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Domingo, 23 de mayo de 2010
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Un músico elige su canción favorita: Alfonso Barbieri y “Tazas de té chino”, de Don Cornelio y la Zona

La oscuridad de los años ochenta

Por Alfonso Barbieri
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En el año ’87 yo estudiaba piano clásico. Tenía once años y había empezado en el ’85. Ese año escuché en un programa de la Rock & Pop, por primera vez, la canción “Tazas de té chino”, y me voló la cabeza. Con ese riff, con la letra que empezaba en el estribillo: me impactó tanto que empecé a sacarla en el piano. Después vi un video de Don Cornelio; no el de ese tema, sino el de “Ella vendrá”, en un programa que tenía Guillermo “Macu” Mazzuca y que se llamaba Control remoto. Ahí fue que les ubiqué por primera vez las caras a la banda, y su estética, con los colores del video, blanco, rojo, verde, amarillo, azul. Pero era “Tazas de té chino”, de las canciones de la banda, la que me seguía volando la cabeza. Unos vecinos me regalaron ese primer casete de Don Cornelio y yo lo ponía en el piano, en el lugar en el que van las partituras, y fue el primer tema de rock que saqué, antes que los Beatles, antes que cualquier otra cosa. Como dije, yo estudiaba piano clásico, pero después mandé todo eso a volar. Algo empezó a hacer clic en mí.

Yo ya escuchaba rock nacional e internacional desde chiquito, pero creo que en esta canción encontré algo que tenía mucho que ver conmigo. Empecé a dibujar en serio y en serie en ese mismo año, en 1987, y “Tazas de té chino” es una canción absolutamente pictórica en sus descripciones, está repleta de imágenes. Su manera de describir me influyó mucho, me hace acordar a esa manera de Charly en Clics modernos, new wave-pop-dark, tan seca, que te va tirando cosas surrealistas pero totalmente relacionadas con un fin, con algo perfectamente real. Cantaba “Lugarteniente cabizbajo/ doctor en medicinas/ experimentando cuerpos/ comidos por escarabajos”, y a mí me parecía todo muy fuerte, de una densidad enorme, y mis dibujos de 1987 eran cosas muy así, como esa letra; el tipo de cosas que años más tarde me iban a traer problemas con la Iglesia. Me fascinaba por ejemplo, de “Tazas...”, el momento en que dice “antigua calimba”, que en la voz de Palo me hace acordar a Charly. O cuando dice “escudo tarado”, en su momento me parecía irreverente, y que está hablando de una estructura rígida, de gente tensa, con ese “espadas cruzadas contra la pared” y el “lugarteniente cabizbajo”. Había algunas cosas que eran increíbles y que no entendí del todo en su momento, que fui entendiendo con los años, y otras que tal vez aún hoy no entiendo del todo. Pero era una letra increíble, todo era rico para el cerebro, había en Don Cornelio unas ganas de decir unas cosas impresionantes, y sus letras tienen una carga enorme, casi operística. Todo lo que dice “Tazas de té chino” es muy oscuro, quizá como una versión en los ’80 de “Instituciones”, de Sui Generis, hablando de lo mismo que aquel tema, sin decirlo. Y no será por nada: Palo es, como yo, muy admirador de Charly García y eso es otra cosa que nos conecta.

Ese mismo año salió Parte de la religión, otro disco que me fascinó. Ese, como el primero de Don Cornelio y la Zona, fueron discos que me quebraron, álbumes que tienen en común la época, el nivel de modernidad: ya habían pasado un poco las ganas del rock nacional de gritar que nos podíamos divertir, de hinchar las pelotas; y se podía volver a escribir pop con cierto vuelo que a la vez tuviera profundidad en las palabras. Y sin perder el humor.

Pasaron los años, tuve un acordeón y en él toqué el riff de esa canción en noches de borracheras con amigos, en alguna formación que tuve, armamos Cocineros con las chicas y fuimos teloneros de Palo en Córdoba (cuando él estaba con Fuerza Suave) y años más tarde lo invité a participar en mi segundo disco solista, Las canciones que se me cantan, y nos terminamos haciendo muy buenos amigos. Alguna vez, hace no mucho, le hablé de todo esto, de lo mucho que me gustaba esta canción y él me dijo “genial, un honor”, y eso fue todo, porque eso es una de las cosas en las que Palo es distinto: no es una estrella de rock insoportable, está afuera del divismo estúpido del rockero inalcanzable. Palo es como un tío, como un hermano mayor, el mejor referente posible para los cantautores. ¡No perdió la capacidad de asombro ni el humor! Y también una gran lección para los escritores de canciones: hay muchísimo para investigar y decir y muchas formas de decir; no todo es el mar, el viento, la playa, ni los paisajes desolados. Hay muchos detalles en la casa de uno, y en tu interior y en la cabeza de uno, para explorar. Se puede investigar en la pintura, se puede explorar la política. Esa es una de las lecciones de Don Cornelio o, mejor dicho, una de sus herencias, de las que abrieron en mí nuevos caminos.

Alfonso Barbieri se presenta el próximo viernes 28 de mayo a las 21, en Despacio Martínez, Enrique Martínez 836 (Colegiales).


Formada en 1985 por Roberto “Palo” Pandolfo (voz y guitarra), Alejandro Varela (guitarra), Claudio Fernández (batería), Federico Gahzarossian (bajo), Fernando Colombo (saxo), Gustavo Campana (teclados), Sergio Iskowitz (trompeta) y Daniel Gorostegui Delhom (teclados), Don Cornelio y la Zona grabó su primer disco titulado con el nombre de la banda en 1987. Entre sus mayores éxitos se encontraron los temas “Ella vendrá”, “Tazas de té chino” y “El rosario en el muro”. Un año más tarde editaron su segundo álbum, Patria o muerte, que terminó de consolidar a la banda a los ojos de la crítica especializada. El tercer LP quedó inconcluso debido, entre otras razones, a la hiperinflación que devastó al país en 1989. Ese año se editó Don Cornelio en Vivo, CD con las grabaciones de un recital en el Club Universitario de La Plata en 1988, y de otro en Prix D’ami al año siguiente. En los ‘90, Pandolfo y Gahzarossian formaron otra banda Los Visitantes.

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