Hurgué en mi hipotálamo para recordar una pelÃcula que me haya marcado profundamente. Y sÃ, la que me vino a la mente es Pic Nic en las rocas colgantes, de Peter Weir. Es una pelÃcula de su etapa australiana, antes de irse a Hollywood. La vi en televisión, hace muchos años. Me acuerdo que estaba en la casa de mis padres, me habÃa recostado después de un almuerzo familiar a dormir una especie de siesta, pero prendà la tele y ahà estaba. Todo conducÃa a un cierto estado onÃrico que la pelÃcula usa. La historia transcurre en Australia a principios de siglo XX, en una institución de señoritas pupilas, un ambiente muy estricto, victoriano. Resulta que estas señoritas realizan una expedición a unas rocas colgantes que hay por ahÃ. Una visita turÃstica. Y en esa expedición desaparecen misteriosamente tres de las chicas. Obviamente se produce un gran revuelo en el internado.
Lo que me pasó con la pelÃcula esa tarde es que no pude ver el final. Era un gran misterio lo que estaba pasando, pero yo estaba como en un limbo y me quedé dormido. Y claro, es que el clima de la pelÃcula conducÃa a ese raro sopor. Esa belleza era muy perturbadora. Las chicas eran hermosas –como de los años ’70, a pesar de que la pelÃcula transcurrÃa en el 1900– y en ese lugar, en esas rocas, se liberaban de su educación encorsetada. Algunas de las chicas ven a las que después desaparecen, felices, sacándose el corset. Metafóricamente se liberaban, digamos. También se mezclaban con los indÃgenas australianos que habÃa por la zona. Los australianos tienen una tradición con los indÃgenas muy fuerte, hay teorÃas que sostienen, incluso, que por ahà estuvo el origen del hombre. Por eso es tan fuerte el misterio que esconden las rocas.
Pero no pude ver el final ese domingo a la tarde. Y durante muchos años me quedé con la intriga, quise encontrar la pelÃcula, pero no estaba editada en dvd, ni estaba en Internet para bajarla. Nada. La busqué muchÃsimo.
El año pasado casualmente me metà en un negocio que vendÃa VHS y libros. Era un lugar que yo conocÃa en la calle Olleros, cerca de Chacarita. Por costumbre pregunté si la tenÃan. Y sÃ. Fue increÃble, fue un momento epifánico, dirÃa. Yo justo tengo un aparato de VHS asà que terminé de verla. Pero el final, ¡es abierto! No se sabe qué pasa con las chicas. Me perturbó más todavÃa. Porque nunca más se supo el destino de esas colegialas. Fue casi una abducción. Pude recuperar esta pelÃcula pero el enigma continúa.
Damián Dreizik está haciendo funciones de su unipersonal Groenlandia en el C. C. de la Cooperación (Corrientes 1543), los viernes y sábados a las 23.
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