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Rosario es conocida por su pasi贸n futbolera, tensada en la polaridad Newell鈥檚-Central, sus historias y leyendas. Aunque ninguna sea tan sincera ni cautivante como la del Trinche Carlovich, escrita al oeste de la ciudad, en el barrio Tablada, al otro extremo de la coqueta costanera sobre el Paran谩.
Sucedi贸 en los 鈥60 y 鈥70: mientras los dos grandes part铆an Rosario con sus primeros t铆tulos, el modesto Central C贸rdoba terciaba desde la Primera B gan谩ndose simpat铆as un谩nimes gracias al tipo al que iban a ver al estadio Gabino Sosa desde Marcelo Bielsa hasta Ante Garmaz.
M谩s que verlo, al Trinche se lo disfrutaba. El mito alude a un elegante volante central que orquestaba al equipo sac谩ndole m煤sica a la pelota. Su repertorio inclu铆a gambetas, sombreros, tacos y hasta patentes propias, como pases con la espalda o los ca帽os dobles, su marca registrada.
鈥溌縏e enteraste lo que hizo el Trinche?鈥, se preguntaba los lunes en los bares. El relato oral aument贸 su popularidad y aliment贸 su f谩bula, ya que misteriosamente no qued贸 ni un video que testimonie su magia. Ni siquiera el del partido en que Carlovich (el 煤nico de los 11 que no jugaba en Newell鈥檚 ni en Central) lider贸 a un combinado rosarino que humill贸 a la Selecci贸n Argentina en su preparaci贸n para el Mundial de Alemania 鈥74. Al otro d铆a, con letras cat谩strofe, el diario La Capital titul贸 en portada: 鈥溌U脡 BAILE, COMPA脩EROS!鈥.
Los que lo vieron sostienen que en el f煤tbol de hoy el Trinche ser铆a una estrella mundial. En su tiempo, sin embargo, no tuvo 茅xito en las pocas experiencias de elite (Col贸n, Central, un pase frustrado al Milan). Esto siempre alent贸 rumores acerca de este antih茅roe. Algunos muy pintorescos, como el que lo describe como un fan谩tico de la pesca capaz de faltar a un partido si esa tarde el r铆o convidaba buen pique.
鈥淪iempre fui muy solitario. Por eso nadie puede decir nada de mi vida, nadie la conoci贸. Eso s铆: me gustaban las mujeres. Ten铆a las manos m谩s traviesas que la zurda鈥, dice Carlovich, p铆caro. Pero le simpatiza que hablen de 茅l. 鈥淪obre todo los giles鈥, lastima al 谩ngulo.
Hoy, rozando los 70, el Trinche no se arrepiente de nada. 鈥淟o 煤nico que quise fue jugar al f煤tbol y, en lo posible, no alejarme mucho de mi barrio鈥, dice quien brind贸 casi toda su vida a Central C贸rdoba, club que ahora lo eterniz贸 con un mural en el estadio. Para que los pibes apurados por llegar a casa y prender la Play no olviden a quien nunca vieron.
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