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Domingo, 18 de noviembre de 2007
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Un músico elige su canción favorita

Camino al cielo

Por Tito Losavio
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Tratar de elegir una canción favorita no parece fácil; cuando a uno le piden algo así tiene que zambullirse en un cajón enorme lleno de pequeñas cositas y ponerse a revolver. Se dice bastante eso de que una canción es 75 por ciento letra, que si la letra está buena la melodía no importa tanto, pero de pronto aparece una de esas canciones en las que funcionan las dos cosas al mismo nivel y te dejan rendido ante ellas y te provocan ese tipo de sensación. Para mí, una de esas canciones es “Para ir”, del disco doble de Almendra.

Y si apareció cuando me puse a pensar en mis canciones favoritas es porque es una de esas canciones místicas del joven Luis Alberto. Una canción que yo tocaba mucho cuando era chico y que me daba muy buenos resultados en los campamentos. Hay que imaginárselo, hay que acordarse: tenés 17 años, la tocás en un fogón en Valeria del Mar... y podías enamorar. Es una canción muy inspirada, que en esa época ya me producía algo físico.

Es una canción que habla de las alturas, que es un tema que aparece mucho en Spinetta. En ésta hay una parte en la que dice “No lleves ni papeles/ Hay tanta gloria allá/ Que al final nadie tiene un sueño sin laureles”. Está hablando del cielo, evidentemente.

Creo que hay una cuerda adentro de uno –esa cuerda que hace que uno siga en la búsqueda del camino de la evolución espiritual– y en un momento en tu vida aparece algo que hace que esa cuerda empiece a vibrar. Es algo que viene con uno y cuando te volvés consciente de que lo tenés lo empezás a desarrollar. Creo que he transitado por ese camino bastante tiempo, y hoy día vuelvo a escuchar esta canción y es increíble, pero a pesar de todo el tiempo y de todo el camino recorrido, la sensación vuelve a ser la misma. Me sigue provocando algo parecido a lo que me provocaba cuando era chico. Me sigue emocionando físicamente. Vuelvo a quedar rendido ante esa letra que me habla de las alturas con una melodía que me lleva al mismo lugar. Es la altura en un sentido místico, puede decirse, como algo que está identificado con la sabiduría, con la armonía de la creación, con la búsqueda espiritual. Es una búsqueda en la que uno se va elevando, y la metáfora es ésa: la elevación espiritual. Otras letras de Spinetta hablan también del cielo, de las montañas, y yo creo que está hablando de eso, de elevarse espiritualmente.

Fue un éxito de mis años de fogón y así como las cantaba en campamentos y se las hacía conocer a amigos, a mi novia –uno quiere compartir estas cosas que le gustan tanto–, cada tanto, cuando toco en vivo, la vuelvo a tocar. Y con ella vuelve todo: el estremecimiento físico y el viaje a las alturas.

Para ir

Siéntate a ver el día
mira qué gusto da, ver el rayo justo
donde empieza la avenida
Descálzate en el aire... para ir.
No lleves ni papeles;
hay tanta gloria allí, que al final
nadie tiene un sueño sin laureles.
Que tu cuerpo, al menos esté limpio... para ir.
Córrete hasta el espacio,
quiero que sepan hoy, qué color es
el que robé cuando dormías.
Ya, móntate en el rayo... para ir.

“Para ir” (letra y música de Luis Alberto Spinetta) pertenece al disco Almendra II (Album Doble), segundo de la banda del mismo nombre, que fue editado en enero de 1971 y que entre otros temas incluía: “Aire de amor, Amor de aire”, “Camino difícil”, “Carmen”, “Cometa Azul”, “En las cúpulas”, “Florecen los nardos”, “Leves instrucciones”, “Los elefantes” y “Rutas argentinas”.

Almendra (considerada junto con Los Gatos y Manal una de las bandas fundacionales del rock nacional) había nacido tres años antes a partir del encuentro entre varios estudiantes del colegio San Román, de Belgrano: Spinetta, Edelmiro Molinari (guitarra y voz), Emilio del Guercio (bajo y voz) y Rodolfo García (batería y coros). Tras grabar varios simples, en enero de 1970 vio la luz su primer LP, el de la famosa tapa con el personaje de gorra a rayas rosadas y la lágrima (y “Muchacha ojos de papel”, y “Ana no duerme”, y todos los demás también). El grupo se separó en septiembre de 1971 y tuvo una exitosa reunión en el ’80 con un show en Obras y el lanzamiento de un nuevo disco: El Valle Interior.

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