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Domingo, 18 de febrero de 2007
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Hoy: al teatro

No te hagas la víctima

Desfile de criaturas desesperadas por un escenario-cornisa del Recoleta

Por Carolina Prieto

En pleno barrio de Recoleta, una mexicana abandonada en el altar por su marido escupe, arma en mano y en alucinado spanglish, un odio visceral hacia el padre de sus hijos, harta además de lavar vidrios en los rascacielos de Manhattan; una joven desencantada con la vida y con el psicoanálisis (acaso esperaba una explicación científica para sus conflictos y no un simple “la verdad, usted no tuvo mucha suerte” de parte de su terapeuta) en pleno intento de suicidio; una paranoica alterada por la inseguridad, sin remanso ya que todo la aterra (desde los transeúntes, el empleado del videoclub o un tibio rayo de sol, que provocará ¡obviamente! un melanoma), por lo cual vive encerrada sin atender ni los llamados de su propia familia. También circulan una anciana gagá, tilinga y muy venida a menos, que articula desde su silla de ruedas mitad en inglés mitad en castellano; una cantante de tango sin más remedio que camuflar su altura y hacerse pasar por enana para ingresar a un circo (¡canta como los dioses!); y, la sexta mujer en crisis, una inquietante madre de familia, acosada por múltiples voces internas, ingresada de motu proprio en un psiquiátrico. Todas ellas son una: Mónica Cabrera, verdadero camaleón escénico que ya había llamado la atención en dos unipersonales también de su autoría, Arrabalera, mujeres que trabajan y El club de las bataclanas. El marco es encantador para las noches de verano: el Patio del Aljibe del Centro Cultural Recoleta, con un escenario alargado que favorece el desfile de criaturas y una especie de cornisa, ubicada en un lateral, donde la aspirante a suicida intenta terminar con su vida pero fracasa inexorablemente. Es el nexo entre los personajes, reaparece una y otra vez. Hay dos deslumbrantes, de una potencia abrumadora: la paranoica y la que alucina voces. En ellas, la aceleración y la desestructuración del discurso —que produce nuevos sentidos—, la transformación del cuerpo y de la voz, la expresividad del rostro (en especial los ojos) y la complejidad psicológica hacen que el humor descarrile y se convierta en angustia.

El sistema de la víctima. De viernes a domingo a las 21.25 en el Patio del Aljibe del C. C. Recoleta (Junín 1930). Se suspende por lluvia.

Sandro de América

Humor, rosas rojas y voces depuradísimas para un homenajeal gran astro del amor

En los antípodas del despliegue ampuloso de los grandes musicales, Quiero llenarme de ti es una propuesta intimista, protagonizada por tres jóvenes intérpretes de lo más avezados (Diego Bros, Virginia Kaufmann y Natalia Cociuffo) que recrean con absoluto profesionalismo y mucho humor (dos caras en perfecto sincretismo) el mundo de sensaciones del gran Sandro de América. Lo logran en base a una técnica depuradísima (las voces suenan siempre afinadas, con graves y agudos deliciosos), precisas coreografías y dramatizaciones que rebosan delirio, ingenio y complicidad. En el escenario del Velma Café, un café-concert recientemente inaugurado en Palermo Hollywood, se desarrollan situaciones de amores intensos, pasiones irrefrenables y emociones a flor de piel, con un sofá cubierto de flores rojas como único recurso escenográfico y el acompañamiento de Gabriel Goldman al piano, junto a un trío de vientos. Un vestuario impactante de aires gitanos, un look años ’60 y ’70, las infaltables batas rojas, como los envoltorios para versiones que son verdaderos hallazgos. “Por ese palpitar” suena encantadora a ritmo de cumbia; “Así” arranca con Cociuffo cantando dolida y sensual sobre una banqueta, en un tempo ralentado, antes de reptar a las piernas de Goldman —que nunca abandona las teclas— y desatar un desmadre de brazos y piernas en busca de refugio. En “Te propongo”, la invitación romántica muta en acoso; y “Trigal” deviene un desopilante picnic erótico. Sobre el final, los músicos se lucen en un potpourri que repasa los hits y mixtura géneros. Imposible no contagiarse de la vitalidad, no bailotear en la butaca o animarse a cantar. Este homenaje al mítico Roberto Sánchez —cuya voz suena en un momento desde los parlantes, solemne e inimitable— se estrenó en el Hotel Faena con entradas inaccesibles para bolsillos locales, y sin perder una gota de glamour el verano lo encuentra al alcance de un público mucho más numeroso.

Quiero llenarme de ti. Ultima función de febrero: sábado 24 a la 0.30 en Velma Café (Gorriti 5520, reservas al 4772-4690). Entradas desde 15 pesos. En marzo sigue en cartel, falta definir días y horarios.

