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Jueves, 6 de marzo de 2014
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Mac DeMarco, nuevo mesías de los colgados

“Hace años que no fumo marihuana”

El desprolijo autor de Rock and Roll Night Club y 2 sonríe y muestra sus dientes separados porque tiene listo el sucesor, Salad Days. Lo estrenará en el Teatro Vorterix para delicia de la comunidad cannábica del indie que lo tiene por joven abanderado, aunque haga un buen rato que no echa humo.

Por Facundo Enrique Soler
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El Gran Lebowski no tuvo su correcta interpretación musical hasta que apareció Mac DeMarco con ropa del Ejército de Salvación y tomando una birra de lata gritando en su temazo Ode To Viceroy. Su figura representa todo lo que los hermanos Coen quisieron contar en esa excelente película de sueños americanos rotos y cultura de dejadez, con Jeff Bridges como un fumón mal vestido que prefiere tomarse un white russian antes que salir a buscar un laburo honesto. DeMarco no quiere un descapotable ni una mansión con pileta, su única necesidad es volver a su casa neoyorquina con su novia y tirarse en el sillón a improvisar acordes con la guitarra mientras la tele de fondo queda clavada en Cartoon Network, silenciada. Ese paraíso a lo “the Dude” que este pibe logró desde su Canadá local hasta la capital hype del mundo materializó en 2012 con la llegada de 2, su segundo disco, con el que la pegó en un increíble logro a fuerza de guitarra, canción linda y balada anti cursi. Gritaba lo mucho que le gustaba vivir haciendo cosas simples que lo mantenían feliz, y la lista de temas lo demostraba: mantenerse cerca de su chica, que mamá cocine algo zarpado y salir a bardear por el barrio.

Así se coronó como el autor de la “mejor música nueva” en el portal marca tendencia Pitchfork, y estos años se la pasó girando por el mundo totalmente en pedo al compás de esas canciones que lo sacaron de Edmonton, la ciudad canadiense donde se crió. La belleza recaía en cómo los punteos de su guitarra se deslizaban por My Kind of Woman o Dreaming, todas perlas de un disco con calidad de clásico, que suena genial de principio a fin, culminando con Still Together, el tema que le dedica por completo a Kiki, el amor de su vida, a quien termina despertando después de una siesta cuando el disco llega a su final. El audio es real.

Mac lo había hecho todo, desde levantar basura al costado de la ruta hasta probar medicamentos no autorizados para laboratorios y farmacias. Nada funcionaba en la vida de un flaco que se rateó casi toda su estadía en el secundario y nunca se llevó bien con los pibes de su barrio. El quería tocar una y otra vez la viola que su madre le había regalado, pero incluso el profesor al que asistía le resultaba infumable por intentar enseñarle canciones de Steve Vai. Mac estaba fascinado con The Gories y su manera imperfecta de interpretar la música. Ahí se dio cuenta de que quería escribir sus temas y tocarlos a las chapas, sin detalles y gritando. Así apareció Rock and Roll Night Club, su primer disco, el mismo año que el increíble 2. El sello Captured Tracks se fascinó con el planteo y decidió publicarlo. Después de firmar el contrato, Target, la misma casa de ropa que lo bochó en una entrevista para cajero, le compró un tema para un comercial.

Hoy, este músico de 23 años prepara la salida de Salad Days, su nuevo gran laburo, para el 1º de abril, y lidia con las presiones de ser famoso. El 15 de marzo visitará Argentina por primera vez para adelantar ese trabajo y tocar sus canciones en el Teatro Vorterix, con Los Reyes del Falsete como banda invitada. “Por suerte, a mi novia no le caben todas esas pelotudeces”, dice Mac, aliviado del otro lado de la línea cuando el NO se disculpa por llamarlo justo el día de San Valentín. “Con Kiki a mi lado todos los días son el de los enamorados.”

¿Qué sentiste cuando te dieron tu primera guitarra?

–Mi vieja me la regaló cuando tenía doce años. Me encantó, pero al principio no entendía nada. El tema es que toda mi familia esperaba que empezara a tocar de manera estudiosa, formase una banda e hiciera todas las cosas como se deben. Yo estaba en otra y los terminé mandando al carajo.

