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Domingo, 2 de noviembre de 2014
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BALNEARIOS

El nuevo espacio dedicado a la fotografía que acaba de inaugurar la Fundación Tomás Eloy Martínez presenta como primera exhibición El mar en Boedo, de Nicolás Trombetta, selección de distintas series cuyo elemento común es la vida en la playa, imágenes de ficción dentro de la realidad y viceversa, en un juego que bien podría considerarse literario.

Por Romina Resuche
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Discípulo de Alberto Goldenstein, agente del Centro de Investigaciones Artísticas y ganador de la edición 2004 del Salón Nacional de Artes Visuales, Nicolás Trombetta reparte sus días entre la agitada Ciudad de Buenos Aires y el tranquilo balneario de Mar de Ajó. A su cámara parecen gustarle, más que nada, los retratos de alguna manera indirectos, los climas lumínicos cálidos, el contrapunto entre lo figurativo y lo abstracto y la bruma, simbólica o cierta.

La mayor parte de su obra proviene de las múltiples vidas de una playa, espacio propicio para la soledad, el divertimento vacacional, el juego de mundos inventados con personajes de cuento infantil, el amor primario y más.

Con El mar en Boedo, una selección de fotografías de distintas series que produjo a lo largo de su carrera fotográfica, Trombetta muestra la presencia de la ficción en sus capturas de realidad y la realidad contenedora de ficciones que fue encontrando. Ficciones que no buscan ser escenas reales aunque se nutran de realidad. Son visiones, escenas, reparos tomados con eficacia y levedad, que pueden importar, gustar, interpretarse o dar lo mismo, incluso, pero dicen. Son fotos a las que la fotografía le queda chica como objeto. Y al verlas da igual si es Mar Chiquita o una ciudad costera británica, porque tratan la circunstancia fotografiada como un haiku accidentado.

Quien estuvo a cargo del texto principal de la muestra fue el escritor Fabián Casas y en éste describe la vida como un guiso espeso que se revuelve con una cucharita de plástico que, a veces, se rompe. Para sobrellevar tal desafío en su escrito afirma que “la ficción hace que todo fluya, que se abran los poros, como el efecto de un tranquilizante en el cerebro de alguien angustiado”. De esta forma invita al ánimo de permitir que lo documental y la invención se crucen y convivan en lugar de coexistir, igual que en las fotos de Trombetta.

La curaduría de El mar en Boedo estuvo a cargo de Gonzalo Martínez, quien apostó a la creación de este espacio dentro de a Fundación TEM, como una forma de prolongar esa pasión de su padre Tomás por la fotografía. Para esta primera muestra, una edición acotada, precisa y montada en cinco formatos diferentes, se expone con capricho selectivo un compendio de la obra del autor elegido, sin guiño pretencioso, sin forzar y con decisión literaria. Cada fotografía es en sí misma y da algo así como pena el encierro en la quietud fotográfica. Como si excedieran lo fijo, lo permanente de la imagen impresa, uno siente que está ahí o que quiere irse de ahí, pero funcionan como presente espacial y temporal desde una mirada, supuestamente simple.

Trombetta pasó por la Escuela Panamericana de Arte y por la Escuela de Fotografía de Avellaneda en su formación, y en sus primeros años en el oficio trabajó en un laboratorio de fotografía familiar, se dedicó a retratar bebés y anduvo por el largo y amplio camino del fotoperiodismo. Afianzó su técnica y empezó a viajar para buscarse como autor. Profundizando se encontró con su primer proyecto personal frente al mismo mar donde pasó todos los veranos de su vida, y con Retratos de Mar de Ajó dio con la punta del ovillo de su cuerpo de obra.

Sería aburrido pensar como truco lo que el fotógrafo emplea en su ejercicio para la construcción de estas imágenes. Es más divertido pensar frente a sus fotos que las hace desde todos los tiempos de su vida, con ojos que, más que ver o crear, inventan lo que mira su niño, su adolescente, su adulto y el que será cuando se encuentran en ese paisaje. Todos juntos, en una misma puesta y sin turnarse.

No es que el montaje sea la octava maravilla, ni que la coherencia o la osadía conceptuales abracen un criterio como un algo más que complejiza y arriesga. Son sencillamente fotografías sueltas que contienen lo irreal y lo probable en justa medida.

El mar en Boedo podrá visitarse hasta el viernes 1° de diciembre en Espacio Fundación TEM - Carlos Calvo 4319, C.A.B.A de lunes a viernes de 15 a 20.

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