Suele decirse que lo mejor que puede hacer alguien que se siente gordo no es dejar de comer sino dejar de pesarse. A Luciano Acosta, el futbolista de 19 años que acaba de jugar su primer torneo en la primera de Boca Juniors, esa lógica le salvó la vida. Atormentado por los problemas de crecimiento que le impedÃan ponerse fÃsicamente a la par de sus compañeros de categorÃa en las inferiores del club, Lucho visitó a una especialista que le dijo lo que menos querÃa escuchar: que ya nunca iba a superar su metro cincuenta y nueve de estatura. Era un mazazo a su ilusión, pero ese dÃa el pibe hizo un click. “No me medà másâ€, confesó en una entrevista para el sitio web de Boca. Entonces se dedicó exclusivamente a jugar.
“Luciano tiene buen cambio de ritmo, buena pegada y hambre de gol: todas cualidades importantes en el fútbol moderno, aunque me hubiera gustado que midiera cinco centÃmetros másâ€, dijo Carlos Bianchi, un poco en chiste y un poco en serio, durante una conferencia de prensa previa al último partido de Boca contra Argentinos Juniors. ¿Quién mide cinco centÃmetros más que Acosta? Diego Armando Maradona, por ejemplo. Acosta no es Maradona (nadie lo es), pero ese dÃa contra Argentinos su presencia fue fundamental para que el equipo consiguiera la victoria parcial, y su ausencia, tras ser reemplazado en el segundo tiempo, fue clave para que el partido terminara empatado. Bianchi todavÃa está tratando de explicarles a los hinchas por qué lo sacó. Pensar que hace no tanto los técnicos tenÃan que justificar por qué lo ponÃan, siendo Luciano un volante ofensivo tan improbable.
Ser el 10 de Boca nunca fue fácil, y lo será menos aún cuando Juan Román Riquelme no esté más en el club. Pero si hay algo que apuntala la ilusión de este pibe es que la historia más o menos reciente de los enganches xeneizes no dice nada sobre la estatura. Ni Maradona, ni Latorre, ni Márcico fueron jugadores altos, más bien todo lo contrario. Es más: el motivo por el que a Lucho se le hizo difÃcil tener continuidad en inferiores ni siquiera tenÃa tanto que ver con su contextura fÃsica, sino con la presencia de Leandro Paredes, otro enganche categorÃa ‘94, señalado como la gran promesa de la cantera por todo el mundo Boca en general y por Riquelme en particular. Pero Paredes, como tantos otros jóvenes futbolistas argentinos, se fue a jugar a Europa después de haber disputado apenas algunos partidos en primera, y Acosta, segundo en la lÃnea de sucesión, se prometió a sà mismo que iba a aprovechar la oportunidad. “Amo lo que tengo y lucho por lo que quieroâ€, dice su tatuaje en el bÃceps izquierdo.
La urgencia por encontrarle un reemplazante a Román no es caprichosa. El mejor jugador de la historia de Boca está por cumplir 36 años y su continuidad es puesta en duda permanentemente por los dirigentes del club. Cuando él no está, el equipo se derrumba. En ese contexto, el único hombre que se mostró genuinamente interesado por dar un paso al frente fue Acosta, que debutó hace menos de seis meses en un superclásico de verano con la obligación de reemplazar a su Ãdolo y, paradójicamente, no se achicó. Su mayor virtud no es ni su técnica ni su velocidad, sino el temple para pedir todas las pelotas por más que haya 60 millones de ojos posados sobre él. Tiene apenas 19 años. Cumple 20 el sábado. Ese mismo dÃa, si se recupera de una pequeña lesión muscular, será titular en un nuevo enfrentamiento contra River, nada menos que en el estadio Azteca del DF mexicano. No debe haber muchos escenarios mejores para empezar a escribir definitivamente una historia de grandeza.
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