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Jueves, 15 de septiembre de 2005
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LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR *

Hoy: Engrampados, punk-rock ferretero

Por Javier Aguirre
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* Cualquier similitud con la realidad amerita consultar a pitonisas, peritos en quiromancia o lectores de borras de cualquier infusión.

”Hey, ho; bulón;/ hey, ho; bulón.” Veloz e irresistible, la arenga de estirpe ramonera abre cada una de las canciones de Engrampados, la banda que con más frescura articuló el punk-rock y el apasionante mundo de las ferreterías; que abarca desde la problemática de las arandelas hasta las desventuras de la medición del alambre por metro.

Todos sus integrantes son empleados de ferreterías de Avellaneda, tienen miradas torvas que se cuelan bajo sus flequillos con forma de genital masculino, y responden a los nombres Johnny Engrampado, Niko Engrampado, Marky Engrampado y Bonzo Engrampado. “No somos parientes, el apellido común es pura casualidad”, aseguran.

Verdaderos pioneros del punk-rock ferretero (o “ferre-punk”), tienen como destinatario usual de sus composiciones a “esos giles que no saben ni clavar un clavo y que para cambiar un cuerito llaman al plomero”. Sus melodías son tan pegadizas que, a la primera escucha, la memoria se adueña de los estribillos de Sheena compra tarugos o El Ku Klux Klan se llevó mi cinta aisladora. Y sus letras revelan la sensación de poder de todo ferretero; el don de poseer el preciado adminículo que sus clientes necesitan para reparar el inodoro o el lavarropas. Así lo hace sentir, no sin cierta soberbia, una gema como Domingo a la mañana, abierto, que dice: “¿Así que necesitás/ medio litro de aguarrás?/ ¿Pastina, teflón y espátula/ para cambiar una válvula?/ Me da placer verte así,/ desesperado ante mí./ No pongas cara de dúctil;/ mostraste ser un inútil/ al querer usar estaño/ para soldar ese caño/ que ayer convirtió a tu baño/ en un clon de Nueva Orleans”.

“La sabiduría que brota de la obra de Engrampados inquieta; ellos creen que sólo el mostrador de una ferretería permite advertir la belleza de las pequeñas cosas de la vida; como los remaches o los adaptadores para fijar una manguera a la canilla”, escribió la crítica. Para pensarlo.

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