Doblete de bodas y hoteles

Confesiones de una novia obesa y de cuatro mujeres encerradas en un cuarto de hotel

Dos obras de pequeño formato con elencos casi en las narices del público, montajes escénicos ajustados a las limitadas dimensiones del escenario pero igualmente efectivos, la palabra y la interpretación como principales recursos dramáticos. La imponente y siempre intensa Marta Paccamici, envuelta en un traje de novia (verdadero festín kitsch que incluye tules, bordados, perlas, sedas, escotes, voluptuosidades carnales y hasta un ramillete de calas en la cabeza) llora las penas de Adela, mujer-niña en busca del amor que se pregunta, se contesta y revive escenas del pasado en un intento tan desesperado como inútil de menguar su soledad. Fragmentos de textos de poetas como Irene Gruss, Adelia Prado, Ivonne Bordelois, Pessoa y D. H. Lawrence entretejen viñetas ácidas, melancólicas, absurdas y grotescas, apoyadas en la fuerza interpretativa de la actriz y en una iluminación de formas longitudinales como altares elongados. Momentos de desconcierto (“No sé si la vida es mucho o poco para mí/ Si siento de más o de menos”) se entretejen con otros de ilusión, desmesura y desazón en una espera casi eterna y de final incierto.

Cuatro mujeres jóvenes encerradas en un cuarto de hotel desvencijado, con sus vidas también destrozadas y un futuro sin promesas. El autor y director Andrés Binetti (creador de la elogiada Llanto de perro y ganador del premio Trinidad Guevara como revelación masculina 2005) construye un micromundo asfixiante, con pequeños oasis de humor y personajes sórdidos, misteriosos y en algunos casos tiernos. Una gorda que no puede salir de la cama y es puro sollozo; una ex maestra lunática y con una garganta lírica descomunal; una fan de Saba (por Gabriela Sabatini) a las órdenes de una entrenadora que sueña con el Abierto de Nigeria aunque desde hace cinco años sólo conocen derrotas. Carencias de todo tipo para un cuarteto que tiene sus momentos de lucimiento y configura estampas de dolorosa desesperanza.

Réquiem nupcial, domingos a las 20.30 en el Teatro del Abasto, Humahuaca 3549, reservas al 4865-0014.

Petit Hotel Chernobyl, sábados a las 23 en el Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943, reservas al 4326-3606.

Esas blancas palomitas

Tres parejas, cajas chinas y vuelo para una zumbona visión del amor y el teatro

Por Cecilia Sosa

Una pareja discute en un departamento de San Pablo. El joven llegó del trabajo y ella cuenta que una señora se apareció en el medio del living y se desnudó en el cuarto. “¿No habíamos quedado que no le abríamos a nadie?” La escena funde en una cachetada que despierta a otra mujer pequeña que duerme en un diván. Teresa habla y ya nunca se detendrá. Tres parejas de seis actores que coinciden en otra casa, ahora en una madrugada de Buenos Aires. La escena primera será un ¿sueño? ¿una cita? ¿un fantasma? que recorrerá toda la obra.

Mientras sigue en cartel Espía a una mujer que se mata, su particular versión de Tío Vania de Chejov, Daniel Veronese regala una obra más pequeña pero tanto o más sutil y encantadora. Teatro para pájaros se funda en el bastardeado principio de cajas chicas que aquí despliega un abanico sorprendente y estremecedor.

El director se apoya en un elenco de jóvenes-notables (que en conjunto relevan lo mejor del espectro del teatro local) para navegar con ironía por el mundo de las pasiones amorosas y, también, por las miserias, vanidades y clichés del teatro off. Una actriz que atraviesa su momento “visagra” (tres días perdida en la selva misionera); un alma ciento por ciento abismada (Laura López Moyano) que recita poemas de Emily Dickinson (y que huele mal); un novio que sólo quiere ir al cine; el productor teatral más engreído del mundo que trae, a modo de trofeo, a la chica de la primera escena; y el gran “conciliador” de la casa (el genial Diego Gentile) que intenta contentar a todos. En la vereda (qué mejor telón de fondo) el cuerpo del portero que se arrojó por la ventana del piso 12.

Una obra que se construye por capas, en un coqueteo total y con tensiones que se enlazan, ingobernables. Un guión implacable, coral hasta extremos imposibles y con momentos desopilantes.

En mood típicamente “veronesiano”, Teatro para pájaros tendrá un devenir adrenalínico: antes de cada función los actores intercambiarán personajes por sorteo y emprenderán el vuelo. Para verla una y otra vez y descubrirla siempre.

Teatro para pájaros, sábados a las 23.30 en el Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943. Reservas al 4326-3606.

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