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Domingo, 6 de marzo de 2011
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Un músico elige su canción favorita: Mavi Díaz y “El maniquí”, de Sandro

Novia e hija del rock & roll

Por Mavi Diaz
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mavi diaz con sandro cuando lo conocio a los 8 años y ya era fan.

Cuando yo tenía unos ocho años me compró mi mamá el disco Sandro de América. Yo era fan de Sandro, fan mal. Vivía y respiraba para él y por él, y escribía canciones que eran como las suyas, pero dedicadas a él, tocaba la guitarra, componía, todo. Y cuando tuve Sandro de América en mis manos, cada vez que mis padres se iban y yo me quedaba en casa, me encantaba maquillarme con las pinturas de mi mamá y disfrazarme con sus vestidos; ponía el disco y cuando llegaba la canción del maniquí siempre me ponía a llorar de la tristeza que me daba la historia. Me gustaba mirarme en el espejo del tocador de mi mamá, porque se me corría el maquillaje y quedaba como Alice Cooper. La canción contaba la historia de una chica que era costurera. Ella lo deja a él, y se va. El le canta, casi llorando, y dice que lo único que quedó de ella es ese viejo maniquí y empieza a recordar el lugar donde ella jugaba con las telas y cómo desplegaba en ese maniquí todas sus fantasías y sueños de princesa. Era terrible: ella se iba y él se quedaba mirando e imaginándola alrededor del maniquí, poniendo sus telas y fantaseando. Lo cuento ahora y se me ponen los pelos de punta todavía.

En aquella época yo cantaba en una peña infantil, y un domingo mi papá lo trajo.

Lo vi bajar por la escalera, tan hermoso... me tuve que ir al baño a recuperarme, a lavarme la cara, a recuperar el aliento. Estaba pálida y muda. El estuvo divino, tenía la mejor onda y era como Dios para mí. Cuando finalmente pude hablar le conté que hacía canciones para él todo el tiempo.

Pasaron muchos años, el disco se perdió y no lo escuché nunca más pero siempre supe sus canciones de memoria. Tengo una foto de ese día, que mi papá tuvo guardada mucho tiempo.

Quince años más tarde, un día estábamos con las Viudas tocando en Chile, y en medio de una conferencia de prensa en el Hotel San Cristóbal, viene el manager de Sandro y pregunta quién es Mavi. Una vez que me presenté, me dice: “Roberto está esperándote en el bar”. Y bajamos las escaleras y ahí estaba él, literalmente, igual de hermoso, sentado en la barra del bar del lobby, un galán absoluto con la camisa abierta hasta el pecho y un whisky en la mano. Ya éramos grandes y las Viudas éramos famosas, y él nos dijo que le encantaba lo que hacíamos. Esa fue como mi revancha tanto tiempo después de aquel primer encuentro en los años en que me desarmaba escuchando “El maniquí”.

Aunque no sé qué fue del disco, recordaba a la perfección las canciones, en algún momento años después las bajé y ahora las tengo en la computadora y las vuelvo a escuchar de vez en cuando. Mi hijo, que es músico y productor de rap, sampleó la introducción de “El maniquí”, y después de no sé, como cuarenta años, volvió a sonar esa canción, ahora en mi casa de Madrid. Y hasta ahora no se me había ocurrido grabarla, pero de pronto, hablando de ella y recordando cómo me hacía llorar la historia de ese hombre que le canta a la costurera que lo abandonó, se me ocurre que sería una idea buenísima: voy a hacer mi propia versión.


Mavi Díaz presenta su nuevo disco, Sonqoy, al frente de su banda femenina Las Folkies y con participaciones especiales de Marcela Morelo, Patricia Sosa, María Volonté, Franco Luciani, Laura Ros, Antonio Tarragó Ros y las 60 voces del Coro Gospel de Argentina, y el tema “Zamba mía”, con música de su padre, Hugo Díaz. Las presentaciones serán el miércoles 16 de marzo en el Tasso, Defensa 1575; el jueves 17, en el Festival Honrar La Vida, Anfiteatro de Quilmes; y el viernes 25 de marzo, en La Casa del Bicentenario, Riobamba 985, a las 20. Entrada Libre.

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