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Jueves, 11 de febrero de 2016
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Verano caliente #8

Bialet Messi

El “pobre, emocionante y único” Museo del Hincha es cordobés.

Por Juan Ignacio Provéndola
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Desde Bialet Massé

A Ernesto di Sopra lo motivó su indignación con Maradona. “Una vez dijo que lo único que importaba en el fútbol eran los jugadores. ¡Y me pareció una falta de respecto hacia nosotros!”, asegura el fundador del “único museo del hincha que hay en todo el mundo”. Está en Bialet Massé, pequeño pueblo ubicado en el Valle de Punilla, entre Cosquín y Carlos Paz, y a pocas cuadras del aeródromo donde cada febrero se realiza el Cosquín Rock.

Fue fundado en 2002 en una pequeña casita y lleva el nombre de Luis Acuña, el primer hincha que se acercó a dar una mano. Di Sopra nació hace 74 años frente a la vieja cancha de San Lorenzo, en Avenida La Plata, aunque es hincha de Estudiantes de La Plata. Más que hincha, fanático. Aunque nunca talibán: bautizó al salón principal (un decir) de su museo como “René Favaloro”, el más célebre simpatizante de Gimnasia.

Atravesando una puertita sobre la Ruta 38 aparecen todos los tesoros de un museo que él define como “pobre pero emocionante”: 400 camisetas, revistas El Gráfico, gorros, banderas, vinchas y hasta un tablón del Viejo Gasómetro donado por el Nene Sanfilippo. También hay fotos enviadas por Fidel Castro, los Reyes de España, Michelle Bachellet, Lula y Carla Peterson (!), furiosa fanática de Newell’s. El libro de visitas tiene más de 40 mil firmas y todo está señalizado con cartelitos escritos a mano alzada con fibrón.

Alguna vez, el intendente de Río de Janeiro le propuso llevar el museo a esa ciudad, tal vez porque quiere saber qué se siente. “Pero el museo y yo somos argentinos”, se excusó don Ernesto, quien entrega diplomas que premian y reconocen la fidelidad de los hinchas y las hinchadas. Uno de ellos viajó directo a Roma y llegó a manos del Papa Francisco, cuervo convertido en paloma.

El museo se mantiene con las donaciones que los visitantes colocan en una urnita y el dinero de la jubilación de Ernesto. Cuando le preguntaron por qué no cobra entrada, respondió: “Para maltratar a los hinchas ya están los dirigentes”. Muchas veces amagó con cerrarlo ante la falta de apoyo mayor, pero la pasión pudo más. Aunque con eso no basta: las constantes lluvias que caracterizan a la región destrozaron el techo de machimbre y hoy las goteras forman parte del patrimonio del museo. Por eso, Ernesto tiene dos sueños: “Que me regalen chapas y que declaren al 23 de junio como Día del Hincha, en homenaje a los 71 muertos de la Tragedia de la Puerta 12”.

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