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Jueves, 15 de julio de 2010
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AGUAS (RE) FUERTES

San Tuca

Por Facundo Di Genova
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Se dieron cuenta por el barandazo. Lo delataron sus compañeros. Le secuestraron la tuca que había guardado para fumar después, y una piedrita de 6 gramos que guardaba en su mochila. Picadura de marihuana. Qué término divertido. Como si viniera picada. Quedó detenido el muchacho. Lo descubrieron fumando porro en el trabajo. Escándalo. Es, o mejor, era policía. Y estaba fumándose uno en la comisaría. Escándalo. Más cuando quienes lo mandaron al frente fueron sus pares, ni siquiera el comisario. Como el pediatra que, estando de guardia en un hospital de Bahía Blanca, se quiso relajar durante la madrugada tomando vino en cartón, y fumando uno. Escándalo. Como el anestesista cocainómano a quien se le murió de sobredosis un dormido. Como el conductor de televisión que se toma un par de virulos antes de salir al aire. Como el sartenazo que se da el diputado en los baños del Congreso. El milagro es hoy. Psicosis. La colocación es permanente. Alucinaciones. Un escabio, por favor. Hay que reducir la tensión. Fumarse uno antes de entrar a clase. Fumarse uno antes de comenzar el día. Fumarse uno antes de escribir esta nota. Suicidarse antes de nacer. Es un escándalo. Cuánta irresponsabilidad. ¿Cómo no averiguaron? No saben que ahora cualquier psiquiatra receta pastillas de grueso calibre por nada. Sólo hay que decirle que te da miedo subirte al bondi, que te da pánico viajar en subte, como si fuera anormal que te repugne meterte en un vagón explotado y oloriento que viaja a cuarenta kilómetros por hora debajo de la tierra. Doctor, este mundo me da miedo. No sabe lo que es trabajar en una comisaría. Y la guardia del hospital te mata. Y la oficina, mi jefe es insoportable, no para de hablar, y encima es mala persona, y además de noche no duermo. Y el doctor receta antidepresivos para el día y sedantes para la noche, confiado no tanto en el avance de la medicina sino en que le falta muy poco para alcanzar el objetivo: un congreso de psiquiatría en Cancún financiado por el laboratorio que produce las pastillas que él prescribe a diestra y siniestra. Total, quedás puesto lo mismo. Y lo mejor es que no dejan barandazo.

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