¿Cómo aprendiste a tocar tan bien?

–Aprendí solo. Tomé lecciones por un año con un tarado que me quería enseñar temas de Steve Vai y Joe Satriani y yo reaccionaba diciendo: “No quiero tocar esta mierda”. Quería estar en bandas alocadas y hacer canciones extrañas. En el fondo, quería tocar mi propio estilo de música, por eso abandoné las lecciones y arranqué a practicar solo en casa.

El resultado se nota especialmente en 2, tus canciones son bastante particulares.

–Eso intenté desde un principio, generar mi propio estilo con las cosas que tengo. Nunca estoy del todo seguro de si queda bien, pero a la gente parece gustarle. La fórmula de 2 es básicamente un disco para relajarte y estar en paz con vos mismo.

¿Creés que 2 es un disco para escuchar fumado? Tiene esa fama urbana.

–Jajaja, me parece genial que la gente lo relacione con eso, aunque hace años que no fumo marihuana. Muchos pibes de Estados Unidos piensan igual, que es un disco para colgarse escuchando mientras fumás un porro. De hecho todos creen que el título de mi nuevo disco Salad Days (“Días de ensalada”) es por el verde cannábico.

Entonces, ¿por qué se llama Salad Days?

–Es un chiste interno con los pibes con los que toco, también es una de las canciones del disco. Me gusta cómo suena. Igual es una frase sacada de Shakespeare, es mucho más serio de lo que pensás.

¿Salad Days es tan personal como 2? Ahí expusiste tu vida de la mejor manera.

–Salad Days tiene un ambiente mucho más serio y suena mejor. Fue la mejor manera de hacer un disco, por lo muy feliz que fui los últimos dos años, cómo cagué un par de cosas y cómo todo resultó para mejor. Es mucho más personal que 2. Y oscuro.

De 2012 a hoy pasaste de ser un pibe de barrio a una estrella de rock. Con tu personalidad de dejadez debe haber sido difícil encarar la fama.

–Fue todo un proceso muy particular y terrorífico. Por un lado me di cuenta de que no tengo que tener un trabajo normal y cumplir horarios, eso para mí ya es como un sueño. Por el otro, descubrí qué tan freak puede ser la gente. No te conocen, pero hacen de cuenta que son tus amigos de toda la vida. Vas a una fiesta y se te ponen a hablar o directamente te putean esperando que te rías. Un par de veces terminé para el orto, es inevitable.

El nuevo disco será lo primero después del éxito, ¿sentís esa presión?

–Siento demasiada presión, es un verdadero dolor de huevos. Empiezo a pensarlo y digo, después de haber hecho un disco como 2, ¿qué queda después? Pero ahí arranco a grabar y a quién le importa, es estúpido hacerse problema. Hacer música se trata de divertirse, así funciona para mí. No intento llenarme de dinero ni complacer a un sello discográfico ni que un blogger ande escribiendo cosas amables sobre lo que hago. Esa es la clave.

¿Qué tan importante es el alcohol para un tour mundial? En vivo siempre estás con una cerveza a mano.

–El alcohol es importante en donde sea. Es algo que intento disfrutar al máximo, tomar algo con mis amigos o mi chica, como si fuera una tradición. Si estoy escabio, el show sale adelante sin ningún problema, está comprobado. El tema es enseñarte a vos mismo a no arruinarte. Igual podría ser peor, no es heroína tampoco.

¿Cuál es tu arma secreta?

–Si me sacás la guitarra y las canciones, lo único que me queda es que soy un tipo bastante divertido. Zafé de más de un quilombo por tener la habilidad de hacer reír a la gente. Podría ser un comediante onda Saturday Night Live, voy a probar eso si esta pavada de la música no funciona.

Si de veras sucede que tu carrera sea un verdadero fracaso, ¿qué harías?

(Piensa un rato.) Creo que si las cosas verdaderamente salen tan mal volvería a estudiar algo y... ¡no tengo la más puta idea! Pero pensándolo bien, jamás volvería a clases. No puedo remediarlo, si tuviera que elegir un trabajo “normal”, no sé cuál sería. n n n

* Sábado 15 en el Teatro Vorterix, Federico Lacroze y Alvarez Thomas. A las 19.

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