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Jueves, 7 de agosto de 2014
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Ciudades intervenidas en Fundación Proa

Las esquinas del infinito

Acción urgente retrata el espíritu ora errorista, ora surrealista, de los colectivos latinoamericanos de intervención artística.

Por Santiago Rial Ungaro

El escenario: la ciudad misma, con sus calles, edificios, plazas, árboles, terrazas, televisores, estadios y monumentos. El soporte: ese imaginario simbólico que une a la sociedad, llamado cultura, sea negra o blanca, limpia o sucia, femenina o masculina, usando siempre lo que lo que venga, lo que haga falta. El objetivo: la revolución que cualquiera puede intentar proyectar sobre cualquier aspecto de su entorno, ya sea erradicar los siempre fastidiosos molinetes, reinventar la basura o analizar lo violento y estúpido en la manera de hablar y pensar. Acción urgente es una exposición antológica que registra y reconstruye iniciativas espontáneas realizadas con fotografía, video, objetos o mediante intervenciones que desde la década del ‘90 vienen realizando diversos colectivos artísticos.

Colectivo Sociedad Civil y La Perrera (Perú), Mujeres Creando (Bolivia), el Frente 3 de Fevreiro y Opavivará (Brasil), grupos locales como Viva Laura Pérez, Escombros, Iconoclasistas y Costuras Urbanas, iniciativas similares de Uruguay, Chile y Paraguay, curadas por dos especialistas en el tema, Rodrigo Alonso y Cecilia Rabossi. Acción urgente rescata grupos cuyas poéticas y marginales acciones se hacen eco de aquella revolución de la vida cotidiana que a mediados de los ‘40 llevó al filósofo y geólogo francés Henry Lefebvre a realizar una crítica de la vida cotidiana: para el inspirador de la Internacional Surrealista, el campo de batalla auténtico donde había que buscar mejorar la opresiva vida urbana era el mismo espacio de la ciudad.

Tal es el caso, por ejemplo, del grupo brasileño Frente 3 de Fevreiro, capaces de rescatar del basurero de la historia al legendario guerrero Zumbi y la historia del quilombo de Palmares, una comunidad autosuficiente de esclavos liberados reconstituida, según la leyenda, según patrones africanos: la población de Zumbi llegó a ser de 20 mil, una auténtica comunidad negra y libre que luchó por mantener su independencia frente a los ataques de las potencias coloniales hasta la captura y ejecución de su jefe-guerrero en 1695. En una de sus acciones el grupo se las ingenió en 2007 para poner una bandera con la leyenda Zumbi somos nós (“Zumbi somos nosotros”) en la cancha del San Pablo.

El término de acciones “erroristas” que usa el grupo local Etcétera da una pista sobre los métodos de estas agrupaciones. A finales de los ‘80, en el primer manifiesto del Grupo Escombros, se lo supo poner en palabras anunciando sus objetivos: “Todo artista es un exorcista. Expulsa del cuerpo social a la muerte y sus cómplices: la depresión; el desprecio por el otro; el sentimiento de inutilidad; la fascinación de la nada. No basta con demoler el edificio: hay que demoler sus cimientos. En ese abismo, el artista empieza a construir su obra. Ayer se construía en piedra. Hoy debemos ser capaces de construir sobre el vacío”.

Desde ahí, y claramente sin violencia hacia ningún ser, cualquiera puede revolucionar, de forma más grosera o sutil, este cambiante universo de símbolos, este universo (o más bien multiverso) en el que todo tiene un sentido: desde la prohibición de lavar una bandera argentina (por eso es que están siempre sucias, con todo lo que eso implica en el imaginario) hasta el uso mecánico de la palabra “perra” para referir peyorativamente a las mujeres, puesta en evidencia por el grupo peruano La Perrera. Sentidos que, como demuestra una pedagógica exposición que escapa a lo meramente estético, se aceptan, cambian, rechazan o reinventan entre todos, a cada momento. Todos juntos, ahora.

* Martes a domingos en Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca. De 11 a 19.

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