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Domingo, 20 de septiembre de 2015
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Teatro > Nostalgia de una ciencia ficción futura

LAS GUERRAS FLORIDAS

La historia de los onas resquebraja el discurso cientificista parapetado detrás de la figura prestigiosa de Charles Darwin. Sobre esta base, y recurriendo a una instalación performática en nueve habitaciones de una casona de Boedo, Nostalgia de una ciencia ficción futura, de Laura Kalauz y Sofía Medici, que integró la muestra colectiva Voces indígenas en la Bienal de Venecia, desarma los discursos que justifican y llevan adelante las guerras sociales amparadas en la superioridad civilizatoria.

Por Eugenia Viña
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No todas las guerras se ganan con armas. A veces hace falta la paciencia lenta de los siglos, pero los supuestos vencidos nunca están muertos. Espíritus descorazonados que vagan sin paz, vuelven metamorfoseados en situaciones, cuerpos y voces que les dan revancha.

Laura Kalauz, coreógrafa con formación académica, y Sofía Medici, dramaturga y curadora, proponen un nuevo género en el que los tiempos y las etiquetas se desdibujen: Nostalgia de una ciencia ficción futura, instalación performática en las que nueve habitaciones de una casona del barrio de Boedo se plantan como secuencias temporales de un pensamiento, de las contradicciones de un discurso, tan injusto y absurdo como la historia misma.

Las artistas denuncian una encrucijada: lo que hasta hace un tiempo era la Verdad, hoy se presenta como ficción. Darwin, el naturalista inglés que fundó la teoría explicativa sobre el origen y la evolución de las especies, en su intento de explicar lógicamente la diversidad de la vida, la terminó aplastando. Bucean en la historia nacional y presentan como paradigma de su tesis la historia de los onas, antiguos cazadores y recolectores originarios de Tierra del Fuego, quienes son obligados a responder en una lengua extranjera y sometidos a toda clase de experimentos por el científico inglés y su equipo, hasta que los expertos sentencian que se trata de un pueblo de prácticas inmorales y conductas caníbales. Después de la académica hipótesis, ingleses y estancieros ofrecían una libra por testículos y senos de onas y media libra por cada oreja de niño.

Las artistas investigaron recorriendo todo tipo de materiales sobre la historia, hasta que en el mismo proceso de investigación descubrieron cantidad de lecturas distintas y contradictorias sobre la idiosincrasia de los indios, pero que llevaron hacia el mismo resultado: los selk’nam u onas terminaron como esclavos primero, exterminados finalmente, luego de la colonización española y británica del siglo XVIII.

Kalauz y Medici concibieron Nostalgia de una ciencia ficción futura como una obra de teatro performático y la estrenaron en diciembre del año pasado en DeSingel (Amberes, Bélgica) en el festival ACT. También participaron en la exposición colectiva Voces indígenas del Pabellón Italo-Latinoamericano de la Bienal de Venecia 2015, en cuya apertura Kalauz y Medici realizaron la performance. Ellas explican que “...en el proceso de investigación nos dimos cuenta de que nos llevaba aún más lejos. Leímos todos los materiales disponibles hasta el punto de que los autores se convirtieron en personajes tácitos del juego. La imagen de los onas fue atravesada por la subjetividad de los autores (científicos, exploradores, militares, funcionarios gubernamentales religiosos) y esto no se diferenciaba mucho de un artista creando un texto de ficción. De la misma forma que la ciencia construye ficción, utilizamos metodologías científicas para crear una obra de teatro. Desarrollamos una forma muy simple de decir las cosas que deja todo con un signo de interrogación: ficción o realidad, verdadero o falso, hasta el punto de que estas dicotomías ya no importan”.

La performance no tiene un escenario único como en el teatro ni la estática de una galería de arte, sino que es una plataforma de acción, por momentos tan arbitraria como la historia que denuncian.

El sentido se construye en movimiento y necesita de la lectura del espectador. La crítica no está encerrada en una revista académica virtual sino que atraviesa nueve habitaciones, mediadas por pasillos y escaleras, que presenta nueve escenas, que a su vez representan momentos-hipótesis de una teoría artística, un pensamiento con cuerpos, donde convive la palabra hablada y la escrita.

Gesto irónico sobre el método científico, que con sus verdades prefabricadas no sale en busca del saber sino del encuentro de aquello que justifique sus hipótesis: los indígenas eran brutales y caníbales. Los blancos, una raza superior y civilizada. ¿Esos huesos humanos en las fogatas que aparecen en las fotos son testimonios del canibalismo de los onas o escenografía armada por el famoso Darwin y los investigadores ingleses para justificar el exterminio de un pueblo y la superioridad de una raza?

Artistas y actores ponen el cuerpo y la voz para contarnos, repetirnos, recordarnos que en las ciencias humanas el orden sí altera el producto.

La crítica presente en Nostalgia... reproduce un debate viejo, el más caliente, que se da en el mismo núcleo científico: el mono dopado, la rata encerrada, el humano desvinculado de su medio y costumbres hablando sin comprender una lengua extranjera ¿son variables legítimas a la hora de hablar de conocimiento? ¿Son válidas las experiencias de laboratorio?

Así como los onas cazaban ovejas, los blancos cazaban onas y enviaban al presidente Juárez Celman álbumes llenos de fotos. Por cada indio muerto, una foto. Por cada ona evangelizado, una libra. Eso pagaban los estancieros por cada indio cristiano, es decir, posible mano de obra esclava. Los blancos comparten las mismas ambiciones: plata y tierra. Nada mencionan en sus teorías ni en sus testimonios sobre la arquitectura del cielo de los indios fueguinos ni de sus dioses encarnados en plantas sagradas.

Nadie gana en una guerra. Pero a algunos eso no les importa.

Nostalgia de una ciencia ficción futura se presenta en Bonus Track, México 3659. Jueves 24 de septiembre y 1º de octubre a las 20. Reservas: [email protected]

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