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Jueves, 1 de diciembre de 2011
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New Order no se separa (pero son menos que antes)

Desorder

“Peter no está, él ya desde aquella vez no tenía ganas de seguir, pero tampoco es el dueño del grupo”, dice Steven Morris sobre aquella primicia mundial que diera Página/12 en 2006 sobre la separación de New Order. En su lugar está Tom Chapman (bajista de Bad Lieutenant) y volvió Gillian Gilbert, pareja de Morris.

Por Luis Paz
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En septiembre de 2002, el periodista francés David Blot, emblema de la Radio Nova y crítico de Les Inrockuptibles, firmaba un preciso y precioso texto de presentación del compilado Internacional, de los sobrevivientes de aquel vuelo estrellado que fue Joy Division. En New Order nunca debió llamarse New Order, el texto-manifiesto del booklet de ese CD que aquí se conseguía en promoción a cambio de una cantidad olvidada de marquillas de paquetes de cigarrillos, Blot concluía que “a no ser por New Order, los rockeros seguirían escuchando rock”, y argumentaba que el bajista Peter Hook había producido a Stone Roses, que el guitarrista Bernard Sumner lo había hecho con Happy Mondays, que de ellos había salido el dinero para el armado de The Hacienda, el boliche central de la movida de Madchester, y que, a 20 años entonces y a casi 30 hoy del lanzamiento de Blue Monday, la generación del techno seguía vigente. Más razones para prestarle atención al show que esta noche darán en Obras, en el marco de una “reunión” que habría que consignar entre diez u once pares de comillas, no hacen falta.

El entrecomillado, básicamente, tiene que ver con la ausencia de Peter Hook, el líder-post-Ian-Curtis (siempre a regañadientes de Sumner) de este combo que nació en 1980 y marcó a fuego esa misma década, con discos tan brillantes como Power, Corruption & Lies o Low-Life y un sonido tan actual en este retro-hoy (y modernista en aquel futurista-ayer) en el que parece ser que lo más excitante son las bandas que incitan al baile con arietes en forma de guitarras. Nada nuevo, ningún nuevo orden; o el mismo que New Order puso a andar y al que de facto le puso freno en 2006, con la curiosa mediación de este diario en el marco de una bastante histórica primicia mundial.

Bajo el título “El último show en vivo para siempre”, Roque Casciero y Mariano Blejman firmaban entonces (Página/12, 20-11-06), y en ocasión del último show de New Order en Buenos Aires (y para aquella época, el mundo) en el marco del Personal Fest, una entrevista en la que Hook arriesgaba: “Estuvimos juntos 29 años, no creo que uno más tenga importancia. En este momento tenemos todo, así que quizá sea momento de que lo perdamos. Este podría ser el último concierto de nuestra carrera”. Cinco años y una semana después es Steven Morris, ese baterista que patentizó el estilo “chabón que toca como una máquina de ritmos” de Joy Division y New Order, el que se acuerda de cómo aquella nota lo puso a responder cientos de llamados, pero aclara: “Creo que ahora puedo entender qué sintió Peter en ese momento. Estábamos con muchos shows y produciendo poco, y quizá la cosa necesitaba un reseteo. Pero aquel supuesto fin de New Order nunca fue algo consensuado”.

En todo caso, ya casi no importa más que a los fines de entender por qué Hook no es parte de este retorno que New Order comenzó, con los fines de beneficencia del caso, en Bruselas, continuó en París, los hará recalar en la Argentina, Brasil y Chile y cerrará en Londres. “Peter no está, él ya desde aquella vez no tenía ganas de seguir, pero tampoco es el dueño del grupo. En su lugar está Tom Chapman (bajista en vivo de Bad Lieutenant, el anterior “New Order sin Hook”) y volvió Gillian Gilbert, pareja de Morris, como tecladista y guitarrista invitada. “Yo ya estoy en mis 50 y tengo que confesarte que no sabía si hacer esta gira, si tenía sentido. Pero nos estaban llamando y llamando para volver, de los mismos lugares donde habíamos estado tocando en 2006, y ya fue. Soy músico, ¿no? Además, que Gillian y Tom estén acá le da frescura al grupo humano”, dice Morris.

–¿Te acordás de cuando tenías 20? ¿Cómo era el mundo? ¿Qué sentías vos?

–Es muy difícil explicarle a la gente cómo era entonces, sobre todo porque uno lee el pasado desde las libertades del presente y se asquea o se sorprende, pero en esa época no había tantas libertades: el mundo era mucho más serio y gris. En cuanto a la música, la banda que escuchabas era tu escudo, tu credencial y tu bandera, algo muy importante y serio que ya no funciona ni se explica del mismo modo. No es peor, pero es diferente.

–Bueno, los jóvenes no estamos tan de acuerdo con esa lectura, Steven.

–Sé que no estarán de acuerdo, pero hay algo que es objetivo: hace 30 años te comprabas un disco, lo abrías, lo ponías y lo escuchabas durante horas y horas, una y otra vez. Hoy tengo suerte si una persona escucha mi single tres veces en la misma semana. Además, más allá de las sensaciones, la música se volvió algo muy corporativo. No podías imaginar a Iggy Pop en un shopping firmando autógrafos, pero ahora sucede. Pero entiendo lo que decís, quizá generalizo mucho. De hecho, veo en mis hijos la misma pasión y el mismo interés que tenía yo. Claro que imagino que habrá muchos así.

“A mi edad, muchas cosas me conectan con el pasado. Una son mis hijos”, le confiaba Morris al NO por teléfono, hace algunos días. “Y la Oberheim DMX, la máquina de ritmos sobre la que armaron Blue Monday, que volviste a comprar recientemente, ¿con qué te conecta?”, pinchaba el suple. “Oh, me había olvidado de ella. Me volví un coleccionista de instrumentos viejos, pero la compré y quedó por ahí, tengo que buscarla. El tema es que es una tecnología vieja, algo frágil, que no podés llevar a todos los shows. De hecho, en esa época se me rompía a cada rato. Me recuerda esos años, aunque no me acuerdo de cómo la seteaba para tocar. Pero es genial, podés grabar discos con ella y es expresiva, para mí es una máquina con sentimiento.”

–¿Era más fácil trabajar con ella que con Martin Hannett (productor de New Order y de ambos discos de Joy Division, Unknown Pleasures y Closer; de John Cooper Clarke, Magazine, los Stone Roses y los Happy Mondays)?

–(Risas) ¡Seguro que sí! Martin era insoportable a veces, porque te hacía entrar en juegos mentales (N. de R.: revisar, si no, aquel que le jugó al propio Morris en una sesión de grabación, cómicamente registrado en la película 24 Hour Party People, de Michael Winterbottom). Una vez le pedí hacer unas sobregrabaciones de un redoblante, pero estaba mezclando algo. Me dijo que le iba a llevar horas y me mandó a casa. Cuando llego, suena el teléfono y era Martin: “Hey, ya terminé, venite”. ¡Lo quería matar! Pero fue un gran productor y una gran pérdida: él buscaba ser provocativo con sus acciones, y eso fue parte de Joy Division y es parte de New Order.

* New Order toca este jueves 1º en el Estadio de Obras Sanitarias, Av. del Libertador 7395. A las 21.

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