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Jueves, 25 de agosto de 2016
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John Grant y el reconocimiento a los 48

“LO QUE UNO QUIERE NO SE ABANDONA”

Tras liderar The Czars por una década se consagró como compositor de canciones ácidas entre la canción intimista, la producción electrónica y el pop experimental.

Por Juan Barberis
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Cuando atiende el teléfono desde su casa en Reykjavik, Islandia, John Grant suena como un anfitrión invitando a pasar con los brazos abiertos mientras un pollo crocante espera en el horno. En un español aparatoso y sumamente claro, dice estar feliz respondiendo cuestionarios de periodistas de Argentina, uno de los países que quiere conocer desde hace años, y rápidamente se esfuerza por probarlo. “Su idioma me encanta, lo sigo estudiando”, dice volviendo al inglés, bajando el tono pero sin perder el entusiasmo. “Y su cultura me fascina: el tango, las películas... Sobre todo La mujer sin cabeza, Nueve Reinas y... ¿Cuentos salvajes? ¡Esa me encantó!”.

La primera visita de John Grant al país, programada para este 15/10 en el Festival BUE, será presentando Grey Tickles, Black Pressure, su tercer disco solista, que producido por John Congleton –responsable de discos de St. Vincent, Franz Ferdinand y Swans, entre otros– parece condensar toda su carrera por fuera de The Czars, la genial banda de Denver que co-lideró junto a Chris Pearson entre 1994 y 2005.

Ahora, Grant se ladea entre la canción intimista y la experimentación electrónica, en composiciones que muestran su amor por los ‘70 y ‘80, cargadas de humor ácido y revestidas por los colores opacos de su voz expresiva. “Crecí escuchando new wave, pop, rock industrial, y en mi música trato de combinar todo eso que me formó y que amo”, dice Grant, de 48 años. “Todavía sigo buscando mi propia voz, tratando de representar los sonidos que tengo en la cabeza. Pero no soy tan bueno como me gustaría, así que eso me mantiene en el camino, aprendiendo.”

El nudo de ese existencialismo torturado que imprime en sus canciones, dice Grant, se remonta a su infancia en Colorado, cuando era un nene gay disputándose su espacio en medio de una familia religiosa gobernada por un padre severo y distante. “No entendía por qué los otros eran los buenos y yo no”, dice. “Tuve muchos problemas para amarme tal cual me sentía, así que la música sirvió como un camino de liberación. Fue muy difícil ser gay en ese contexto, y eso me causó muchos problemas, me convirtió en un chico muy problemático.”

Grant dice haber abordado durante años una conducta autodestructiva como mecanismo de defensa. “Ahí fue cuando el alcohol y las drogas empezaron a ser un camino de sanación falsa, y me hice mucho daño”, explica. “Traté de matar muchos cosas buenas que había en mí, de hecho traté de matarme. Por suerte no fui fuerte para eso.”

Ahora, instalado en Islandia, donde asegura haber encontrado su lugar en el mundo, Grant se considera un sobreviviente. Abocado al desarrollo de una exitosa carrera en expansión, cree que su historia puede ser inspiradora para chicos con problemas para fijar su lugar en el mundo. “El mensaje de mi música tiene que ver con no rendirse detrás de eso que tanto querés. Por momentos pensé en mi retiro de la música, pero la vida me enseñó que lo que uno quiere no se puede abandonar”, dice moldeando las pausas, esforzándose por ser claro. “De chico iba a muchos conciertos y siempre pensaba en cómo sería llegar a ser un músico reconocido. Y hoy, al borde de los 50 y después de haber sufrido tanto, es una bendición estar haciendo lo que más amo.”

* Sábado 15/10 en Festival BUE, Tecnópolis, General Paz y Balbín. A las 19.

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