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Domingo, 21 de febrero de 2010
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Vale decir

Un feroz ataque de tetas pequeñas

La censura internética no es novedad: Irán amenazó esta semana con bloquear Gmail; en China, todas las comunicaciones son monitoreadas; en los Emiratos Arabes, muchos sitios web están bloqueados.

Si algo tienen en común todos estos países es que no son democracias “occidentales”: eso que permite a los blancos leer sobre el tema en el diario y pensar: “Eso lo hacen estos loquitos, nada que ver con nosotros”. Pero Australia decidió romper con los estereotipos y censurar también. En 2008, el Partido Laborista presentó una propuesta para filtrar Internet a nivel nacional.

De ponerse en práctica, esto haría imposible para un usuario australiano acceder a los sitios que la Junta de Clasificación considere “inapropiados”. Entre el material prohibido se encuentran videos de eyaculación femenina (lo consideran una “aberración”) e imágenes de mujeres con pechos pequeños (porque excitarían a los pedófilos).

Esta semana, un grupo activista de Internet decidió tomar cartas en el asunto. Se llama Anónimo y estuvo detrás de los ataques a la Cientología (la religión delirante de Tom Cruise y John Travolta).

Hace dos semanas lanzó la operación “Tormenta de Tetas” sobre el gobierno australiano. La propuesta era sacar del aire todos los sitios web oficiales y además enviar mails y faxes a funcionarios de gobierno con material pornográfico. Dicho material, por supuesto, tenía que ser de los explícitamente prohibidos: ¡tetas pequeñas y eyaculaciones femeninas!

La consigna circuló en un poster que decía los horarios de ataque y una dirección web de donde bajarse un archivo de datos. Ahí estaban contenidas todas las herramientas necesarias y unas instrucciones muy sencillas para participar.

Según Anónimo, el plan del filtro a nivel nacional “amenazará a los derechos individuales, bajará la velocidad de Internet en un 70 por ciento, será obligatorio para todos los australianos y no protegerá a nadie de nada” (esto último hace referencia a lo primitivo del filtro y a la relativa facilidad con la que los hackers podrán traspasarlo).

Los sitios web del gobierno no resistieron el ataque: los sitios del Parlamento, del primer ministro, todos cayeron bajo la furia de las masas anónimas de Internet.

Un portavoz del gobierno australiano no pudo más que decir que la campaña era “errónea y desinformada”. Anónimo, como respuesta, puso un video en YouTube explicando las razones de la campaña: “Están actuando en oposición directa a los mejores intereses de sus ciudadanos, y queremos que ellos se den cuenta de esto. Al resto del mundo le decimos que no permitiremos que Internet sea censurada por ningún grupo, organización o gobierno”. Y terminó con su lema: “Somos anónimos. Somos legión. No olvidamos. No perdonamos. Esperen nuestra visita”.

La mejor amiga del hombre

En Shanghai, China, el señor Yang vivía con su mujer y su hijo. Con el correr del tiempo se fue quedando solo: el hijo se fue para realizar sus estudios y su mujer pasó a mejor vida. El señor Yang se quedó solo y le empezó a pesar la soledad.

No se le ocurrió mejor idea que conseguirse una muñeca inflable, en un intento de llenar esa cama vacía que no le traía más que recuerdos. Para él fue simplemente un hecho práctico, algo inocente, ciertamente muy lejos de ser terrible.

Según el sitio web Weird Asia News, el señor Yang se tropezó con unos foros de Internet en donde leyó muy feos comentarios sobre la gente que tiene muñecas inflables. Se quedó tan avergonzado que, con serenidad oriental, decidió terminar con su vida.

El 3 de enero pasado, alrededor de las cuatro de la tarde, el señor Yang se arrojó al vacío, abrazado a la razón de su vergüenza, desde el sexto piso en donde vivía. En un acto de lealtad, quizá para convencer a su dueño de que no era para tanto la cosa, la muñeca reventó en la caída y salvó la vida del señor Yang.

Los testigos de la escena quedaron espantados porque, en un principio, les pareció que el suicida se había arrojado con una niña pequeña. Pobre señor Yang: ojalá no lo intente de nuevo, ahora por la vergüenza de que todo el barrio sabe lo de su muñeca.

El lujo de una cama caliente

Hace frío en Europa y la gente recurre a cualquier cosa: como ya se informó en esta página, en Inglaterra llegan a quemar libros porque salen más baratos que el carbón. Ahora, en la cadena de hoteles Holiday Inn, en ese país, pusieron a prueba un nuevo servicio: calentadores de cama.

“Es como tener una botella gigante de agua caliente entre las sábanas”, declaró la representante de prensa Jane Bednall al diario The Telegraph. Otra vocera, Florence Eavis, no supo explicarle a Reuters por qué no recurrían, simplemente, a botellas de agua caliente de tamaño normal o frazadas eléctricas; también admitió que el método humano era algo peculiar.

El calientacamas se viste de pies a cabeza con un pijama de lana, como para no dejar pelos ni olores en la cama, y ocupa el lecho un rato antes de que el cliente se vaya a dormir.

En el frío invierno británico, una cama fría es algo intolerable. Para los que no pueden proveerse la compañía necesaria para dormir calentitos, Holiday Inn les regala una ilusión de afecto, mostrando una vez más que el dinero no puede comprarlo todo, pero sí puede conseguir buenos sustitutos.

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