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Jueves, 23 de abril de 2015
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Apareció Seconds, de Bryan Lee O’Malley

Problemas más o menos

Lo nuevo del autor de Scott Pilgrim: una piba, sus hongos y sus macanas.

Por Andrés Valenzuela
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¿Cómo hacerse cargo de las propias cagadas? En Seconds, Katie come hongos que le proporciona el espíritu hogareño del restaurant que dirige y da nombre a la nueva novela gráfica –esta vez en un único tomo– del canadiense Bryan Lee O’Malley, más conocido como “el de la saga Scott Pilgrim”. Y sí, la premisa puede parecer delirante (casi tanto como la idea de darte tortazos con los siete ex novios malvados de tu chica), pero la historia garpa. ¿Por qué quién no tuvo 20 años y quiso arreglar un moco que se había mandado, y terminó empeorando las cosas? Bueno, esas cosas siguen sucediendo a los 30 y, dicen, más allá también.

¿La relación con su ex? ¿Las heridas de una amiga? ¿Los problemas con los albañiles de su próximo restaurant? ¿Vivir en un cuartucho? Katie cree que comiéndose unos honguitos amanecerá con todo solucionado. Al principio, hasta parece tener razón. Pero a la larga que no hay soluciones mágicas. No se puede endilgar a otro el arreglo de los propios mambos.

Seconds es, a la vez, muy parecido y muy diferente a Scott Pilgrim. Desde luego, el estilo de dibujo es muy similar y O’Malley sigue cruzado por el manga y el nuevo cómic independiente norteamericano. Su laburo sigue siendo buenísimo, pero tiene pocas novedades. El color es la que salta a la vista. El canadiense también propone un jueguito entre el relato en tercera persona y la protagonista, que a veces le discute al narrador omnisciente.

La apuesta distinta está en la estructura del relato. Si el gran mérito formal de Scott Pilgrim era convertir la narrativa de los fichines de plataforma en un modo potable de contar historias, acá el autor aprovecha a la fórmula de los viajes en el tiempo, con toques de lisergia. Se le podría reprochar que no es muy original, pero la flashea con los hongos y consigue contar bien la historia, que es lo que importa.

Así como se despega de los videojuegos, también se aleja de la música. Si la obra anterior tenía su banda de sonido, esta tiene sus aromas. Ese cambio de énfasis tiene su correlato en el período vital para el cual parece haber sido hecha cada novela. Si Scott Pilgrim era una novela gráfica adolescente, Seconds es una novela gráfica para la primera juventud. Por eso ya no hay un chabón que no quiere crecer tratándose de ganar a la chica, sino a una piba viendo qué hace con su vida. Por eso hay menos música y más aromas: porque ya no importa tanto cómo se vacía la botella, sino qué va a parar a la olla. Y claro, qué hacer cuando se va a la mierda la cantidad de sal.

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