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Domingo, 4 de abril de 2010
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La noche derrotada

Por Sergio Kisielewsky

Son varias las escenas imperdibles en el cine pero ocurre que la primera que me viene a la memoria es la parte final de la película Siete hombres al amanecer. Los dos combatientes están en el sótano de una iglesia tapados por el agua que tiran los soldados alemanes. Juran no dejarse atrapar vivos y en su mirada se ve que ya hicieron lo correcto. Eran los jefes del grupo que ajustició a Heydrych, el delegado de Hitler en Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial. En la secuencia del atentado el auto con el objetivo a bordo atravesó una pequeña ruta en las afueras de Praga y una decena de jóvenes lo esperaba como podían. Besándose, leyendo el diario, ninguno pasaba los treinta años y la instrucción militar que poseían era más parecida a la voluntad que a la disciplina de las armas. Ocurrió por supuesto lo imprevisible. Cuando el chacal estaba a tiro, a la mujer encargada de la tarea se le trabó el proyectil en la recámara del fusil, volvió a cargar, se le volvió a trabar, tomó una granada y la arrojó sobre el auto. Todos los elásticos se incrustaron en el cuerpo de Heydrych, quien durante días agonizó en un hospital de la capital checa. La película va subiendo el tono sin prisa pero sin pausa. El epílogo tiene como marco a cientos de soldados de Berlín que se apostaron alrededor de la iglesia principal de Praga pues allí se refugió el colectivo de hombres y mujeres que llevó a cabo la acción. La hospitalidad para los combatientes, cabe decirlo, en la vida y en la película fue obra del cura de la propia iglesia. La toma final tiene un dramatismo sin elocuencias, oblicuo y por supuesto demoledor. Tiran todo tipo de munición, barren con todos los símbolos de la parroquia, gasean, una y otra vez advierten por megáfono que deben rendirse. Mientras tanto la muchachada allí adentro se repliega como puede. Ya no hay habitación que alcance y los combatientes caen sin miramientos. Hasta que llega la escena final, los alemanes localizaron que en el sótano están los resistentes y lo inundan. Después vienen las últimas balas de los muchachos mientras todo es escombros, pólvora y ruinas. La trama es muy nocturna, los diálogos son casi monólogos de seres humanos muy tímidos que no imaginaron en toda su dimensión lo que llevaban a cabo. Ni en sus más remotos sueños imaginaron que luego de esa acción los esbirros del Reich en represalia iban a borrar del mapa el pueblo de Lídice. Aquellos muchachos y muchachas no escarmentaban tan fácil. Sin embargo, antes del atentado, en la noche de la vieja Europa, celebraban la vida en los pocos instantes de conversación y camaradería, recorrían la ciudad, se contaban anécdotas y muchas tenían que ver con el trabajo rural. La otra escena es el cine en que vi la película, el viejo Argos sobre Federico Lacroze casi llegando a la avenida Alvarez Thomas. Fue mi padre el que me llevó a verla. Recuerdo que salimos de la sala y no habló, transpiraba, tenía un pañuelo atado al cuello y me puso la mano en el hombro. Fuimos al café de la esquina, que era muy grande y tenía billares. Mi viejo seguía sin hablar y miraba la calle, los autos, la ventana derrotada en una noche donde yo era un adolescente y él un antifascista de aquéllos. Lo vi transpirar tanto que se sacó los lentes de contacto y se fumó varios cigarrillos 43 con etiqueta marrón. Se dio cuenta de que yo lo miraba, estiró el paquete y me dijo: “Ya podés fumar adelante mío”.

OPERACION DAYBREAK es una película norteamericana de 1975. Fue dirigida por Lewis Gilbert y están basados en la novela de Alan Burguess titulada Siete hombres al amanecer. Fue protagonizada por Timothy Bottoms, Martin Shaw, Joss Ackland y Kim Fortune, entre otros. El alto mando británico dio la orden de ajusticiar a Heydrich y la acción se cumplió a rajatabla. Al territorio checo llegaron paracaidistas británicos y contactaron con la Resistencia. A partir de allí se armó un rompecabezas donde paso a paso se percibe que el atentado puede llegar a cumplirse. Sin embargo, las complicaciones de organización son muchas y pueden contarse también algunas deserciones. En la película se ve la magnitud de la ocupación alemana en la ciudad de Kafka y kafkiano es lo que ocurre en la cinta. Mujeres, hombres mayores constituyen un núcleo decidido hasta el final. Bautizada como Operación Amanecer, la resistencia checa pasó a la historia con su golpe más audaz.

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