Hay portadas que lo dicen todo o, por lo menos, eso pretenden. La de Surprise de Paul Simon viene con un bebĂ© de ojos inmensos (renacer, nuevo comienzo, reencarnar de vieja mente en cuerpo nuevo, etc.). Por el contrario, la de All the Roadrunning de Mark Knopfler muestra la calle central de un pueblo al costado de todo (orĂgenes, corazĂłn del corazĂłn del paĂs, volver a todo eso). Y está claro que hoy por hoy la noticia de nuevos álbumes de Simon y de Knopfler no detendrá ninguna rotativa pero sĂ pondrá a funcionar el boca en boca y el oĂdo a oĂdo, porque uno y otro son artistas que cuentan con una base estable de seguidores y carreras más que respetables. Tipos clásicos que de tanto en tanto se permiten un gesto novedoso que, en realidad, no hace más que confirmar las virtudes de sus asentadas personalidades. En este caso, Knopfler y Simon se buscaron cĂłmplices de luxe. Knopfler invitĂł a cantar sus canciones a Emmylou Harris mientras que Simon –¡sorpresa!– convocĂł nada menos que a Brian Eno para co-componer tres de sus nuevas canciones y barnizar su disco con “paisajes sĂłnicos”. ÂżEl resultado? Dos álbumes perfectamente imperfectos que mejoran a medida que uno se va dejando sorprender sin por eso dejar de correcaminear.
Mark Knopfler & Emmylou HarrisY está claro que a esta altura Emmylou Harris (primera dama del difunto Gram Parker y segunda voz de Bob Dylan en su Desire) se ha convertido en algo asĂ como en una invitada profesional. Más allá de sus muy loables Ăşltimos trabajos en solitario, esta mujer con aspecto de hada de cuento de brujas o bruja de cuentos de hadas se la pasa entrando y saliendo de los estudios y, asĂ, la hemos venido oyendo junto a Ryan Adams o Elvis Costello o Bright Eyes. El hombre de Glasgow, Escocia, habĂa conocido a la mujer de Birmingham, Alabama, en 1999, cuando se juntaron para Timeless, el tributo a Hank Williams, y le pidiĂł que cantara en un par de temas para Sailing to Philadelphia, el disco que Ă©l estaba grabando entonces. Muy satisfecho con el resultado –su voz subterránea emparejada con la voz celestial de ella– decidiĂł guardarse los dos temas grabados entonces y, desde entonces, componer con Harris en la cabeza y en la guitarra y, cada vez que sus almanaques coincidĂan, juntarse para aumentar la colaboraciĂłn. Por fin, luego de tanta ida y vuelta –catorce dĂas frente a los micrĂłfonos si se ponen uno al lado del otro, siete años si se los separa– reunieron el material suficiente para un long-play. Y aquĂ están ahora los doce tracks –dos firmados por Harris– de All That Roadrunning con algĂşn momento feo –“Red Staggering”– pero con suficientes clásicos instantáneos como para imaginarlos en las voces de Johnny Cash y June Carter o Tammy Wynette y George Jones. Destacar la apertura con “Beachcombing”, la juguetona “This Is Us” (ver recuadro, a la que Warren Zevon le hubiera agregado una Ăşltima estrofa con masacre estilo Kill Bill y Randy Newman un divorcio virulento, pero que Knopfler preserva en estado de feliz inocencia), “All the Roadrunning” con postales de vida nĂłmade, y la desgarradora y muy elegante “If This Is Goodbye”, inspirada por un artĂculo del escritor Ian McEwan y cantándole a todas esas Ăşltimas llamadas telefĂłnicas hechas desde las torres en llamas del World Trade Center. All the Roadrunning comienza entendiĂ©ndose como artefacto country pero –con sus guiños celtas y folk– acaba siendo algo mucho más interesante. LlamĂ©moslo saloon-chic o ambientbarning y, sĂ, la guitarra de Knopfler sigue teniendo el buen gusto –en ocasiones un tanto omnipresente– de siempre.
Paul Simon & Brian EnoCuando se supo que el nuevo disco de Paul Simon vendrĂa con un Brian Eno –ese Alien que se apunta a los viajes más inesperados y no tanto–, más de uno parĂł la oreja y enarcĂł la ceja un tanto preocupado. Pero lo cierto es que Simon –más allá de su probada maestrĂa para la postal urbana y neoyorquina– siempre fue un aventurerosĂłnico desde sus inicios explorando el reggae, el gospel, lo andino, lo brasileño y –en acaso su movimiento más radical– lo africano en Graceland. Y no olvidar que su injustamente ignorado Hearts and Bones ya incluĂa destellos electrĂłnicos. Seis años despuĂ©s del admirable –y en cierto modo “normal”– You’re the One, Simon vuelve a patear el tablero y a fugarse del corralito con este Surprise –mezclado por Tchad Blake– que gusta a algunos por su audacia (“El tipo de mĂşsica que sĂłlo puede hacer alguien que sabe que sus dĂas están contados y que necesita ser recordado por algo más que un puñado de Grammys y discos de oro”) pero que más de un crĂtico ha considerado intolerable (los más crueles han asegurado que a Simon le llegĂł la crisis de la mediana edad con dos dĂ©cadas de retraso, otros lo sienten como “ese tipo que se equivocĂł de fiesta y que comprende que ya es demasiado tarde para irse a otra”) y que puede emparentarse con esa otra audacia que fue en su momento el Ghostyhead de Rickie Lee Jones. ÂżElectro-folk? ÂżTrip-Hop acĂşstico? ÂżMĂşsica para estaciones de subte? Sea lo que fuere es raro, y asĂ Simon suena como el tĂo mayor de los Talking Heads en “Outrageous” o como un Bono que no cree en Bono en “Wartime Prayers”. Y una cosa es cierta: de un tiempo a esta parte, Simon parece incapacitado –o desinteresado– en armar esas melodĂas tan tarareables que lo hicieron famoso y preocuparse más por la rĂtmica de las palabras (ver la letra incluida en el recuadro que, como todas las de Surprise, es agridulce y se presenta sin separaciĂłn de versos, como si se tratara de micro-relatos lĂricos, varios de ellos refiriĂ©ndose al bloqueo de escritor). Lo más parecido a una canciĂłn clásica es el cierre de “Father and Daughter”, la Ăşnica donde no participa Eno y que ya habĂa sido incluida en el soundtrack del film de animaciĂłn The Wild Thornberrys. El resto –diez tracks más donde destacan las presencias de Steve Gadd, Bill Frisell, Pino Palladino y Herbie Hancock, entro otros– se va descubriendo de a poco, como en capas: canciones que se cayeron desde un puente sobre aguas turbulentas pero que, tambiĂ©n, flotan. Y, sĂ, todo parece indicar que Simon se ha mudado de Graceland a Spaceland y los que quieran electrĂłnica con estribillos, bueno, ahĂ tienen al más que elogiable David Gray. Y, de acuerdo, ok, es verdad: tal vez hubiera sido mejor un Rick Rubin en lugar de un Brian Eno para intentar algo más parecido al reciente Chaos and Creation in the Backyard del otro Paul (McCartney). Pero tambiĂ©n es cierto que un Paul Simon sigue siendo –todavĂa loco despuĂ©s de todos estos años– un Paul Simon.
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