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Jueves, 4 de febrero de 2010
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SEAS RUBIA, NEGRA O COLORADA... ¡YO TE QUIERO, YO TE ADORO!

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Hace unos días llegó a la redacción un sobre firmado por el Comité de Sommeliería Popular del NO. Decía: “Eh, editor, ¿no tené’ una página pa’ la birra?”. Acá está... y el cronista sigue bajo tratamiento hepático.

Por F. F. Di Genova

Emblema de la celebración y el descanso, la cerveza lidera el podio en el ranking de las bebidas alcohólicas de consumo de masas. Argumento suficiente para que los paladares cimarrones del Comité de Sommeliería Popular del NO saboreen todas las rubias, negras y coloradas de las marcas nacionales más accesibles. A los catadores del Comité (integrado por Papaiani, Chersi, Tain, Enana K, Vale Morsa y quien escribe) les habría sido imposible escrutarlas sin la necesaria ayuda de una heladera. Porque si hubieran estado a temperatura ambiente, más de uno habría recordado las viejas enseñanzas del emperador romano Juliano el Apóstata: “Beber cerveza es como tomar la meada de un caballo con fiebre”. Bien lejos de eso, se testearon 16 etiquetas conseguibles (siempre con envase vacío en mano) en almacenes, supermercados y minimercados chinos de acá a la vuelta. Semejante mezcladito cervecero hizo que la cata transitara entre el sudoroso trabajo insalubre de beber sin moderación, el disfrute que significa acompañar la tarea con aceituna y papa frita, y la conexión con lo sobrenatural que supone dialogar con el Dios de la Birra, Señor Gambrinus.


1) Palermo ($ 3)
6 puntos

Diríase que casi no existe fuego de albañil hecho con brasas de madera de obra y crujiente falda bien finita (corte banderita) sin una Palermo al lado. Rubia de cabecera para quienes siempre les falta un peso para la birra, y para los desencantados de otras marcas que apuestan a la publicidad en detrimento de la calidad, se impone como gran alternativa en relación billete-sabor.


2) Liberty ($ 4,10)
7 puntos

Tomar cerveza sin alcohol es más feo que dar masa con el instrumento a media máquina, diría un amigo, pero no en este caso. Recomendada para los que no pueden ingerir alcohol (gente en tratamiento psicofarmacológico, por ejemplo), tiene sólo 0,5 por ciento de etílico, o sea que, igual, guarda con la alcoholemia. Riquísima, tanto o más que una rubia alcohólica. Vale tunear con whisky.


3) Bieckert ($ 3,30)
6 puntos

Hermana huérfana de una familia de alcurnia que ha quedado pobre por pagar el precio de una canibalización publicitaria, del clan Bieckert sólo resiste esta bonita rubia que pocos buscan entre tanta oferta de blondas medio gato con siliconas. Sin grandes pretensiones, pareciera medio frígida pero, sin embargo, sorprende como la más callada. Da para tomarse un par.


4) Isenbeck ($ 4,00)
8 puntos

Elaborada en Zárate con ciento por ciento pura malta, gas carbónico natural y 4,6 por ciento de alcohol, espuma tranquila y burbujas hippies, tiene la calidad y el nervio de una cerveza europea, y un potente amargor que si no está acompañado de un frío intenso sería algo así como una patada voladora en la nuca. Brebaje premium de queruza, con pizza de ayer va como tubo.


5) Imperial ($ 4,75)
6 puntos

Símbolo de calidad para la vieja guardia, ya no es lo que era. Rica, oscura y espumosa –pero hasta ahí–, recuerda a lo mejor de la antigua Quilmes Cristal, y si bien aspira a ser lo que fue (la mejor cerveza de los ‘80, envase de 3/4 sólo en bares), todavía no lo logra. Aun así conserva seguidores, como vieja banda de rock que se reagrupa para hacer dinero.


6) Budweiser ($ 3,80)
7 puntos

Poco lúpulo, cero amargor, color amarillo pálido tornasolado, gringa de origen y santafesina de nacimiento, viene cosechando fans como Pino Solanas en elección porteña. La evolución de su fórmula con ingredientes locales la convierten en una rubia fresca, ágil y macanuda como para besar en cantidades industriales y quedar bien parado en el intento. Más fácil que la tabla del 1.


