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Domingo, 7 de julio de 2002
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Actitud Cassavetes

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Ciclo John Cassavetes en el C. C. Recoleta
jueves 11: Shadows (18 hs)
jueves 18: Opening night (18 hs)
jueves 25: The killing of a chinese bookie (19 hs)

Carta abierta a J.C.
por Jim Jarmusch
Siento algo muy particular cada vez que me dispongo a ver una de sus películas. Un sentimiento de anticipación: la llegada de algo que he esperado con ansiedad, una especie de iluminación cinematográfica. Espero un estallido de inspiración. Quiero ser un iluminado. Necesito que se me revelen las consecuencias secretas del corte de una escena a otra. Necesito entender cómo la crudeza de las posiciones de cámara o el granulado del material inciden en la ecuación emocional de sus films. Quiero aprender de actuación a partir de los personajes, saber sobre la atmósfera y la luz de determinados escenarios. Estoy listo, preparado para absorber “la verdad a veinticuatro cuadros por segundo”.
Pero lo que ocurre es que empieza la película, y la película me mete adentro, y de golpe estoy perdido en la oscuridad, solo, y los seres humanos ahora viven en ese mundo dentro de la pantalla y también ellos parecen perdidos y solos. Los miro. Observo cada detalle de sus movimientos; escucho con atención lo que dicen, los bordes gastados del tono de una voz, la malicia escondida en un fraseo. Ya no pienso en la “actuación”, ni en el “guión”, ni en la “cámara”.
La iluminación que esperaba recibir de usted ha sido reemplazada por otra. Una iluminación que no invita al análisis; sólo a la observación y la intuición. Sus películas, John Cassavetes, son sobre el amor, la confianza y la desconfianza; sobre la soledad, el gozo, la tristeza, el éxtasis y la estupidez. Son sobre la inquietud, la ebriedad, la resistencia y la lujuria; sobre el humor, la terquedad, la falta de comunicación y el miedo. Pero básicamente son sobre el amor, y uno se ve arrastrado a un lugar mucho más profundo que el que puede mostrar cualquier estudio sobre la “forma narrativa”. Lo que sus films iluminan y terminan revelando es que una cosa es el celuloide y otra son la belleza, la extrañeza y la complejidad de la experiencia humana.
John Cassavetes, me saco el sombrero. Y me lo pongo sobre el corazón.

Más allá del dolor
por Pedro Almodóvar
Creo que Opening night es mi película favorita de John Cassavetes. Tiene un aura y un sabor explosivos. Es muy cruda, muy desesperada. Esas peleas en la película se me vuelven tan reales. John Cassavetes y Gena Rowlands fueron la pareja perfecta, y esta película no funcionaría si no fuera por la tensión que hay entre ambos, una tensión que, creo, estaba tanto en sus vidas privadas como en la pareja de actores que formaban. El film trata de una actriz que se está volviendo loca, un argumento que, por supuesto, a mí me gusta mucho. Myrtle Gordon (Gena Rowlands) es un personaje asombroso. Rowlands hace aquí una de las mejores escenas de borrachera que jamás haya visto. Y es una escena larga, muy larga. Para un actor, hacer de borracho es casi un lugar común, pero ella lo hizo de un modo completamente original, sin que nada pareciera obvio. Le pedí algo igual a Cecilia Roth en Todo sobre mi madre: llegar más allá del dolor y limitarse a relajar los músculos faciales. Es algo que resulta muy expresivo, y lo aprendí en Opening night. Myrtle casi se cae, pero se las arregla para no hacer evidente su derrumbe. Y creo que esta secuencia también explica muy bien la tarea del director. Tal vez sea muy siniestro sugerir que eso es lo más representativo de nuestro trabajo, pero esa escena con Ben Gazzara esperándola y ella completamente borracha, enferma de alcohol... Él está al final de un largo corredor y ella viene chocándose contra las paredes. Podría romperse la cabeza, pero él no permite que nadie la ayude; él piensa que tiene que arreglárselas sola. Para mí, ésa es la figura del director.

Estudios del natural
por Peter Bogdanovich
John solía dictar sus guiones. Sus diálogos capturaban las cadencias del habla de la gente común, lo que inspiraba en sus actores un formidable naturalismo. Una vez le pregunté a Peter Falk si sus películas eran realmente improvisadas. Me contestó: “Decime qué hijo de puta podría improvisar diálogos tan buenos”. (Una vez John me contó que improvisar, para Peter, consistía en decir ‘Hola’ y ‘Sí’. Eso era todo.) Si el mito de la improvisación (sólo Shadows, su primera película, fue filmada en un ambiente de improvisaciones) sigue persiguiendo a John, es sólo por la forma engañosamente azarosa en que parecen estar construidos sus films. Más que construidos, en realidad, parecen crecer a partir de una inspiración flotante y cotidiana. John era realmente genial para lo que podríamos llamar los “estudios del natural”.
Torrentes de amor es una película que significa mucho para mí. En 1980 asesinaron a mi prometida Dorothy Stratten, y John fue uno de los pocos que me llamaron para darme el pésame. Pero eso no fue lo único que hizo. Yo le había dicho que ya no quería hacer películas, y durante un par de años casi no salí de casa. Un día John me llamó por teléfono: necesitaba que fuera al set urgente. “Mañana filmo en casa y quiero que dirijas una escena en la que actúo yo”. Le respondí que no podía hacerlo. “¿Me estás diciendo que no me vas a hacer ese favor?” “No me necesitás”, le dije. “Es muy importante; la escena es complicada y necesito tu ayuda, en serio”. Así que fui y recuerdo que no le di ninguna indicación y filmamos un par de planos junto a una puerta. Eso fue todo. John me dio las gracias. Ésa fue la primera vez que estuve detrás de una cámara desde la muerte de Dorothy. Y me di cuenta de que John lo había hecho sólo para sacarme de casa y ponerme otra vez en movimiento.
Fue tan generoso. Al final de los títulos de cierre me incluía en los agradecimientos. El agradecido era yo. Lo llamé para decírselo y me dijo: “¿Qué estás diciendo? Traté de que figuraras como codirector en los títulos de apertura, pero los del sindicato no me lo permitieron”.
Así era John.

 

(Testimonios extraídos del libro Lifeworks, de Tom Charity)

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