Domingo, 19 de octubre de 2003
De mĂşsica ligera
Barbara Morgenstern y Maximilian Hecker: las dos maravillas de la escena berlinesa tocan en Buenos Aires.

POR CECILIA PAVON
Cuenta la leyenda que Maximilian Hecker solĂa sentarse a cantar en un cafĂ© elegante del nuevo centro de BerlĂn acompañado por su guitarra, y que fue allĂ donde el productor Patrick Wagner del prestigioso sello Kitty-yo lo escuchĂł y dijo: “Esto es lo que necesitamos”. Aunque Ă©l lo desmienta –y su versiĂłn sea que solĂa jugar con Wagner al fĂştbol–, lo cierto es que muchos recuerdan a Hecker como un chico triste que cantaba parado en una esquina covers muy personales de grupos como Tocotronic, Oasis, Radiohead y Beck, a cambio de algunas monedas. Hoy este cantautor precoz –tenĂa apenas 23 cuando se dio a conocer– tiene ya dos discos editados en menos de dos años –Infinite Love Songs (2002) y Rose (2003)-, es el rompecorazones de la mĂşsica independiente alemana y el preferido de los crĂticos. Sin ir más lejos, Rose fue producido por Gareth Jones, productor de Depeche Mode, Moby y Einsturzenden Neubauten, entre otros.
“Te amo, te necesito, te quiero, pero no me amás, no me necesitás, no te importo, te vas, eso es lo que hacĂ©s”, canta Hecker con un tono que bordea el desgano en “That’s what you do”, una balada entre azucarada y lánguida, con arreglos sencillos de baterĂa y guitarra, que de tan simple parece una broma. En “Kate Moss” un piano dramático y depresivo, que podrĂa ser el de una sonata de Chopin tocada por un adolescente que acaba de entrar a la escuela de mĂşsica, la voz de Hecker se presenta llena de amargura y desesperaciĂłn: “Siete dĂas son mil años, siete dĂas es más de lo que puedo soportar, te amo dijo ella, pero no llames más”, abre el tema, que progresa hasta explotar en un falsete que se pierde entre nubes vaporosas de violines decadentes. Cuando le preguntan sobreeste tema, Hecker, que trabaja part-time como modelo, contesta que Moss es su chica ideal, y que la “secciĂłn de cuerdas suena como su pelo”. Esta simpleza, que corre el peligro de volverse simplismo, es una de las caracterĂsticas que sostiene su proyecto. Para muchos sonará como una decepciĂłn. Pero lo novedoso no es lo que se escucha sino que alguien se anime a hacer canciones de un modo tan descaradamente simple. Su mĂşsica puede sonar tan llana y naĂŻf como sofisticada e irĂłnica. Y la figura de dandy melancĂłlico del propio Hecker es una pieza más de este mecanismo. El chico desamparado que canta sobre las heridas incurables del amor es el mismo que hace declaraciones jactanciosas como “no entiendo cĂłmo la gente no se la pasa escribiendo hits; es lo más fácil que hay; asĂ hice todo mi disco, que fue un chiste”.
El viernes que viene, Hecker se presenta en Buenos Aires junto a Barbara Morgenstern, como parte de una gira mundial titulada “Nueva mĂşsica de BerlĂn” organizada por el Instituto Goethe. Sus proyectos musicales comparten algo de un espĂritu de Ă©poca de la capital alemana, y que podrĂa describirse como una preocupaciĂłn en la contracultura por reformular los materiales de una tradiciĂłn que ya tiene varias dĂ©cadas. Pero la obra de Morgenstern va mucho más lejos que la de Hecker: su trabajo no se queda en la cita irĂłnica sino que se nutre de una infinidad de citas e influencias para lograr un universo sonoro y lĂrico propio. En sus tres LP –Vermona projekt (1997), Fjorden (2001) y el reciente Nicht muss–, Morgenstern compone frente a su computadora canciones eclĂ©cticas y enigmáticas, tanto por la materialidad de los sonidos como por los textos, que muchas veces suenan como acertijos. “Me persigue un sueño hace años, de la nada surge un trazo, y yo tengo que cortarlo precisamente allĂ donde se detiene, pero no puedo”, canta con voz hipnĂłtica y serena sobre una melodĂa llevada adelante por un colchĂłn de sonidos microscĂłpicos, samplers de cantantes soul, sintetizadores low fi y guitarras cristalinas. Lo mágico de la mĂşsica de Morgenstern es su capacidad de construir canciones perfectamente armĂłnicas con fuentes sonoras tan disĂmiles: a lo largo de su disco se encuentran citas al rock y al funk, al ambient y al house o hasta a la mĂşsica concreta, y todo esto sin que suene pretenciosamente programático sino más bien Ăntimo y orgánico. Es claro que para Morgenstern trabajar con tal o cual software es tan natural como trabajar con un instrumento convencional, sĂłlo que se trata de uno más poderoso, cuya paleta de sonidos y estructuras de ritmos es prácticamente infinita. De hecho, sus shows son verdaderas jam sessions en las que improvisa con una laptop sobre las bases de los temas de sus discos, que se enrarecen hasta volverse irreconocibles.
Barbara Morgenstern y Maximilian Hecker tocan el viernes
24 de octubre a las 21.30 en Niceto (Niceto Vega 5510). Entrada: $ 10.
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