7) Stella Artois ($ 5,90)
9 puntos

Campeona entre las nuevas premium de acceso popular, habrá que ver hasta dónde sostiene la calidad por el mismo precio: oriunda de Zárate, pero de alcurnia belga, espuma blanca cual bretel de quinceañera, sabe fresca y brava como rubia sub-30 y huele a marihuana casera de origen asiático (lo que no es errado, tratándose de que el lúpulo es de la familia de las cannabáceas).


8) Quilmes Bock ($ 4,65)
6 puntos

No es ni rubia, ni morocha, y para colorada le falta tintura. Bien alcohólica (6,3%), con tonos caramelo Media Hora pálido, su espuma semeja a mar de Las Toninas revuelto con yodo. Pega bien, y con comidas agridulces desempeña gran casamiento. Destronada por su bella y mejor tostada hermana menor la Stout, se queda pagando a medio camino, como haciendo dedo.


9) Quilmes Stout ($ 4,75)
7 puntos

Color negro con reflejos granates, espuma de tonos hueso bien sostenida y cremosa, francamente aterciopelada, es una de las novedades mejor recibidas. Negra con todas las letras bien puestas, hay cierto dejo medicamentoso que hace ruido. Buena acidez y el amargor justo, tiene 4,8 por ciento de alcohol por litro. Decididamente melosa como beso de morocha ardiente.


10) Schneider Negra
($ 4,75) 9 puntos

Negra como la más negra, a trasluz se le ven sus intimidades rojo rubí. De lejos semeja un café con espuma de leche manchada. Huele a cacao y sabe a café colombiano tostado. Una delicia tonificante que con sólo tres vasos te deja re-pipón. Ideal para acompañar cocina alemana, con sánguche de mortadela y queso no tiene rival. Lejos, la mejor morocha argentina.


11) Quilmes Cristal ($ 3,50)
6 puntos

Dicen que bajó su calidad y hasta que trae dolor de cabeza, cosa que este Consejo no pudo constatar (mucha mezcla). Quintaescencia del ser nacional, color sol de bandera argentina, huele a cultura popular y a barra de lata de cierto bar de mala muerte. Su sabor no es destacable, pero sí único: recompensa del trabajador que ha cumplido sus tareas y resulta tan necesaria como el asado.


12) Brahma Chopp ($ 3,50)
6 puntos

Lucha a la vanguardia de las cervezas masivas sin poder sacar aún una cabeza de ventaja sobre sus competidoras. Rápida y liviana, muy bebible, fácil como brasileña descocada, tiene 5 por ciento de alcohol. No es amarga, no tiene mucho gas, ni hace mucha espuma, pero está bien, sobre todo por su precio accesible. Para información con mayor objetividad: 0800-222-378392.


13) Schneider ($ 3,80)
8 puntos

Gran lady para escabiar en un tugurio de frontera, tirado en una hamaca tibia al sol, está tan buena como Ingrid Grudke (o mejor). Rubia de ascendencia alemana, en el país da mejores frutos que en origen, y encima es más nacional que las nacionales. En su rango de precio lidera ampliamente el pelotón del gusto. De amplia trayectoria en Santa Fe, lejos, la revelación de la década pasada.


14) Quilmes Red Lager
($ 3,70) 8 puntos

Enciruelada y colorada como la más carnosa de las pelirrojas irlandesas, en realidad uno la puede besar fácil en González Catán. La oveja roja de la familia Quilmes obtiene así el premio a la astucia comercial por industrializar una fórmula que en el país estaba reservada a las importadas o artesanales. Combinada con lechón induciría a los siempre ardientes pecados de la carne.


15) Heineken ($ 5,35)
8 puntos

Espuma firme, de cuerpo amarillo metalizado, se trata del más bello fuselaje jamás lustrado hasta hace poco (encandiladora botella verde). Detenta el ser blonda de lujo mas no de vulgaridad, aunque una competidora le hace sombra. Aun así sigue siendo una pura sangre sin mezcla de maltas con 5 por ciento de etílico, riquísima. Leve contrapatada amarga, te cachetea si la tratás mal.


16) Warsteiner ($ 5,50)
9 puntos

El más reservado secreto a voces de los paladares negros cerveceros dejó de serlo al salir al mercado en botella retornable, y sin ropas quedaron sus virtudes: notas a zorrino en la punta de la napia, color lingote oro a la córnea, es bien compleja y de verdad no se deja fácil, pero vale la pena el intento, y el precio pagado, para conocer una rubia decididamente distinta. Imbatible.

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