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Domingo, 9 de noviembre de 2014
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EL CANTANTE DE BODAS

MÚSICA Una de las historias musicales más extrañas del último tiempo, que cruza la world music con la electrónica más experimental, es la del sirio Omar Souleyman. Animador de fiestas, famoso en su país por innumerables videos de sus actuaciones que se venden en las calles y que, al ser difundidas por Internet, lo llevaron a ser editado en los Estados Unidos, Björk le pidió que remezclase sus temas y Four Tet le produjo su último disco, que sorpresivamente viene a presentar a la Argentina.

Por Andrea Guzmán
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Ni como forma de entrar en el mercado occidental, ni como declaración para romper ninguna barrera cultural. A Omar Souleyman, simplemente, le pareció un paso lógico propiciado por la tecnología. “Lo que llaman electrónica sólo es un teclado que he usado en los últimos años como reemplazo de los instrumentos que se necesitan para tocar este tipo de música en vivo”, explica Souleyman, que a sus casi 50 años ha sido coronado como rey de lo que en Occidente se empecinan en denominar “techno sirio”.

Hizo explotar YouTube al subir videos caseros que lo mostraban tocando en vivo en su antigua profesión como cantante de bodas en Ra’s al-’Ayn, un pequeño pueblo fronterizo donde sirios conviven con árabes, kurdos y armenios. El bigote frondoso, la túnica larga, lentes de sol, la caminata imponente. Acompañado extraña y austeramente por un teclado Yamaha tocado de forma frenética, progresiva y con maestría por su fiel compañero Rizan Sa’id, casi por accidente, o por practicidad, terminaron poniéndolo como responsable de romper todas las barreras entre la música tradicional de Medio Oriente y la experimental.

La curiosa mezcla entre eternos mantras de poesía clásica entonados con una voz de profundidad profética, melodías árabes y salvajes toques electrónicos llamaron la atención del Sublime Frequencies, sello con base en Seattle ocupado en sonidos subterráneos, tradicionales y extranjeros, que editaron varios de sus discos en vivo y lo pusieron en órbita del lado de la música occidental. Pero recién cuando el año pasado lanzó Wenu Wenu, su primer disco de estudio, producido por Kieran Hebden –alias Four Tet– es que Souleyman se terminó haciendo habitué de las giras y los festivales –Pitchfork, Sonar y Glastonbury por nombrar algunos–, recolectando fans como Damon Albarn y Bjork. “La música de mi región, que es también mi propia música, es la única que conozco. No tengo nada más que ofrecer. Se ha hecho popular porque en Oriente u Occidente puedo hacer bailar a la gente”, dice un parco Souleyman. O al menos eso es lo que se puede leer en unas respuestas que llegan por mail en inglés, traductor mediante.

EL RITMO DE LA CALLE

Como muchos de los cantantes sirios, Omar Souleyman se hizo conocido en su país tocando en casamientos, una de las instancias de exposición para músicos por excelencia. Por su ubicación geográfica cruzada por la multiculturalidad, aprendió la música tradicional de los sectores limítrofes y también a cantar en distintos dialectos según el origen de la fiesta familiar. Todo eso, sumado a su carisma personal y a la intensidad y rapidez demoledora en que reversiona la prosa tradicional, lo hicieron diferenciarse de los músicos de la región. Aunque en Occidente se ha revelado los últimos años por su reinvención del sonido shaabi, un estilo de música popular y callejera, y por el dabke, delirantes melodías bailables en códigos de Medio Oriente pero con algo de la potencia y el espíritu del punk más furibundo, hace unos 20 años que sus discos y videos se venden en las calles de Siria. El mito es que llegó a filmar más de 500, y es famoso por su talento como animador de eventos y sus letras románticas y melodramáticas, que ahora también compone junto a poetas nuevos y que muchas veces generan in situ mientras toca.

“La música siempre fue importante en mi pueblo. Empecé a cantar en casa cuando era muy niño y algunos familiares comenzaron a decirme que tenía una gran voz. Años más tarde tuve pequeñas oportunidades de cantar en celebraciones y casamientos. Al principio sólo 10 minutos y más adelante pasé a ser el animador de fiestas completas. Ese era mi trabajo y no tenía más aspiraciones al respecto en el futuro, ni nada de eso”, dice Souleyman, que reconoce no retener los nombres de todos los músicos que se le acercan en las giras mundiales –aunque alguno de ellos pueda ser Alexis Taylor de Hot Chip– y que de Occidente realmente prefiere la música lenta.

DE BJÖRK A MARADONA

“Puedes tenerme a mí y a mi amor fácilmente/ Dios castigará a cualquiera que intente separarnos”, dice la letra de “Warni Warni”, uno de los singles de su último disco de estudio. Machu Picchu, París y Nueva York son algunos de los fondos de croma casero que Omar recorre en una travesía donde aparece cantando devotamente, con su tradicional keffiya, zapatos de punta y actitud afectada, junto a Rizan en teclados y remera del Che Guevara. Todo este universo souleymaniano –que incluso impresionó a la poco impresionable islandesa Björk, que le pidió a Souleyman que hiciera tres remixes del disco Biophilia (2011) y que lo acercaron rápidamente a oyentes curiosos– fue cuajado en un trabajo que intenta mantener el espíritu espontáneo y el ímpetu de las presentaciones en vivo bajo la producción improbable y amorosa de otro de sus fans, el músico electrónico Four Tet.

Wenu wenu es justamente el disco que viene a presentar a Argentina –“realmente amo a Maradona”, comenta al pasar–, un puñado de canciones populares, largas, hipnóticas pasadas por el filtro de sintetizadores bailables que emulan a los instrumentos tradicionales. Una locura para los oyentes acostumbrados al beat occidental. “Grabamos el álbum en Brooklyn y fue genial tener en el estudio a Kieran. Tiene un gran oído y un amor especial por mi música. Me dio una nueva vida y un perfecto sonido que yo solo jamás hubiese tenido, estoy muy agradecido. Con Björk fue diferente, yo nunca había escuchado su música antes y el trabajo fue a distancia. Tiempo después me invitó a tomar el té en Islandia, es una persona adorable”, agrega Souleyman, que la semana que viene estará tocando en Niceto, con The Peronists y Santiago Vázquez abriendo el show. “A pesar de la mezcla, mi música es sólo una cosa y no estoy planeando cambiarla para nada. Ni para audiencias de Medio Oriente ni para Occidente. No hice muchas elecciones complicadas, esto es lo que soy.”

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