Domingo, 29 de diciembre de 2002
El silencio de la integridad

por Mariana Enr铆quez
Ya se escribieron todos los obituarios, ya se sabe la noticia: Joe Strummer, el cantante de The Clash, muri贸 el domingo pasado en su casa de campo de Broomfield, Inglaterra. Ya se insisti贸 en la enorme influencia que la banda ejerci贸 sobre una descendencia que va desde Mano Negra hasta U2, pasando por los Fabulosos Cadillacs y Manic Street Preachers.
Pero pocos se帽alaron que Joe Strummer era diferente porque se neg贸 a ser una estrella. Le escap贸 a convertirse en un mito viviente, teniendo todo para serlo, y lo logr贸. Joe Strummer era universalmente respetado, pero no venerado. La decencia no es espectacular: The Clash nunca organiz贸 un operativo retorno, Strummer nunca acus贸 con el dedo a las nuevas generaciones por abandonar la rebeld铆a original del punk (鈥渓os tiempos cambian鈥, sol铆a decir, lejos de la queja) y estuvo diez a帽os en silencio, rechazando ofertas millonarias, despu茅s de la separaci贸n de la banda. Batallaba como un principiante con su banda The Mescaleros, y nunca se lo escuch贸 rezongar porque, siendo el l铆der de The Clash, creyera merecer m谩s de lo que hab铆a recibido. Una estrella de rock humilde es casi una contradicci贸n, pero es que Joe Strummer nunca quiso que los dem谩s lo miraran como a un ex-Clash. 鈥淢e cost贸 volver a encontrar m煤sicos con quienes tocar鈥, dec铆a: 鈥渢uve que esperar que mi fama bajara鈥.
Billy Bragg, escribiendo para BBC1, fue uno de los pocos en dar en el clavo: 鈥淟a primera ola del punk ten铆a una actitud ambivalente sobre la pol铆tica en la Gran Breta帽a de fines de los 鈥70. Los Sex Pistols, The Dammed, The Stranglers: ninguno de ellos 鈥搉i siquiera The Jam鈥 estuvieron cerca de la radicalizaci贸n que supon铆a todo lo que los Clash hicieron y dijeron. La escena punk de Estados Unidos estaba a煤n menos comprometida: Los Ramones, Talking Heads, los Heatbreakers o Blondie no ten铆an nada que ver con la pol铆tica. De no ser por The Clash, el punk no hubiera sido m谩s que una actitud despectiva, un alfiler de gancho y un par de pantalones de cuero鈥.
Que el rock y la pol铆tica son una combinaci贸n fallida se sabe ahora. Pero cuando The Clash escrib铆a su 谩lbum triple Sandinista!, no exist铆a una red global de informaci贸n que pudiera contarles a los j贸venes europeos de aquella revoluci贸n que llevaban adelante otros j贸venes latinoamericanos. The Clash, v铆a Strummer, funcionaba como una fuente de informaci贸n: les contaban a sus contempor谩neos de las protestas de los jamaiquinos en Brixton (鈥淲hite Riot鈥), entend铆an la importancia del reggae como banda de sonido de la resistencia (鈥淧olice & Thieves鈥 de Lee Perry). Las 鈥渕ezclas鈥 que hicieron famosos a The Clash y les dieron el status de innovadores (la inclusi贸n del ska, el reggae, el rockabilly en el punk) fueron naturales: Paul Simonon, el bajista, viv铆a en un barrio de inmigrantes, Joe Strummer hab铆a viajado durante toda su infancia como hijo de un diplom谩tico y esas m煤sicas se incorporaban sin esfuerzo, sin pretensiones de fraternidad global. Joe Strummer era un hombre intuitivo.
The Clash fue la primera banda que lidi贸 con un discurso de barricada y un contrato con una multinacional, que clam贸 por la rebeli贸n y le temi贸 al Tercer Mundo. Y fue la primera en exponer la contradicci贸n: 鈥淰engo de un lugar donde cada rostro blanco es una invitaci贸n al robo/ Y ahora estoy sentado aqu铆, en mi seguro hogar europeo/ Y no quiero volver鈥, escrib铆a Strummer en 鈥淪afe European Home鈥, despu茅s de grabar un disco en Jamaica. En London Calling, la canci贸n 鈥淭he Guns of Brixton鈥 dec铆a: 鈥淐uando te pateen la puerta, 驴c贸mo vas a salir? 驴Con las manos en la cabeza o en el gatillo?鈥 Sin embargo, cuando los j贸venes Clash se mezclaron en las protestas de Brixton, ni siquiera pudieron incendiar un auto y se pegaron un susto b谩rbaro. Y Strummer lo contaba todo, con candidez, con honestidad.
Hoy puede sonar obvio, hasta antip谩tico. Pero entonces apenas lo estaban descubriendo. Alguien ten铆a que hacerlo. Joe Strummer prefiri贸 decir la verdad antes que bajar l铆nea. En sus 煤ltimos a帽os aseguraba que prefer铆a la psicodelia a la pol铆tica, y sin iron铆a ni falsa modestia dec铆a que NoLogo de Naomi Klein le recordaba a los Clash de los 鈥70. La muerte de un verdadero pionero es menos impactante que la muerte de una estrella: Joe Strummer prefiri贸 el segundo plano y tuvo una muerte apacible, prematura, injusta. Que nadie esperaba. Tan silenciosa como su decencia y su integridad.
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