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Domingo, 11 de septiembre de 2016
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Un dramaturgo elige su película favorita. William Prociuk y Synecdoche, New York de Charlie Kaufman

VIVIR SU VIDA

Por William Prociuk
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La idea de que todas las vidas de los demás son la vida de alguien, ronda en mi cabeza desde que tengo uso de razón. Charlie Kaufman puso en sonidos e imágenes algo mucho más profundo que lo que cuenta su guión; creó una realidad cruda y contundente, exactamente como lo hace Caden, el protagonista del film, un director de teatro que lleva su vida a la ficción en una gran obra.

El amor entre esta película y yo, es visceral. Pensamos parecido y eso es suficiente. Los recovecos en los que indaga este largometraje, son al mismo tiempo parte de los míos, y desde mucho antes de que Kaufman los eternizase en su película. Para comprender lo que voy a escribir a continuación habría que verla.

Si me alejo de casa todo lo que hay en ella deja de existir, incluso mi casa, no hace falta irse muy lejos. Con las personas pasa algo similar, aunque más extraño. Las cosas pueden desaparecer de los pensamientos pero la gente a tu alrededor no, o sí, pero tiene que pasar mucho tiempo. Las relaciones y las personas son complejas y yo me parezco bastante a esas personas, el amor pone las cosas delicadas. Si las personas fueran cosas no habría ningún inconveniente, porque las cosas no se mueren, las personas sí. La muerte de los demás también es la muerte de uno.

La vida de todos los demás, mi vida. Extras, personajes secundarios, coprotagonistas, escenografías y yo, así era la cosa cuando todo empezó. Era el juego al que imaginaba estar obligado a jugar de niño, allí la existencia de los demás estaba supeditada a la mía. Era demasiado pequeño para semejante responsabilidad, pero los juegos se juegan en serio. Fui un niño “serio”, “maduro”. Nunca me aburría. Tenía suficiente con hacer vivir a tanta gente. El crecimiento de las presiones fue directamente proporcional con el paso de los años. Me había convertido en un pre adolescente perturbado y solemne, quise salirme del gran juego y encontré la forma, suicidarme… estaba solo, caminaba lento por la terraza de la casa de mis padres, un lugar peligroso, iba a dejarme caer. La escena fue muy bizarra; lloraba, mis lágrimas caían al suelo en cámara lenta, vi mi reflejo en un vidrio apoyado en la pared lindante y al verme la cara, hice más fuerza para llorar. En mi cabeza sonaba algún tema de los Beatles, me distraje mirando el cielo como implorando y de repente apareció mi hermano mayor, corriendo y se lanzó al vacío sin ningún titubeo, sin escena previa, él lo hizo, pensé. Me asomé al borde para ver como era la muerte y descubrí que lo que parecía la altura perfecta como para romperse el pescuezo, era sólo una distracción extraordinaria. Había comenzado una remodelación en la casa que incluía materiales de construcción, cal, cemento, cerecita y metros de arena que habían tapado la vereda, un médano dorado. Pasamos un verano tirándonos desde la terraza. A juzgar por mí forma de ver las cosas, ¿la aparición repentina y posterior salto de mi hermano fue un momento que existió porque yo estaba ahí? No. Había entendido algo con esa escena, mi teoría se ampliaba, incluía al otro, ya no me sentía tan responsable de los demás. Jugar a otras cosas me fue posible pero sin embargo aún pensaba que las cosas importantes que les ocurrieran a mis seres favoritos, serían en mi presencia... Veinte años más tarde (así de rápido pasa la vida en la película) mi padre murió. No estuve en ese momento y sin embargo sucedió (me pregunto si el instante previo al óbito es el más importante en la vida de alguien)... y ahí terminé de comprender que todos somos parte de la vida de alguien y todos son parte de mi vida.

En el film ocurren cosas que iluminan el entendimiento del protagonista. Ejemplo: Caden intenta suicidarse porque su gran amor, Hazel, no le corresponde. La escena transcurre en un restaurante-terraza, en donde Hazel está con su marido y sus hijos. Caden los observa escondido, cuando la familia abandona el lugar, él ingresa a la terraza decidido a sortear un pequeño muro y encontrarse con el vacío. A esa altura de la película su cuerpo está maltrecho y no puede moverse ágilmente, es así que queda atascado sobre el muro, como alguien que no puede subirse del todo a un caballo, eso le da tiempo a alguien para impedir el suicidio. Al mismo tiempo otra persona observa la situación, Sammy, personaje que luego tiene tanta incidencia como el protagonista y que hasta el momento solo se lo ve observar distintas situaciones de la vida de Caden. A veces aparece fuera de foco, casi imperceptible, siempre en segundo o tercer plano. Dentro de la gran obra de teatro que ensaya como director, Caden es al mismo tiempo Caden, como un personaje que hace lo que hace, dirige. Está sobrepasado y decide hacer una audición para reemplazarse. Sammy, el observador, es el elegido, sin ser actor ni tener experiencia previa. En la entrevista le confiesa a Caden haber estado siguiéndolo durante mucho tiempo. Entonces Sammy en la obra es ahora Caden, y tiene un amorío con Hazel como en “la vida real”. Sammy cree tanto en su rol y en el amor hacia Hazel que termina suicidándose porque ella elige al verdadero Caden. No es casual que la escenografía sea aquel restaurante-terraza del intento de suicidio, pero esta vez “el personaje” logra su cometido. Y Caden, comprendiéndolo todo, resuelto de palabras, lanza un pensamiento, al oído de Hazel en el entierro de Sammy. Frase que luego repite otro actor que reemplaza a Samy en el rol de Caden, en el mismo entierro: “Ahora sé cómo hacerlo… hay trece millones de personas en el mundo. ¿Te puedes imaginar esa cantidad de gente? Y ninguna de esas personas es un extra. Son todos protagonistas en su propia historia. Se les tiene que dar lo que merecen”.

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