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Jueves, 5 de marzo de 2009
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Convencion cannabica en Cataluña

“Cuanta más crisis, más droga compra la gente”

Mientras el mundo se cae a pedazos (financieramente hablando), en la Spannabis de Barcelona –la feria del cáñamo y tecnologías alternativas– se habla sobre el aumento del consumo de drogas y sobre el uso medicinal.

Por Ezequiel Sánchez, desde Barcelona
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Nada más entrar a la estructura piramidal de vidrio semejante a la del Louvre que tiene la feria de Cornellà, un familiar y dulce olor invadía cada centímetro de los ocho mil metros cuadrados que ocupa el lugar elegido para realizar el evento.

Con una rápida vuelta d e reconocimiento, uno ya se encontraba con todo tipo de vaporizadores —que se podían probar–, picadores del tamaño de Groenlandia, fertilizantes y abonos, filtros para el aire y el agua, extractores, kits de indoors ya montados, peyotes y san pedros, bibliografía, ropa, aceites, cremas, cervezas y hasta plástico hecho de cáñamo. Una de las novedades de la feria la plantó Green House Seeds, con sus semillas pintadas a colores para poder distinguir las distintas variedades dentro de un mismo paquete.

Además de recorrer los más de ciento cincuenta stands, los dieciocho mil asistentes que se dieron cita durante los tres días –según los organizadores– podían presenciar las conferencias orientadas, en su mayoría, al uso terapéutico de la marihuana. La primera charla, a cargo del abogado especialista en temas cannábicos Héctor Brotons, giró en torno de los aspectos legales. Lo primero que dejó en claro fue que no sólo de ley se tiene que hablar sino también de “política y de moral”, ya que por culpa de leyes ambiguas son “las tendencias de los jueces las que decantan para un lado o para el otro”.

También consideró “absurdo que la Organización Mundial de la Salud clasifique al cáñamo como sustancia que causa daños graves y carente de beneficios terapéuticos”. El médico de familia Fernando Caudevilla afirmó que “como todos los fármacos, ayuda en algunos casos y en otros no”, y defendió la posibilidad de tener una herramienta más disponible para tratar “las náuseas que produce la quimioterapia, o el síndrome de delgadez extrema presente en enfermos de sida”.

En una Europa donde ya es familiar la palabra crisis, la industria de la marihuana puede ser un negocio floreciente. Para un peruano que hace temporadas de verano en cada continente y que estaba atendiendo un puesto de parafernalia, “siempre se vende bien en la Spannabis”. Tan bien que presagiaba que “algún día van a terminar vendiendo contadores de billetes”.

Desde el stand de Paradise Seeds sostenían que la buena venta era una consecuencia del retroceso económico. “Nos va mejor que en Amsterdam. Cuanta más crisis, más droga compra la gente”, se sinceraban, contradiciendo sin saber el mensaje que intentaban dar algunos oradores que defendían “el uso lúdico de las distintas sustancias psicoactivas”.

La misma línea siguen desde hace trece años en la ONG Energy Control, un colectivo que se dedica a brindar “servicios para la reducción de riesgos y para la correcta gestión del placer” a través de un consumo responsable.

Además de tener un stand en la feria y de dar una conferencia, la asociación asiste a espacios de ocio, raves y festivales como el Sónar o el Boom, donde aparte de brindar información también realizan pruebas a las drogas que la gente les lleva, aunque no con la misma sofisticación que cuando lo hacen en su laboratorio de Barcelona. En la actualidad, también están desarrollando una “tarea educativa por los colegios con un enfoque adaptado a la edad de los chavales”, y asesorando a distintos municipios para que desarrollen sus planes sobre drogas.

Como en otras charlas, criticaron el papel que tienen los medios en la generación de opinión. Explicaron cómo las “pastillas de la muerte”, expresión que se le daba al éxtasis, tienen a nivel estadístico el mismo riesgo de matar a una persona que una aspirina. No habría estado de más que por las dudas desaconsejaran el uso del mdma para mitigar dolores de cabeza.

En Buenos Aires están surgiendo proyectos que también buscan una “reducción de riesgos en el consumo de sustancias provenientes de fuentes poco confiables”. Ya circula el Reactivo de Marquis, un líquido que permite identificar los compuestos que traen las pastillas mediante “una reacción química que produce un cambio de color, según el alcaloide contenido en la muestra analizada”, como explican sus creadores en el blog desde donde lo distribuyen.

Que exista una industria tan variada y potente alrededor de una planta cuyo consumo permitido sea sólo a escala personal es extraño. Pero más extraño aún fue que desde un stand de posters se escucharan clásicos de Los Gatos como Viento dile a la lluvia o La balsa. El musicalizador había llegado hasta los orígenes del rock nacional por haber vivido en Madrid junto a un exiliado argentino. En la Spannabis, madera para irse a naufragar había de sobra.

Pero la representación argentina en la feria no se limitó a alguna canción de culto. Alicia Castilla, la autora de Cultura y Cultivo Cannabis, dio una charla sobre el uso culinario de la marihuana y la precaución que hay que tener, ya que existe “una gran divulgación de recetas donde no se miden las consecuencias”. Como existe una mayor dificultad para dosificar las proporciones y como cada organismo digiere de forma distinta, “hay que tomarlo con muchísimo cuidado, porque el colocón que se obtiene es absolutamente diferente, diría que enteógeno”.

Sobre la inminente despenalización, Castilla afirma que la Argentina está todavía a años luz de poder realizar una feria como la Spannabis, ya que “hay mucho demonio construido y no hay muchos militantes cannábicos, porque no les interesa ser escrachados”. Resalta el concepto de “delito sin víctima” creado por un juez argentino para negarse a “fabricar delincuentes”, aunque sigan ocurriendo las contradicciones de “absolver a alguien con seis plantas y condenar a otro por un porro y medio”.

Y entre conferencias, catadas, entregas de premios y recitales se pasaron los tres días que duró el evento. Pero mientras la mayoría abandonaba el recinto, dispuesta a tener los más dulces sueños, seguían apareciendo los colgados de último momento que preguntaban por “la feria de la marihuana”. Tal vez sea cierto que el cannabis produzca alteraciones en la memoria y en la atención, aunque los estudios más serios demuestren que desaparecen después de un período de abstinencia.

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