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Jueves, 15 de septiembre de 2016
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Cuando Occidente conoci贸 los dating sims

El caso del noviazgo mobile

Aunque lleva m谩s de tres d茅cadas, la movida se populariz贸 ahora fuera de Asia con el reciente Mystic Messenger y solapa propia en tiendas de apps.

Por Stephanie Zucarelli
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Las novelas visuales se fugaron de la jaula oriental ya hace tiempo y Occidente comenz贸 a entrar en t铆mido contacto con todas las variantes de uno de los g茅neros fichineros m谩s japoneses. Gracias a las plataformas de distribuci贸n digital, nuevas opciones comenzaron a colonizar la mente de los mobile gamers y pusieron en jaque algo que apenas se discute de este lado: la inmersi贸n narrativa en tiempo real.

El juego cambi贸 en 1985, cuando el mercado japon茅s descubri贸 con Tenshitachi no Gogo c贸mo deshacerse de la idea de 鈥渆lige tu propia aventura鈥 y le otorg贸 a la variante cierta competitividad. As铆 nacieron los dating sims, videojuegos que retaban a los usuarios a conquistar a la chica 2D de sus sue帽os mediante diferentes desaf铆os. Estos simuladores de citas se dividieron en base a g茅neros y gustos. Los eroge apuntaron a usuarios que buscaran un momento de ratoneo, los otome eran para chicas adolescentes en b煤squeda de su pr铆ncipe azul virtual, y la comunidad LGTB pod铆a variar entre esos estilo Boy鈥檚 Love o los yuri games, teniendo estos 煤ltimos tan pocas traducciones oficiales al ingl茅s que se cuentan con una mano.

A pesar del cambio de nombre, la mec谩nica de los juegos es consistente: el protagonista se mueve en un mundo 铆ntimamente relacionado con la cultura oriental e interact煤a con personajes estereot铆picos, eligiendo opciones para encaminarse en la conquista y esforz谩ndose por esquivar los finales depresivos que derivan de malas elecciones. La lenta eclosi贸n de los dating sims al resto del mundo tiene mucho que ver con la imposibilidad de traducir una perspectiva cultural entera. El universo nip贸n concibe el mercadeo bajo los preceptos de una poblaci贸n que entiende de deseos sublimados: si un ejecutivo cuarent贸n prefiere pasar su tiempo libre jugando a ser una chica de 4 a帽os, nadie pone objeci贸n mientras su rendimiento laboral sea 贸ptimo.

La dimensi贸n de la simulaci贸n es morbosa e ilimitada, y es relativamente entendible que t铆tulos como Katawa Shoujo (un soft eroge sobre conquistar a chicas discapacitadas), Tomak: Save the Earth Love Story (donde el inter茅s rom谩ntico es por una cabeza plantada en una maceta) o Hatoful Boyfriend (famoso otome que relata el amor interespecie de un humano y un alien en forma de paloma) tardaran casi seis a帽os en ser traducidos 鈥搚 censurados鈥 en ingl茅s.

Pero el g茅nero empez贸 a ver la luz cuando, con intenci贸n de promover el gaming femenino, compa帽铆as como Cybrid, Abracadabra Inc y la surcoreana Chertiz Co inundaron el universo mobile y se adue帽aron de una solapa entera para el otome. Para asegurar su 茅xito, estas aplicaciones le pasaron por arriba a las primeras teor铆as de inmersi贸n de realidad virtual y se concentraron en lo que ya se sabe que funciona bien: la inmersi贸n psicol贸gica.

Reinvent谩ndose bajo el nombre de 鈥渏uegos invasivos鈥, construyeron 鈥渕undos persistentes鈥, una categor铆a que habla de un universo virtual dependiente del tiempo real pero que desarrolla acontecimientos aut贸nomos. Mystic Messenger, lanzado a mediados de este a帽o por Cheritz Co, despliega una dimensi贸n paralela que concluye en 11 d铆as reales y cuyos personajes interact煤an con el usuario mediante mensajes de texto, llamadas y una sala de chat. Otros logran la conexi贸n con acciones f铆sicas, como el otome Burn Fat with Me (Creative Freaks), que te reta a ejercitarte para conquistar a tu inter茅s rom谩ntico.

El nuevo g茅nero ya no necesita de un jugador que lo motive, sino que se acople al mundo que genera por s铆 mismo. Y las compa帽铆as desarrolladoras de dating sims terminaron por convertir sus productos en simbiontes de la vida cotidiana. La siguiente apuesta est谩 en la fidelidad de los jugadores a este g茅nero y su capacidad de perdurar. En t茅rminos de narraci贸n inmersiva, el mundo oriental ya gan贸 de manera instintiva una batalla que Occidente apenas atina a entender.

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