Los atajos acortan caminos, pero suelen conducir a lugares concurridos: lejos de revelar astucia en quien la reporta, la simpleza por la simpleza misma puede destinarnos a la obviedad. Por eso, a Mariana Bianchini ya no la enoja que la aborden con perspectivas de género por su rol protagónico en Panza. La aburre, simplemente. “Nunca escuché comentarios denigrantes, ni sufrà ataques del público por ser mujer, pero recibà respuestas machistas de parte de la industria musical o de la prensa del rock, cuando las notas hablan de ‘las minas del rock’ o me preguntan qué se siente ser mujer y hacer rock. Creo que en esa segmentación está la bajada de lÃnea machistaâ€, postula.
El aporte de Bianchini no radica en la insinuación sexual, ni en la entonación de dulces frases radiables. Su voz hipnótica, inquietante o irritante, según el caso, compone un capital elemental para quien lo valora, o una mojada de oreja insoportable para el machismo dominante. A su lado, Sergio Alvarez articula con sus cuerdas un lenguaje nunca dicho, combinando el avant-garde, el punk y el pop en una bruma densa y opresiva. “Música para bailar llorandoâ€, como alguna vez la definió una seguidora. ¿PodrÃa ser ésta una aproximación a Panza? Sólo una entre todas las que ofrece su notable discografÃa, desde los iniciáticos Sonrisa de plastilina (2000), el EP El Marajá de San Telmo (2002) e Infanticidio (2005), el ambicioso Nada es rosa (2005) o Pequeños fracasos v.2.0 (2007), donde utilizaron el concepto unplugged para explorar nuevas sonoridades a través de un piano de cola, guitarras acústicas e instrumentos de viento. El triple La madre de todos los picantes, de 2010, fue otro hito de Panza.
La nueva escala de este periplo se llama Big Bang y resume la carrera de Panza en 39 canciones de todas las épocas, desplegadas en dos DVDs, un CD y un librito de 20 páginas. Su nombre deschava la intención de volver al estallido originario a través de un registro en vivo, con la novedad de que no fue registrado en un recital sino en UnÃsono, estudio de grabación de Gustavo Cerati. “No partimos de la idea de hacer un DVD de un show en vivo sino que querÃamos registrar lo que estaba pasando en los ensayos a través de videos caseros que subÃamos a las redes sociales. Para lograr mejor calidad de audio e imagen, convenÃa hacerlo en otro lado mejor que nuestra sala, asà que decidimos ir a UnÃsono. Semejante movida no podÃa terminar en otra cosa que no fuera un disco tripleâ€, explica Mariana, que en Fea cae desplomada en una silla, bebe agua y cambia el aire mientras las venas le dibujan una cara irreconocible. Registro Ãntimo, pero crudo.
“Más que una apuesta, es una fanfarronada: a Big Bang lo grabamos en dos dÃasâ€, admite Sergio, resaltando una polÃtica de optimización de costos de Panza. “Tratamos de registrar todo en poco tiempo, tomando la mayorÃa de las decisiones durante la grabación para evitar las extensas jornadas de post-producción.â€
Al igual que La madre de todos los picantes, la obra flamante fue financiada a través de una preventa apoyada por el entusiasmo de sus fans. “Cuando pensamos en este mecanismo, no esperábamos tanta repercusión. Nos sorprendió y creo que de alguna manera fidelizó nuestra relación con el público que nos sigue hace años. Además nos ocupamos de ofrecer un disco como objeto atractivo para comprar y tenerlo en casaâ€, defiende Mariana.
El esfuerzo recompensa y redobla voluntades. Por eso, mientras ven crecer el fruto de su último lanzamiento, ya encaran el Album Rojo, según Sergio, “un nombre de trabajo que malinterpretó el webmaster de nuestra página, pero que decidimos no corregirlo porque nos pareció simpáticoâ€. Significará el debut en estudio del bajista Franco Fontanarrosa (cierra el cÃrculo Augusto Urbini en baterÃa) y, por primera vez, delegarán la producción en alguien externo a Panza, en este caso Alejandro Vázquez, quien cuenta con Carajo, La Renga y Bersuit entre sus credenciales. “Nos planteamos tener una presencia más fuerte. A Ale lo conocemos, le gusta la banda y es la única persona en la que podÃamos confiar para ceder nuestras decisiones artÃsticasâ€, dice el guitarrista. Y muestra una puntita: “Será un disco de doce canciones, cuarenta y dos minutos, en donde recorreremos nuevos caminos, siempre dentro de la estética de ‘rock sin compromiso’â€.
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