamaro, y con quienes también acaba de sacar La gran estafa, su muy buen tercer disco. Sin embargo, Landa siempre fue y será, antes que nada, un Auténtico Decadente. Ya retirado, pero presente. Una marca imborrable como el tatuaje que dice Jorge Serrano –el Deca mayor– que lleva en su brazo derecho y que enhebró junto a otros tres nombres ilustres: Bob Marley, The Ramones y José Luis Perales. “Fueron muchas cosasâ€, explica Landa. “Ver que querÃa seguir haciendo ciertas cosas, como quedarnos después del Mundial en Francia con hash del bueno y que ellos me cortaran el mambo. Ahà tuve un segundo de lucidez y me dije: ‘Esto ya no es para mÃ’.â€
Sin embargo, la otra razón fue la urgencia autoral. Landa dejó los Decadentes y, cual Salmón, no paró de grabar y componer canciones; la mayorÃa aún inéditas (temas olvidados y covers imposibles que tal vez algún dÃa salgan a la luz), y el resto disponible en los tres discos que ya llevan Los Animalitos. Temas como BrujerÃa guaranÃ, Mariana o los más recientes Tú y yo, La birome y el papel o Cuervita revelan a Nico Landa como lo que es: un digno heredero del costumbrismo y la artesanÃa pop de Jorge Serrano, pero con claras marcas propias como la obsesión por el Litoral y la Mesopotamia guaranÃes, el pulso punk-rock (integró Mala Suerte durante los ‘90), las referencias a la cumbia santafesina (Los Lamas, Los Leales) y, más que nada, el gusto por crear personajes y contar historias en sus temas.
Y es que la anterior referencia al Salmón no es casual. “A Calamaro lo conocà cuando vino a grabar con los Deca una versión buenÃsima de La guitarra. Y después volvà a verlo en España, en la época del Mundial ‘98, cuando con Cucho lo encontramos comprando fiambres con el Bebe Contepomiâ€, recuerda, divertido. “Era la época de Honestidad brutal y él ya estaba en esa vorágine de grabar todo el dÃa.†El frontman de Los Animalitos ya habÃa participado en Victoria y Soledad (grabada de una toma con coritos Decadentes deluxe) y se quedó junto al ex Abuelo unas semanas más en su casa de España. Esa temporada sirvió para que les picara el bichito de la amistad y volvieran a encontrarse algunos años más tarde, cuando Calamaro terminaba de sacar El Salmón y, lejos aplacarse, continuaba en pleno rally compositivo. “Conocà a alguien dedicado ciento por ciento a su trabajo y la pasión por la obra; la posibilidad de ver a alguien que aparte de la calidad operaba con la cantidadâ€, precisa sobre esa etapa. “Me parece que es uno de los buenos en serio. Pero del mundo, no sólo de acáâ€, certifica, orgulloso.
Producto de aquella época (o terminadas más tarde) son Prefiero olvidar, La paciencia del pescador y Salté el alambre (las tres con letras compartidas con Calamaro) y también Piedra, papel y tijera, con el toque especial del Cuino Scornik, poeta de La Zurda y factótum clave de la vorágine de El Salmón. Fueron dÃas que duraban 72 horas y en los que cualquier otra actividad que no fuera grabar y componer canciones quedaban relegadas para una mejor oportunidad. “Conocà a un chabón al que todo el mundo le doraba la pÃldora y trataba como si fuera el número 1, pero que me trataba a mà asÃâ€, cuenta, contento, sobre su relación con Andrés. “El no podÃa creer que yo no conociera a fondo los Beatles, pero a la vez le encantaba charlar conmigo sobre cumbia santafesina, Roberto Carlos, Perales o mi mambo con el Litoral; lugares o cantantes que él no tenÃa tan a mano, pero que también le fascinaban como a mÃ.â€
Ahora –más allá de que, fiel a su espÃritu inquieto, se encuentra grabando los demos de un futuro disco solista– La gran estafa es la gran apuesta de Nico Landa y Los Animalitos. Después de un parate de casi cuatro años sin novedades discográficas debido a problemas diversos (“Tuve una etapa oscura; se me apagó la tele y pasé por el chifladeroâ€, desliza sin abundar), el grupo bajó su número de integrantes (llegó a tener 3 percusionistas al unÃsono) y logró una formación más concisa (siguen Guty Gutiérrez en guitarras y Freddy Vargas en bajo y voz; ambos claves en la identidad sonora y compositiva de la banda) que le deparó canciones Ãdem. “Cuando no le prestás tanta atención al adorno musical encontrás al autorâ€, explica Landa. Y esa claridad se nota en temazos como Me lleva la vida (un punk-rock de raÃz popular), la ya citada Tú y yo (con esa lÃnea que define bien la poética de Landa y Los Animalitos: “Yo no sé si todavÃa sufrÃs escuchando a José Luisâ€) y la definitiva Mi cumbia, o cómo contar con autenticidad la experiencia cumbiera a partir de un folk-rock hecho y derecho.
Landa afirma vivir un presente “pleno†y “cancioneroâ€, y lo ejemplifica asÃ: “Hace unos dÃas estaba con Jorge Serrano y después de grabar unas cosas en un estudio hablábamos de lo lindo que era escribir textos y componer. ‘Qué lindo cuando empezás a pensar con el ukelele y dónde lo ponés –me decÃa Jorge–. Qué lindo cuando empezás a perder tiempo en eso’, empezamos a arengarnos hasta que los dos nos repetimos: ‘SÃ... ¡Perder tiempo en eso! ¡Qué bueno!’â€. El ex Decadente cuenta que entonces Serrano le dijo: “A eso yo lo llamo sabidurÃa: encontrar qué hacer con tu tiempo y hacerlo a fondoâ€. Pausa. “Bueno, yo lo encontréâ€, dice ahora Landa, los ojos celestes clavados en su interlocutor: “Hacer cancionesâ€. Ni más, ni menos. Y no hay resquicios para no creerle.
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