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Jueves, 16 de febrero de 2012
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Kutxi Romero, de Marea, contra la realeza española

“El país se muere de desesperación y seguimos aguantando a una familia de tontos”

Oriundos de los suburbios de Pamplona, banda visceral y verborrágica, despotrica contra la idea de tener familia real en un país democrático: “Con un presupuesto que podría sanear muchas economías”.

Por Juan Ignacio Provéndola
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“Soy un peón de albañil con suerte” dice Kutxi Romero, pero su modestia no convence: desde que abandonó el fratacho y la plomada hasta que se convirtió en la voz cantante del fenómeno rockero más congregante de la península ibérica, hubo algo más que fortuna para que eso que fue concebido como La Patera y que hoy conocemos como Marea acreditase siete discos de estudio, centenares de shows, millares de entradas cortadas y la tercera gira por estas pampas, esta vez para presentar su flamante En mi hambre mando yo. Y mientras algunos siguen contando de este lado del océano que el rock es rock en España gracias a Moris o a Andrés Calamaro, estos muchachones de los suburbios pamploneses rascaron sus primeros acordes sólo porque alguna vez habían escuchado la fina y sucia poesía del inmenso Robe Iniesta, motivo suficiente para partir a partir de un puñado de letras macarras, músicas con trances de himnos y una actitud comercial que muchos parangonan con La Renga, colegas con los que intercambiaron giras y anfitrionazgos. “Nos vinieron a saludar al show de Cosquín el fin de semana pasado, pero en este viaje tenemos menos tiempo libre y no podremos hacer asados diarios como en otras épocas”, avisa Kutxi, antes de subirse al escenario de GAP, en Mar del Plata, como penúltima parada de una gira que también incluyó Rosario y que termina hoy jueves en Groove.

–En tu biografía sobre Marea, escribiste: “En noviembre de 2007 vivimos en Argentina y Uruguay las experiencias más hermosas de toda la existencia del grupo”. ¿Fue tan así?

–Por supuesto. No veníamos con ninguna idea preconcebida y fue maravilloso encontrarnos a cada rato con sorpresas. Cuando venimos, se juntan los astros. ¡La mejor banda de rock del mundo se merece al mejor público del mundo! Argentina es un país rockero, eso se ve en la tele y en la radio, algo que en nuestro país no sucede. Destaco dos cosas de aquí: a los que queréis, queréis, y a los que odiáis, odiáis, eso es pasión; y la amabilidad de la gente por encima de lo lindo o feo de la geografía de las ciudades, que son meros bloques de hormigón. Nunca vine de vacaciones ni tuve la oportunidad de hacerlo, pero estoy buscando un hueco para venir con la familia.

–En esa misma gira aprovecharon para hacer el video de Mierda y cuchara. ¿Sabían que fueron el primer grupo que utilizó el Obelisco como escenografía?

–Sí, nos enteramos de eso y no lo podíamos creer, aunque también anduvimos por La Boca y otros lugares. Básicamente, lo hicimos tratando de aprovechar la ciudad en el caso de que no pudiésemos regresar más, cosa que afortunadamente sucedió dos veces. No obstante, fue un quilombo de putamadre, con problemas de permisos y sobornos. ¡Lo habitual!

–Hicieron muchas giras por España, a veces con tu vida corriendo serios riesgos. ¿Tantos kilómetros rodados dejaron alguna lección?

–Nosotros hacemos una gira cada tres años. No somos un grupo que esté continuamente en la carretera, eso nos quemaría vivos. Primero está lo personal, luego lo musical. Tienen que suceder muchas cosas para salir de gira o entrar a grabar un disco, tener a la familia estabilizada, que haya canciones nuevas, que esté todo bien. Por eso llevamos tantos años juntos.

–¿Qué aprendieron del negocio, después de tantas experiencias desagradables con las discográficas?

–El último disco lo grabamos en nuestro propio búnker, que lo montamos en las afueras de Pamplona e incluye el estudio, tienda de merchandising, un taller y 14 salas de ensayos para las bandas amigas. Eso nos permite producir nuestro material y prescindir de gente externa que decida por nosotros en ningún aspecto, lo cual nos da una libertad creativa maravillosa. Por eso, el disco se llama En mi hambre mando yo: nosotros mismos decidimos lo que comemos, cómo, cuándo y con quién.

–¿Alguna relación entre el nombre del disco y la situación actual de ajustes sociales y políticos por los que está atravesando España?

–No tiene nada que ver, pero de todos modos se puede extrapolar. En España, el patio está feo, se están empezando a producir situaciones de verdadera tristeza económica en las familias. Veremos donde acaba esto. No se ve mucha luz, aunque no soy político para advertirlo. ¡Afortunadamente!, porque es la raza que más odio en el mundo, los mataría a todos. No merece ningún tipo de respeto la clase política de ningún país, y no hablo de los gobernantes, sino de los políticos, en general. Me parece bochornoso que en España, por ejemplo, puedas ser el más ladrón y luego sales por la puerta grande, recibiendo las gracias y sin pisar la cárcel en la puta vida. El movimiento de los indignados estuvo muy bien, con mucha gente reclamando en las calles, pero luego vinieron las elecciones generales y ganó la derecha por mayoría absoluta. No sé qué pensar, realmente...

–¿Se puede hablar de izquierda y de derechas?

–¡De derecha y de extrema derecha!

–¿No te resulta inconcebible financiar una monarquía en el siglo XXI?

–¡Es por voluntad divina, joder! El país se muere de desesperación y seguimos aguantando a una familia de tontos como no ha habido en toda nuestra historia, con un presupuesto real que podría sanear muchas economías. Estúpidos que no hacen nada, figuras monárquicas que sólo son eso: figuras, sin poder más que para gastar miles y miles de duros. Encima, hay que venerarlos y darles las gracias.

–¿De dónde viene la obsesión por el mar, tan habitual en las letras de Marea?

–Me gustan todas las cosas que nos hacen pequeños. Por eso hablo del mar, el cielo, la naturaleza, los animales, los seres sin contaminar. Las cosas que te hacen dar cuenta que nada es tan trascendental. Yo daría mi vida y la de toda mi familia en favor de la extinción de la raza humana. El mundo sería más mundo sin nosotros, sin dudas. Estamos aquí y hay que hacerlo de la mejor que podamos, pero no tengo ningún tipo de fe en la raza humana. Cuando muere cualquier ser vivo, el mundo se hace más triste, pero cuando muere un humano, muere un hijo de puta en vigencia o en potencia.

–Una vez, leí un concepto tuyo a favor de “hablar con faltas de ortografía”.

–Lo dije en favor de la tradición oral. Yo vengo de una familia en la que eso fue muy importante, desde mis tatarabuelos, con canciones, historias y tal, y eso me alimentó mucho a la hora de escribir. Tengo una manera de contar las cosas que tiene que ver con una tradición milenaria. En España conviven la Real Academia Española, que determina los usos del idioma, pero a su vez tenemos muchas lenguas, como el euskera, el catalán, el gallego y el castellano. Esa riqueza lingüística me dará para escribir en los próximos 50 años.

–¿Seguís publicando libros de poesías?

–El último lo hice el año pasado, con un poeta muy loco llamado Sor Campana, el más famoso de los menos famosos. Escribimos un libro a cuatro manos, con un solo poema de 90 páginas. Se llama “Las moscas lo devorarán todo” y aboga por el apocalipsis y la destrucción de la raza humana.

–¿Esperás que se cumpla la profecía maya acerca del fin del mundo durante el 2012?

–¡El calendario maya lo mismo falla!

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