La primera pelÃcula que fui a ver al cine solo fue Una noche en Casablanca, de los hermanos Marx. En realidad fui con mi papá, pero viajé solo hasta el cine, en el colectivo 12, y fue la primera vez que me tomé un colectivo yo solo. El 12 iba por Callao hasta Corrientes, Callao era doble mano en ese entonces, y mi papá que trabajaba por el centro, me esperaba en la esquina. Yo tendrÃa once o doce años, asà que la pelÃcula la eligió él. Mi mamá no querÃa que fuera justamente por el viaje, pero mi papá sÃ, y me acuerdo de la discusión por teléfono que tuvieron.
Bueno: me bajé, estaba mi papá esperándome y fuimos hasta el Teatro San MartÃn. Era en el décimo piso del teatro, en la sala Lugones. De la pelÃcula no me acuerdo casi nada. Solo de un gag muy tonto que por alguna razón me quedó grabado. Es un momento cuando el mudo, Harpo, está apoyado en la pared en una posición de no hacer nada, de vago, y pasa un policÃa y le pregunta si está sosteniendo la pared, como ese dicho que decÃan los viejos en broma. Harpo le dice que sÃ. Entonces el policÃa se enoja y se lo lleva. Pero cuando se van, la pared se cae. Me acuerdo solo de ese gag, que me causó mucha gracia. Hay que imaginarse que, como era una pelÃcula en inglés con subtÃtulos, no era mucho lo que yo podÃa seguir: sólo los chistes del mudo.
Creo que yo disfrutaba ver a mi papá riéndose; su risa era como una tos y a veces me quedaba más observándolo a él que mirando los gags. Recuerdo mucho su risa, porque era una persona más bien seria, o por lo menos ése era el personaje que adoptaba para relacionarse con los demás. Cuando tuve la posibilidad de trabajar con Les Luthiers (en el 2008, durante un año, como actor reemplazante) y observaba algunos números para aprenderlos y representarlos, me emocionaba muchÃsimo pensar que con cuarenta años iba a representar un número del que tenÃa la imagen clarÃsima de mi padre llorando de risa viéndolo en el Coliseo. Seguramente yo disfrutaba más de la idea de mi papá que del número mismo.
No digo que ahÃ, con Una noche en Casablanca, empecé a hacer humor, pero casi. Después he seguido a los Marx, he leÃdo libros con gags, la biografÃa de Groucho y más cosas. A mà de ellos me gusta mucho el humor fÃsico, con mucha sÃntesis, que te saca la risa en seguida, sin mucha vuelta intelectual, el humor expresivo, como el que hacen Jim Carrey o Jack Black. Eso es lo que me gusta hacer, lo que me divierte, y trato de hacer en mi trabajo lo que me hace reÃr a mÃ. Si no me causara gracia a mà no lo harÃa. De hecho, los Marx nunca me divirtieron tanto: me reà más con Chaplin o Buster Keaton, porque son más intelectuales, pero recuerdo ese gag de Harpo y la pared en Casablanca, y la travesÃa valió la pena.
Daniel Casablanca está protagonizando TocToc, acaba de estrenar como director Prometeo con alumnos de su escuela, tragedia que se suma a Las Suplicantes. Prepara con Los Macocos, su grupo de siempre, dos estrenos para este 2011.
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