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Domingo, 21 de junio de 2015
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duelos. ¿De verdad mataron a Jon Snow en Juego de tronos?

ROJO Y NEGRO

Por Mariana Enriquez
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Fue una quinta temporada mal parida. Primero, se filtraron a la red los primeros cuatro capítulos y pocos fueron los fans que evitaron la panzada y después la inevitable resaca. Una resaca densa encima porque los episodios filtrados resultaron una decepción: nuevos personajes traídos de los pelos y de la nada, otros desperdiciados, golpes de efecto sin impacto y pases de comedia sin gracia. Recién en el capítulo 8 la serie alcanzó el nivel habitual. Dos semanas más tarde había terminado y el final fue esa escena inaguantable de los imbéciles Guardias de la Noche asesinando a cuchilladas a su comandante, el joven Jon Snow, por supuesta traición. El capítulo terminaba con la sangre del hermoso líder abandonando lentamente su cuerpo joven, manchando la nieve de rojo fatal. Se vio mucha cantidad de sangre: los cuchilleros también fueron muchos y clavaron las armas con intensidad y en lugares estratégicos, en especial el niño Olly, que venía enojado con su jefe por dar refugio en el Castillo Negro a los enemigos que, poco tiempo antes, habían asesinado a su familia.

El niño tiene una página/evento en Facebook, “Juntada para cagar a palos a Olly” que al cierre tenía 15 mil participantes. Sólo en castellano. La reacción de los fans –8 millones “legales” en Estados Unidos, varios millones más que la ven pirateada o por HBO en todo el mundo– fue incredulidad, pataleo, enojo, llanto, indignación y, casi en todos los casos, negación. Valar Morghulis es un dicho tradicional de la serie y en uno de sus idiomas ficticios, alto valyrio, significa “todos los hombres deben morir”. Nadie pensaba, sin embargo, que la sentencia incluía a Jon, y eso que fue un final anunciado porque con su muerte termina Danza de dragones, el libro V de la saga (se lee ahí: “Jon cayó de rodillas. Encontró el puño del arma y se la arrancó. En el aire frío de la noche la herida humeaba. El dolor lo inundó. Cuando la tercera daga entró entre sus omóplatos, resopló y cayó con la cara en la nieve. Nunca sintió el cuarto cuchillo”). Si cambiaron tantas otras cosas en el guión respecto del material original, ¿por qué esto no? Juego de tronos se transformó en algo especial justamente por la total ausencia de compasión para con personajes y espectadores. En la era de la gratificación y en un medio que se basa en el entretenimiento, la empatía y la fidelidad, que los guionistas y el autor George R. R. Martin sean fieles a la saga y asesinen cruelmente a tantos buenos y malos, pero especialmente a los nobles y carismáticos, es algo nunca visto en televisión. ¿Tiene algo de saña? Por supuesto. Poniente (Westeros) es un mundo cruel y para colmo está en guerra: pero en ficción, claro, se puede elegir hasta dónde llega esa crueldad. Martin & equipo decidieron que llegue lo más lejos posible, tensar la cuerda eliminando a muchos de quienes pueden hacer de Poniente un lugar más habitable.

Ninguno parecía más capaz de esa tarea que Jon Snow, el hijo bastardo de Eddard Stark, señor de Invernalia (Papá fue degollado en la primera temporada) que estaba aprendiendo a liderar y gobernar en El Muro (The Wall), el lugar donde por reclutamiento o decisión propia un grupo de hombres se pasa la vida defendiendo al reino de lo que se agita en el norte de nieve, allá donde, literalmente, vive la muerte. Y donde viven también los pobres y marginados de Westeros, en guerra de guerrillas perpetua con sus vecinos más afortunados, que quedaron del lado habitable del Muro. En esa mezcla de cuartel y monasterio, Jon empezó como el chico bien educado, orgulloso y guapo, serio, en guerra con su decencia y su noción de responsabilidad. Aguantó sin irse de la vaina las noticias de la masacre de toda su familia; aprendió a refugiarse en su perro huargo y en su amigo poco atlético y muy inteligente, Sam Tarly. Buen soldado, estratega interesante, con su capa de “cuervo” negro –el uniforme de la Guardia– fue valiente y aventurero: se decidió a ir más allá del Muro para conocer al enemigo y encontró el amor en la dura Ygritte, arquera de puntería magistral y melena pelirroja, que lo inició en el sexo en una cueva y le dijo, antes de dejarlo, “no sabés nada, Jon Snow”, frase que se convirtió en una de las favoritas, como si resumiera lo que siempre se le quiere decir a un amor que falla, no sabés nada, no entendés nada.

Kit Harington, el actor que interpreta a Jon, dio una entrevista a Entertainment Weekly el día siguiente a la emisión del episodio –una entrevista concedida meses antes, se entiende– y sus palabras son claras. Estoy muerto, dijo. No voy a volver. Los productores me sentaron y me dijeron que había terminado mi contribución. Me gustó la escena. Me hicieron fiesta de despedida. Cuando el periodista quiso saber si no le daba pena que su personaje muriera con tanto potencial construido durante estos cinco años, dijo: “Juego de tronos trata al drama como si fuera la vida real. Y en la vida real la gente no consigue lo que quiere en la vida, no logra aquello para lo que supuestamente está destinado. Por eso la serie es poderosa. Lo que me rompe el corazón es que muera sin conocer a su madre”.

El encanto de Harington es una de las causas del duelo rabioso de los seguidores, que llevan días de discusión, teorías y promesas de “no la veo más, no quiero seguir sufriendo”. Ese es otro hallazgo: millones ven una serie de fantasía medieval sólo para hacerse mala sangre. Harington tiene 28 años, es sobrino y nieto de nobles, y descendiente del rey Carlos II de Inglaterra (de verdad, no en la serie). Pero no hay mucho en su físico ni en su actitud que delate su sangre real: de pelo y ojos oscuros, parece un Jim Morison sin trazos de hippie, lleno de amable virilidad. No hizo mucho además de Juego de tronos: apenas protagonizó la horrible épica Pompeya, dobló un personaje de Cómo entrenar a tu dragón y ahora, que al fin está (aparentemente) liberado de la serie, protagonizará la nueva película del canadiense Xavier Dolan, The Death and Life of John F. Donovan. En las entrevistas parece jovial e inteligente, también parece estar harto de su pelo largo. Ya se lo cortó. Los fans no atienden a este dato central: el corte parece un signo certero de que la muerte no fue trampita. No escuchan. Dicen que la Hechicera Roja lo revivirá. Dicen que, cuando quemen su cuerpo, saldrá de entre las llamas porque tiene sangre Targaryen (familia que, bueno, tiene esa suerte). Dicen que reencarnará en Fantasma, su perro. Dicen que sobrevive a las puñaladas. Pero, más que nada, dicen hasta acá llegamos, muchas gracias. Quién se creen que son. No, no digan que así es la vida: esto no es la vida, esto es ficción. Cómo puede tolerarse esta injusticia. Cómo pueden llevarse al joven dios y sus labios anchos y su sensualidad tierna. Cómo van a quitarnos el tesoro de la esperanza en un mundo horrible.

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