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Jueves, 8 de septiembre de 2005
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LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR *

Hoy: Hindúo, rock místico

Por Javier Aguirre

La franquicia espiritual que, desde 1965, George Harrison inauguró como nexo entre el rock y las tradiciones de la India, acaba de abrir su sucursal argentina: se trata de Hindúo, el dúo que importó a Villa Soldati el aura mística de los monasterios de Rishikesh, y que salpicó al maloliente Riachuelo con las aguas sagradas, e igualmente malolientes, del río Ganges.

El entusiasmo oriental de los Hindúo impacta: visten túnicas (compradas en Plaza Miserere), usan desodorante con fragancia a jengibre, y –en nombre del carácter sagrado de las vacas– se retuercen de espanto cuando el No propone entrevistarlos en una parrillita que ofrece estupendos chinchulines, vaciopanes y tripa gorda. Lástima.

En escena tocan las cuerdas del sitar “con la misma pasión de quien manosea a una vedette con más de 120 de busto”, según las propias palabras del cantante, Apu Khali. Y su propuesta ya los consagró como favoritos de la colectividad indoargentina: de hecho, fueron invitados a presentarse durante el último lobby que realizó en el país Anoop Singh, el economista indio que integra el FMI. “Fue un honor recibir a un grosso del sistema financiero internacional”, afirma Franco Makrishna, la otra mitad del dúo.

Su álbum debut Hindudablemente (2009) es un CD cuádruple con confusas e interminables zapadas instrumentales de supuesto clima oriental, ricas en cánticos que intercalan mantras y sospechosas risitas. Sin embargo, la obra del dúo Hindúo no es sólo misticismo, ya que también revela datos sobre las vidas personales de Apu y Franco, que se ganan la vida como recolectores de residuos. Y que vuelcan, en sus composiciones, referencias a su sacrificado trabajo, como en el temazo Nueva Delhigiene, que dice: “Si nos dicen ‘basureros’ / en vez de ‘recolectores’, / váyanse a la brahmaputra / madre que los reparió. / Sean jefes y no jerarcas, / háganlo por Visnu y Shiva: / ¡Auméntenle el sueldo, garcas, / al trabajador de Cliba!”.

*Cualquier parecido con la semejanza es culpa de la inescrupulosa realidad.

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