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Jueves, 19 de abril de 2012
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A 25 años del disco debut de Don Cornelio y La Zona

Pozo guerrillero irascible

Son las bodas de plata de un álbum esencial de la recta final de los ’80, un exponente de una especie que parece extinguirse, la del disco que mete hits radiales (como Ella vendrá y Tazas de té chino) y es apoyado por una compañía discográfica. El disco que afinó la desafinación.

Por Javier Aguirre
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¿Qué hace que un disco sea “importante”? ¿Dónde termina el disco “de culto” y dónde empieza el disco “maldito”? ¿Cómo medir si un disco resulta “clave” para una época? Tal vez ninguna de esas preguntas sean del todo respondidas a continuación, aunque todas han sido disparadas por un mismo disco: el debut de Don Cornelio y La Zona, también llamado Don Cornelio y La Zona, grabado hace 25 años por la banda que integraban Palo Pandolfo, Federico Ghazarossian, Alejandro Varela, Fernando Colombo, Daniel Gorostegui Delhom y Claudio Fernández, y con productor estrella: Andrés Calamaro.

Son las bodas de plata de un álbum esencial de la recta final de los ‘80, un exponente de una especie que parece extinguirse, la de los Discos Debut de Bandas Nuevas que Consiguen Meter Hits Radiales (como lo fueron Ella vendrá y Tazas de té chino); y también un exponente de otra especie que parece extinguirse, la de los Discos Debut de Bandas Nuevas que Consiguen Fuerte Respaldo de una Compañía Discográfica. “Fue un disco supercapitalista mal, algo hiperproducido, teníamos a nuestra disposición todo lo mejor –relata entre risas Palo Pandolfo al NO–, el mejor estudio, el mejor ingeniero de grabación, el mejor productor artístico, todo producido de la hostia, y bueno... a todo eso se le sumó la polenta de la banda.”

Con un sonido difícil de encontrar en la farmacopea pop-punk, y que ha sobrevivido al paso del tiempo, como los recuerdos zarpados, y con un latido poético que se percibe tanto en los hits ya mencionados como en canciones que siempre suenan desesperadas (El rosario en el muro, Imagen proyectada, Cenizas y diamantes), el disco de Don Cornelio hace convivir con naturalidad el dramatismo y cierta inquietante alegría. Pandolfo atribuye ese ambiguo estado de ánimo al momento histórico en que apareció el álbum, último bienio del alfonsinismo, con sublevaciones militares y economía de guerra. “Es un disco que nos generó un éxtasis bailable, bien de los ‘80; queríamos sacarnos de encima la dictadura, la militancia, el psicobolchismo y pasar a la fiesta”, resopla Palo. “Eramos la cría del Proceso, habíamos visto tanto cine europeo, tantos poetas malditos, tanta bandera y bombo en actos del PC, tanto de... ¡Mercedes Sosa!, tanto de... ¡Silvio Rodríguez!, tanto Bach, tanto background cuasi intelectual, tanto leer a Nietzsche desde los 14 años, que de pronto salimos a la pista con una especie de fiebre bailable con contenido intelectual.”

¿La conexión con el momento hace que un disco sea importante, o es su contenido en sí? Andrés Calamaro se entusiasma al recordar la gestación del disco desde su lugar de productor. “Fue una grabación buenísima. Había ido a un ensayo de los chicos, en Flores, y estaban inspiradísimos, sonaban muy bien, todos tenían personalidad y concepto, Palo estaba perfectamente maduro, con textos muy buenos y mucho compromiso artístico. Digamos que ‘toros y toreros’ estaban en su punto, las canciones y los intérpretes, el texto y el canto. La grabación fue experimental, intensa, buenamente tóxica y psicodélica, había ganas de grabar un disco y de realizar una producción poderosa, con mucho rock y arte, mucha intensidad poética. Experimentamos todos los estados alterados posibles, dispuestos a llevar adelante un disco importante. Le pusimos todo, y la grabación fue un armónico campo de batalla, con alegría, psicodelia y la tensión lógica de las mejores grabaciones de rock. Creo que hicimos el mejor disco posible. Cualquier grupo o artista del mundo hubiera firmado encantado ese disco debut, el de Don Cornelio y la Zona, de Buenos Aires. Uno de los discos más interesantes, valiosos, atractivos y poderosos del mundo”, se saca el sombrero el Salmón.

“Para mí era el sueño del pibe”, reconoce Federico Ghazarossian, bajista de Don Cornelio y La Zona, que seguiría junto a Palo en Los Visitantes, para luego forjar su camino en Me Darás Mil Hijos y, actualmente, en la proa del sorprendente trío Acorazado Potemkin. “Yo era muy joven, y de pronto me encontraba con la banda, que era un ente que generaba un impulso tras otro y no paraba, metidos en un estudio que me parecía una nave espacial, con el mejor técnico de la época, Mario Breuer, y con la producción de Calamaro, que se puso a laburar un mes entero, todos los días ensayando... Discutíamos mucho con Andrés las formas, nos peleábamos por un track, o por si algo no nos gustaba, en un ida y vuelta sin filtro... mucha energía que se sumaba”, recuerda Federico.

