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Jueves, 4 de septiembre de 2014
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Una Chela colorada bien fresca

Botas australianas

Apenas dos EP y algunos lindos videos la posicionaron como pebeta de la delegación canguro del indie.

Por Yumber Vera Rojas
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A pocos meses del estreno de Jagwar Ma en Buenos Aires, y a tan sólo semanas del humo que levantó el “plagio” que le inventó un portal de noticias chileno a Tame Impala, sobre un hit de Pablito Ruiz, una de las nuevas caras del indie australiano desembarca en esta capital. Aunque sólo la respaldan dos discos de corta duración y una bocha de videos esparcidos por la web, en los últimos dos años Chela se abrió camino entre la vasta oferta de la escena de su terruño, al punto de que Kitsuné, el sello de culto francés que la descubrió, le estampó la chapa de “princesa del electro pop”. Nace una estrella. “El tiempo e Internet me permitieron entrar en contacto con el resto del mundo, a tal punto que pude salir de un país tan aislado como el mío para hacer una carrera internacional”, explica la novel diva oceánica. “La vida en Australia es muy buena. La desesperación y la lucha de un artista no es tan fuerte en comparación con otros lugares, y eso influye positivamente en la música.”

Si bien cada vez que escribe el término indie lo hace entre comillas, como advertencia de su fobia por las etiquetas, Chela es una consecuencia de esta era musical, pues a los 15 años, hace apenas una década, se colgó el bajo en una banda punk de secundaria, tras escuchar a los Strokes y los Hives. No obstante, al momento de curtir el under de su Melbourne natal, alejado de la cultura playera de Perth y Sidney, invocó el R&B y el rap que le legó su hermana mayor. Eso desencadenó ese sonido por momentos etéreo, en otras ocasiones orientado a la pista de baile, que la distingue.

“Siento que todas esas influencias se quedaron conmigo y aún afectan mi propuesta. Sólo me aseguré de que el esqueleto de las canciones fuera el mismo para que combinara con todos los condimentos que sumara”, detalla la artífice establecida en Los Angeles, quien se dio a conocer a partir de su colaboración con el productor estadounidense Goldroom en el sencillo Fifteen. “Esa mezcla saludable de diferentes sonidos es lo que hace interesante mi música”, señala.

Chelsea May Wheatley, el nombre detrás del seudónimo, descubrió luego de inaugurar su carrera que “chela” es la manera como los mexicanos y los chilenos llaman a la cerveza, por lo que piensa que es la razón por la que muchos dan “me gusta” a su perfil en Facebook. A la australiana, que viene a Buenos Aires en plena promoción de su EP Zero, que apareció en marzo y secunda a Romaticise, de 2013, el apodo se lo regaló un amigo. “Esos dos discos, conceptualmente, son distintos. Romaticise anima a ver la luz en la oscuridad y sentirse mejor acerca de la vida, mientras que Zero es sobre el deseo de construir un romance con alguien que empezó siendo un amigo”, describe esta chica de ojos achinados, pues por sus venas corre, aparte de la española y la irlandesa, sangre filipina. “No estaba preparada para sacar un álbum debido a que no tenía suficientes canciones. Pero ya estoy lista, así que el año que viene lo haré”, promete.

* Jueves 4 en Niceto Club, Niceto Vega 5510. A las 21.

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