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Jueves, 13 de mayo de 2004
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El dicho / El hecho

EL DICHO
”Yo lo único que quería era cantar en un estadio. Nunca pensé en la duración ni en cómo llegar a eso. Lo que sí sé es que en Chat tu chac nosotros pensábamos que las canciones eran para siempre. Al ser el primer disco, te proponés que todo sea profundo, definitivo. Después, cuando sabés que va a haber un próximo disco, empezás a escribir más relajado. Entonces te podés permitir que una canción que contenga fonética, menos comprometida o que quizás diga menos de uno.” Andrés Ciro Martínez, entrevistado para el Nº 1 de la revista Soy Rock, que con su reciente aparición se incorpora a la ahora nutrida oferta de medios “de rock”. Salió La Mano, salió Soy Rock, ahora falta la publicación semanal que editará la productora Cuatro Cabezas de Mario Pergolini y Diego Guebel. Los Piojos, se recuerda, tocarán el sábado y domingo próximos en el estadio de Vélez Sarsfield. Quienes compraron entradas para los días programados inicialmente (15 y 16 de mayo), podrán utilizarlas sin problemas. Quienes no puedan ir por este cambio, recibirán el reintegro del importe en los locales allí donde fueron adquiridas.

EL HECHO
“¡Destrucción, destrucción!” Con ese grito de guerra, unos veinte o treinta pibes de obligatorios chupines y remeras rockeras negras la emprendieron contra el escenario de Hangar, ahí mismo donde había estado de pie y a los gritos el bueno de Lemmy junto a sus muchachos. Así, con escándalo, terminó el show de Motorhead el sábado pasado. El ambiente no era el mejor desde temprano, pero no distaba mucho de cualquier otro show de rock en un lugar repleto, con mucho calor y escasa ventilación. Eso mismo condicionó la respiración del propio Kilmister, quien debió abandonar el escenario sin realizar unos esperados bises. Después de una espera que iba creciendo en tensión, la voz del Ruso Verea anunciando que la banda no volvería a salir por problemas físicos de uno de sus integrantes, desató la furia. De unos pocos, es cierto, en comparación con la multitud que se retiró resignada, pero a las puteadas. “Me vendés Argentinos Juniors y me traés acá, hijo de puta”, gritó alguien entre la multitud. Los menos, buscaron revancha contra la descortesía intentando llevarse algo del escenario. Desde arriba, los plomos defendieron como pudieron equipos e instrumentos. La furia duró unos minutos, suficientes como para que vuelva a aparecer el temido y ansiado (por algunos medios) titular “violencia en el rock”.

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