AL LADO DEL CAMINO

Pero, ¿qué es lo que hace que un disco sea “importante”? Palo apela a la metáfora rutera y habla de “mojones de la cultura rockera”. “Para saber si el debut de Don Cornelio fue un álbum importante, empezaría por fijarme en discos importantes de otros artistas”, reflexiona. “Puedo pensar en el sonido, en eso tremendo del audio y la producción que tiene, por caso, A propósito, el último de Babasónicos. O puedo pensar en Pescado Rabioso 2, por ejemplo, que me estimuló, me inspiró, me dejó en éxtasis, me causó movimiento emocional, amistad. Me hice amigos a través de los discos de Luis Alberto Spinetta. ‘¿Vos escuchás a Spinetta?’ Y ya sentís una conexión. Un disco importante genera eso, te da amigos”, define Pandolfo. ¿Significa todo eso que el primer disco de Don Cornelio es “de culto”? “Inspirador, seguro que fue”, contesta Palo. “Ser artista de culto es generar cierto éxtasis; me lo ha transmitido, en estos 25 años que pasaron desde que salió el disco, el grueso de la gente que me sigue y que me da de comer, personas comunes, apasionadas, sensibles, poetas, músicos, cineastas, estudiantes.”

“Sé que había bandas que tocaban nuestros temas, y que también los reinterpretaban”, aporta Ghazarossian, y resume: “Don Cornelio se mutó a sí mismo en los dos discos”. Es que el legado discográfico de la banda no fue extenso. Después del debut, sólo hubo cuerda para un álbum de estudio más, el durísimo Patria o muerte, un disco en vivo, y chau, demasiada furia junta. “Un ‘primer disco’ tiene un potencial extraordinario, siempre que haya suficiente talento y deseo, porque en un primer disco metés la música de toda tu vida, porque no hay otro anterior”, explica, con sabiduría rocker zen, Andrés Calamaro. “Seguramente, Don Cornelio... fue de los mejores discos en los que participé, y mi parte era importante porque tenía que tomar decisiones y gestionar los instintos de todos, pensando en realizar un disco grande, como si fuera el último disco de la vida. Fue un consejo que me dio Pablo Guyot: grabar cada disco como si fuera el último, generar un amor guerrero por lo que se está haciendo”, enseña el Salmón.

Y Palo coincide: “De esa grabación me quedo con un aprendizaje que vino de Andrés, y que lo he tomado en cuenta cada vez que he encarado la grabación de un disco. Uno tiene que entrar en el estudio a producir un evento, un fenómeno, un evento humano único. Cada detalle debe estar en su lugar, para que haya celebración y éxtasis. Un disco es un momento sagrado”.

Pasado, presente, futuro

El 25º aniversario del debut de Don Cornelio y La Zona encuentra a Palo Pandolfo mirando, al mismo tiempo, hacia atrás y adelante. Porque, por un lado, se permite una mirada retrospectiva a partir de sus conciertos de Homenaje a Don Cornelio y Los Visitantes; y en simultáneo está en plena grabación de su nuevo disco. Desde su bunker en Ituzaingó –felizmente a salvo del tornado–, el hombre suburbano prepara una doble función en Martínez (mañana y el sábado, a las 21.30, en el Teatro de La Cova, Libertador 13.900) cuyo repertorio se basa en canciones de sus grupos de los ‘80 y los ‘90, que fueron elegidas por sus fans a través de Facebook. “Fue una idea de Mariano Mieres, un joven compañero de laburo, divino, guitarrista de mi banda La Hermandad”, revela Palo. “Aunque yo nunca dejé de tocar en vivo las canciones de Don Cornelio y Los Visitantes, en otra época a mí no me hubiese dado la cabeza como para algo así”, admite. “Pero ya que nos abríamos al juego retrospectivo, de flashback, qué mejor que organizar una especie de encuesta y tomar en cuenta las opiniones”, señala, y aclara que, además de los restantes miembros de La Hermandad –el bajista Santiago Capriglione y el baterista Charly Fernández–, en los shows habrá invitados de Don Cornelio y Visitantes.

“Es una superposición loca, porque al mismo tiempo que hacemos este homenaje, estamos grabando un nuevo álbum, eléctrico, marchoso, poderoso, fuerte, rockero”, adjetiva Pandolfo. “Todo un contraste con mi disco anterior, Ritual criollo, que fue lo más folklórico que hice en mi vida.” El nuevo álbum, que contará con la producción del Karamelo Santo Goy Ogalde y el latin-australiano Charlie Desidney, “tiene algo de reconciliación con Los Visitantes y Don Cornelio”. “Todo lo que pasa es muy extraño, homenaje, nuevo disco, me estoy mudando, debe ser por el supermovimiento de 2012”, evalúa Palo, con tono de oráculo confundido.

Palo según Andrés Calamaro

“Uno de los mejores”

Hacia 1987, cuando Don Cornelio y La Zona entraba a los estudios Panda, a instancias de Berlín Records, para grabar su primer álbum, Andrés Calamaro ya contaba en su currículum a Los Abuelos de la Nada, haber compartido escenarios, salas y estudios con Charly García, y haber editado sus primeros dos discos solistas. Ese mismo año, además del debut cornelio, el Salmón también produciría Yo te avisé, el segundo disco de Los Fabulosos Cadillacs. Aun con tanto roce rocker encima, Calamaro no duda a la hora de elogiar al líder de Don Cornelio. “Palo Pandolfo llegó en un estado extraordinario de inspiración, con su personalidad dispersa y desarrollada. Se presentó como un letrista extraordinario, lírico y poético, y como un intérprete muy honesto, dispuesto a dejar la piel grabando su disco. Todos los que nos encerramos a grabar el disco en Panda asumimos esa misma actitud, la hicimos nuestra, cuidando los detalles siempre, teniendo intensidad analógica permanente, desatando los nudos de opiniones, permitiéndonos momentos lisérgicos, siempre con entrega total”, subraya Andrés. “Ese fugaz Don Cornelio fue uno de los mejores grupos/discos/artistas de todo el rock argentino, iberoamericano y universal; y Palo Pandolfo –en un disco debut– quedó instalado entre los mejores letristas en castellano.”

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