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Jueves, 12 de junio de 2003
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ESOS CHICOS TIMIDOS

POR ROSARIO BLEFARI

Nunca hubo lugares de pertenencia para grupos como Suárez; existía Suárez y entonces existía ese lugar porque nosotros lo hacíamos, y así pasaba con otros grupos también. Apenas nos retraíamos, nuestro lugar desaparecía. Como lo que crece al costado del camino, o en las grietas de una edificación. Las cosas cambian siempre y esta vez coincide con los números del calendario, en el salto de década y siglo. Somos producto de las circunstancias y también generadores de ellas, una circunstancia más que modifica al resto. Lo que se mantiene, lo que tienen en común el pasado y el presente es la necesidad de “un cuarto propio”, eso es para mí lo que sucede cuando un grupo de rock, o varios, tocan más o menos seguido en ciertos lugares y la gente empieza a ir a esos encuentros para sentirse a gusto entre personas que no conoce, pero con las que se siente capaz de compartir algo tan delicado como la emoción, la euforia o el transporte de una música. Aquellos chicos y chicas tímidos, callados o retraídos que podían verse en los recitales de los noventa, ahora que son más grandes es como si hubieran salido de esa etapa fuertes y enriquecidos por la música que escucharon y los libros que leyeron; porque muchos de ellos eran el tipo de persona que pasa horas dedicada a esta clase de actividades un poco introspectivas. Ahora son personas que revelan que no estaban calladas porque no tenían nada que decir sino porque estaban viviendo y elaborando su pensamiento. Eso fue bueno, estaban observando el mundo y sacando conclusiones. Ahora están en el mundo real y saben de qué se trata. Ese es el gran cambio. En cuanto a los músicos, al igual que a principios de los noventa, ahora no hay lugares para tocar, no hay una “escena” vacía ubicada en espacios concretos, esperando que los músicos la ocupen, hay que fabricarla. ¿Cómo? Tocando, buscando, haciendo ciclos en lugares poco conocidos para que se vuelvan parte de un circuito. Pero para esto es necesario cierto brío, cierta necesidad de expresar y compartir con otras personas la experiencia común de un recital. Eso va a existir mientras exista la humanidad.

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