
¿Qué hacen los chorros con las bocas de tormenta que se roban?
Cualquier 
cosa menos tratar de alimentarlas.
Desocupado padre de cuatro hijos de 4 a 14 años.
Juegan al 
dinenti.
El Negro del Sur.
Las juntan 
en un depto. privado y las obligan a hacer petes por 10 pesos. ¡Y 
qué bien lo hacen!
El llanero solitario.
Nada provechoso, 
porque la culpa los agobia. Es decir: se atormentan, se van de boca y 
terminan confesando todo a la policía. 
El pibe chorro que sueña con ser diputado, desde “El 
Penal, referí”. 
Mesitas de 
luz que después venden en ferias de diseño alternativo y 
en Internet.
Analía Nakatani, de “Colapso Latino Fashion Show”.
Intentan convertir 
a Buenos Aires en Venecia. Ah, no: ese proyecto está en la agenda 
del próximo jefe de Gobierno, que heredó del actual. 
Lubi de la Venecia Belgranesca.
“Les 
dan de comer (a ellos).”
El Fantasma de la Opera.
No se las 
roban: ¡se las llevan prestadas para limpiarlas y después 
la reponen!
Marcos, el Fundidor de La Faldanic.
Las usan para 
una parrilla gigante donde Macri hará el asado final del cierre 
de campaña.
Alfred Jules, el chef privatizado.
Las van a poner enmarcadas en el Museo de la Excelentísima Gestión de Ibarra, patrocinado por Macri.
No sé, 
pero yo prefiero la boca de Valeria Lynch.
Donald
Las venden 
a quienes cosechan tempestades.
Calibán, de la isla.
Para 
la semana próxima:
¿Por qué Bielsa habla tanto 
en las conferencias de prensa?
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